Secun de la Rosa: “No me fio nunca del que no tiene miedo”

Secun de la Rosa: “No me fio nunca del que no tiene miedo”

Debo confesar que se me quedaron muchas preguntas en el tintero, pero es que con Secun de la Rosa hay para cien entrevistas. Él dice que se enrolla mucho, yo que me encanta escucharle hablar sobre nuestro oficio. Imagino que no éramos los únicos aquella tarde en la librería Ocho y medio hablando de cine, música y literatura, pero, seguramente, sí fuimos los más gamberros (y si no, miren las fotos). Me quedé con muchas incógnitas, pero descubrí otras cosas que comparto en esta entrevista. Mañana Secun estrena en el Teatro Lara la función El disco de cristal… ¿Queréis saber cómo se sentirá a 10 minutos de salir a escena? Pues leed, leed, malditos…

 

Ángel Caballero: Según tengo entendido, El disco de cristal nace de un proyecto que te propone Alberto San Juan.

S.D.L.R: Alberto, que es amigo desde que empezamos a estudiar teatro juntos y nos conocemos desde que yo llegué a Madrid, está llevando El teatro del Barrio, junto a otras personas. Un día me dijo: “Secun, me gustaría que cada jueves viniera al teatro un amigo mío y que haga un espectáculo divertido, que sea especial, sin ninguna pretensión. ¿Por qué no piensas en algo y en un mes hablamos?”. Yo tenía una idea que llevaba tiempo rondando por mi cabeza: contar en una obra de teatro la historia de un cantante de los 80 y hacer un homenaje a mis tíos, a la Barcelona charnega… y unir todo eso con los textos de Tennessee Williams, que a mí me encantan. Y, claro, cuando se lo llevé, Alberto flipó, porque él buscaba una cosa más sencilla (Risas). Lo hicimos una noche y funcionó muy, muy bien y se creó un ambiente muy chulo. Así que me pidió que me quedara para hacerlo todos los jueves y yo fui como engañando a Alberto (Risas). La siguiente semana le dije: “El espectáculo va a durar un poco más, porque creo que es mejor que traigamos unos músicos en vez poner música enlatada para las canciones…”. Después le hablé de que tenía que alargarlo todavía más, porque había pensado en meter un monólogo final que podría quedar muy bien… Y, al cabo de cinco semanas, me dijo: “Esto ya es una función de teatro, está gustando mucho y quiero que hagas temporada”.  A lo que respondí: “A mí me encantaría, pero es que quieren programarla en el Teatro Lara”. Él lo entendió perfectamente y me dijo: “Pues claro, tío. Vete y cuando quieras volver para probar cosas y tal, aquí tienes tu casa”.

 

A.C: Es bonito mantener el contacto e ir creciendo y madurando, como actores y como personas, con los compañeros de escuela.

S.D.L.R: Mucho. Con Alberto, y con otros compañeros, me une ya un lazo de por vida. Nosotros coincidimos en la escuela de Cristina Rota, pero íbamos a diferentes cursos. Era la época en la que teníamos 18 o 20 años y nos encantaba montar funciones y sketches con los que íbamos a actuar a bares y otros garitos. De todo aquello, además, surgieron varias obras. Recuerdo que monté con Pilar Castro y con otro amigo, Manuel, Caracalva, que era como un grupo de teatro surrealista. Me hace mucha gracia recordar el nombre, porque Animalario, antes de llamarse así, eran Ración de oreja, porque eran muy salvajes y muy punk. Ellos actuaban los miércoles, y cuando no podían íbamos nosotros, los Caracalva, corriendo a sustituirles. Éramos muy kamikazes, nos pasábamos el día en clase y cuando acabábamos nos íbamos al bar a escribir escenas, luego a montarlas y a actuar… Era un amor al teatro muy fuerte.

A.C: Además, habéis sido una generación  bastante importarte en este último periodo del teatro y el cine español.

S.D.L.R: Son estos regalos que te da la vida, que tú dices: ¿Por qué? Yo, como tantos otros, venía de mi barrio de Barcelona con mi sueño de ser actor, pero podía haber recalado en ese grupo humano de gente como en cualquier otro. Todo fue pura casualidad… Entre mi clase y las de al lado estaban: Juan Diego y María Botto, Ernesto Alterio, Luis Bermejo, Roberto Álamo, Alberto San Juan, Willy Toledo, Nathalie Poza… Era un privilegio todo, porque eran gente con muchas ganas y, como digo yo, gente sin plan b. Todos queríamos ser actores por encima de todo.

 

A.C: Una generación de intérpretes que, además, habéis producido y dirigido, como haces tú en El disco de cristal. ¿Se puede ser objetivo con tu propio trabajo cuando estás dirigiendo e interpretando?

S.D.L.R: Yo soy muy autocrítico con el trabajo. Y siempre intento que, cuando soy actor, soy sólo actor. Por eso también llevo un poco con discreción cuando escribo o cuando dirijo, o lo meto en el reducto de mi propio grupo, porque sobre todo soy actor. Intento que esas otras facetas permanezcan en nuestro pequeño núcleo, que no hemos abandonado, para seguir investigando, seguir equivocándonos o para mostrar algo que, realmente, tengamos la necesidad de contar. Y siempre lo hacemos desde el mismo punto de vista con el que hemos crecido, montándolo en una salita, luego se lo enseñamos a un teatro y, si le gusta, lo programa, para que, desde ahí, vaya creciendo solo. Siempre intento no actuar cuando escribo o dirijo. Y si lo hago es porque sé que voy a estar muy arropado, porque la ayudantía la va hacer alguien muy allegado, como Natalie Pinot o Alberto San Juan.

 

A.C: Aún no he podido ver la función, pero he leído que es una comedia dramática con un humor muy negro.

S.D.L.R: Sí, la gente se ríe mucho viendo cómo machaco a mis hijos y cómo les ocurren cosas, hasta el punto de que nosotros mismos nos sorprendemos. Un padre que es un fracasado, la hija que es coja, el otro hijo que quiere triunfar en la música, la familia se pelea y le sale todo mal… Podrían llorar y, sin embargo, se mueren de la risa. Tiene esa cosa berlangiana de héroes anónimos, o de esos perdedores que tanto gustan. Es muy divertida, pero como la vida misma, como todo el teatro que yo escribo. Como tú y yo, que estamos aquí, haciendo esta entrevista, pero, al mismo tiempo, vamos con nuestra mochila de cosas que nos están sucediendo. No me gustan esas comedias en las que es evidente lo que ocurre en todo momento.

A.C: Corrígeme si me equivoco, pero es un texto tuyo basado en otros de Tenneessee Williams.

S.D.L.R: Sí; cuando leí “El zoo de cristal”, me gustó mucho la idea de una madre venida a menos con dos hijos, que no sabe qué va a hacer con ellos. Esa idea me encantó, pero los textos son míos. Es como si vas a ver Blue Jasmine y te fascina esa historia de Woody Allen, pero en realidad es lo mismo que cuenta “Un tranvía llamado deseo”, visto desde la óptica de este director. En realidad, todas las historias están un poco contadas… Como si me dices que te gustan Los Tarantos, también inspirada en la Barcelona charnega, o West side story, que son Romeo y Julieta.

A.C: ¿Has llegado a codirigir algo mano a mano con tu hermano, Benja de la Rosa?

S.D.L.R: No, él ha dirigido algunos textos míos. La verdad es que me encantaría.

 

A.C: A lo mejor resulta más difícil por el exceso de confianza que te puede dar trabajar con un familiar.

S.D.L.R: No, creo que conmigo es muy fácil (Risas). Mis amigos me llaman “la abuela”, porque dicen que tengo mucho espíritu de sacrificio. No sé de dónde lo he sacado, pero a mi me gusta que la gente de mi alrededor avance y prospere. Así que es cierto que puede que sea un poco abuela en ese sentido (Risas). A lo mejor soy un poco coñazo, pero siempre estoy viendo dónde el otro podría mejorar y crecer, y venga p’alante. Ahora, por ejemplo, con los chicos de El disco de cristal me ha pasado algo parecido. Xavi Melero vino al cásting de “Hoy no me puedo levantar”, donde yo dirigía a los actores, e hizo una maravilla de prueba. Es el mejor casting que yo he visto en mi vida. Cuando terminó, se acercó y me dijo: “Muchas gracias por todo”. Y yo: “a ti. El lunes nos vemos…”, y él me dijo: “No, si no me han cogido”… Me quedé de piedra, no me lo podía creer, porque era como si Frank Sinatra se presentara a un cásting para hacer de Sinatra y no lo cogieran. “Es que me han dicho que no encajo”, me dijo. Y yo, que había estado con David Serrano hace diez años cuando escribió esa obra, que conozco perfectamente el libreto, pensaba que sí, pero no era quien decidía quién entraba y quién no. Así que le dije: “Bueno, si yo escribo y monto algo, te llamo”, y no me creyó. A la semana siguiente fue cuando Alberto me propuso hacer algo en el Teatro del Barrio y pensé en hacerlo con él. Así que lo llamé y no se lo creía… Además, pensaba irse a Barcelona si no le salía nada y ya mi prioridad era que Xavi no se fuera a Barcelona, que Anita, la otra actriz de la función, no se fuera a su pueblo de Murcia… y claro, ahí ya salió la abuela (Risas).

 

A.C: “El otro lado de la cama”, “Paco y Veva”, “Hoy no me puedo levantar”… De un modo u otro, siempre has estado vinculado al género musical. ¿En “El disco de cristal” también cantas?

S.D.L.R: Sí, al principio. Como soy mal cantante, y hago de un mal cantante… (Risas). Bueno, hago lo que puedo. Me defiendo, pero no soy como los actores que hacen de mis hijos, que abren la boca y te quedas embobado escuchándolos. La verdad es que siempre me ha tocado cantar y es la putada del siglo (Risas). Yo ni canto, ni bailo, ni hago deporte… pero me llaman para estas cosas. Tengo ya ganas de que me toquen las películas de mucho hablar, estar sentado y con mucho drama.

A.C: ¿Qué me puedes adelantar de “El tiempo de los monstruos”, la película que acabas de rodar dirigida por Félix Sabroso?

S.D.L.R: No te puedo contar mucho, porque lo llevan con bastante misterio. Pero sí te puedo decir que es otra de las alegrías que me ha dado la vida. La película es un homenaje a Dunia Ayaso, la persona que ha acompañado siempre en la vida, en lo personal y lo profesional, a Félix. Es un guión impresionante y un regalo que nos ha hecho Félix a todo el reparto. Julián López hace un personaje que no tiene nada que ver con todo lo que se le ha visto hasta ahora. A mí, que también he hecho siempre más comedia, me tenía reservado un personajazo… E, incluso, a Javier Cámara… o a Carmen Machi, que no puede estar más potente, desde un sitio tan íntimo. Nos ha reservado ocho personajazos a los ocho actores de la película, que yo creo que nadie se imagina lo que vamos a hacer, porque la película va sorprendiendo a cada momento.

A.C: Un homenaje de Félix a Dunia, pero también es un homenaje por parte de los ocho actores hacia ella. ¿Tú cómo lo has trabajado?

S.D.L.R: Tratando de olvidar esa parte de homenaje, porque no quería impregnar de eso la historia, sobre todo para poder homenajearla a ella haciendo un buen trabajo y para, de alguna manera, ser lo más humilde posible con Félix, con su guión y con su historia. Quería vivirlo desde ahí… Como cuando vas a ver a tus yayos o a tus padres, que no lo haces desde todo lo que has vivido con ellos, sino desde el café que te estás tomando en ese momento. Para mí, la manera ha sido meterme en la historia a saco y con lo que me pidiera Félix. Aunque también te digo que hay momentos en los que es imposible que eso no te supere. Estoy convencido de que la película va a salir muy bien, porque ha sido un rodaje impresionante. Yo no he visto nada igual. Ha sido muy emocionante.

 

A.C: ¿Qué tal ha sido el reencuentro con la Machi?

S.D.L.R: Muy bien. También muy fuerte, porque hemos estado haciendo el mamarracho (en el buen sentido) durante tanto tiempo en Aída y ahora nos encontramos aquí. Aunque en Aída tampoco coincidíamos mucho, porque la mayoría de las tramas yo las tenía con Mariano Peña, con el que ahora me parto de risa porque va a estar en el musical de Priscilla, reina del desierto. Y claro, yo me he pasado siete años con él siendo el mariquita de Aída y él haciendo del machote español, y ahora, en El disco de cristal, yo interpreto a un padre de familia que se las quiere ligar a todas y Mariano está en Priscilla (Risas).

A.C: ¿Cómo haces para que un personaje como el que hacías en Aída, que está en un tipo de comedia tan marcada y “tan arriba”, resulte creíble?

S.D.L.R: Sin ningún pudor. Hay que hacerlo, casi, desde un sentido musical, porque la comedia es ritmo, pero luego hay que estar preparado para saber que, cuando haga falta, hay que bajar a la verdad. Ahí teníamos una gran escuela, porque Aída venía de 7 Vidas, que tenía a una Amparo Baró, un Javier Cámara o una Blanca Portillo, de los que creo que hemos bebido todos. Es una comedia en la que hay que estar muy arriba, porque lo pide, pero estando alerta para bajar si en algún momento es necesario. Yo creo que ahí radicaba el éxito de Aída, porque, gracias a ese tipo de comedia, podíamos meter de todo. Si te fijas, todos los personajes son muy tremendos, y si eso no lo haces desde la comedia, no lo puedes hacer desde otro sitio.

 

A.C: Faltan horas para que te subas a las tablas del Lara con El disco de cristal. ¿Tienes miedo?

S.D.L.R: Yo creo que en el teatro siempre somos muy inconscientes y nos entra el miedo los diez minutos antes de salir. Nos encanta ponernos manos a la obra, ensayar, hacer esto y otro, pero luego, cuando llega el momento de salir al escenario, es el horror. En esos diez minutos, más vale que nadie te mire a la cara (Risas). Pero bueno, yo siempre he crecido escuchando a los veteranos, soy como una ratilla, que, donde hay un veterano, ahí me pego, y ellos dicen que el día que dejes de sentir ese miedo, es que no eres actor. Entonces yo no me fío nunca del que no tiene miedo.

A.C: ¿Haces algún tipo de ritual antes de salir a escena?

S.D.L.R: Sí, he copiado algunos de gente. De los pocos que tengo es que cuando llego a un sitio nuevo siempre digo: “Ay, que nos vaya bien aquí y que nos traiga suerte”, como si fuera una especie de bendición (Risas).

A.C: ¿Has bendecido ya el Lara? Porque se dice que hay un fantasma… (Risas)

S.D.L.R: Sí, pero el Lara ya me lo tengo ganado, porque el año pasado hice un monólogo allí (“Guillermito y los niños, a la mesa”) que tenía todas las de perder, porque era una adaptación de un texto poético francés y porque tenía muchas cosas de fechas en contra, y, encima, me dijeron que me había tocado el camerino donde está el espíritu de Lola Membrives. Así que le dije: “Mira, lo tengo todo a la contra con esta obra, así que si hay un espíritu, más te vale que te pongas a mi favor, porque si no…” Y se puso, ya te digo que si se puso. Un día, después de dos meses, llegó Álex de la Iglesia y me dijo: “Yo no sé lo que has hecho en la función, ni siquiera sé si me gusta, pero por cómo la has defendido y por cómo te entendía, quiero que hagas un papel en mi película”. Y así es como he conocido a un director que hoy considero mi amigo, porque le he cogido un amor a ese hombre impresionante. Yo puedo decir que Lola Membrives me ha ayudado.

 

A.C: En breve también te veremos en TVE con “Prim, el asesinato de la calle del Turco”.

S.D.L.R: Tengo suerte, porque con la mayoría de directores que he trabajado, luego he vuelto a trabajar. A veces con papeles más grandes y otros más pequeños, pero a mí eso me da igual, porque yo, en ese sentido, soy como Bette Davis. Si dentro de unos años no tengo trabajo, pondré en twitter: “actor busca trabajo”, y no se me caen los anillos. Con Prim me vuelve a dirigir Miguel Bardem, al que considero como de la familia porque me descubrió en el Teatro Alfil hace muchos años y me dio un papel en “Noche de reyes”. Luego me volvió a llamar para “Incautos” y ahora me ha dado un papel precioso en Prim, que es una tv movie que es un peliculón.

A.C: Secun, tenemos que terminar ya porque, aunque estoy disfrutando mucho con tus palabras, creo que tienes que ir a estrenar una función y a disfrutar de ese miedo que sentimos en los diez minutos de antes de salir. Ha sido un placer tenerte en AlgoPasaCom

 

Y NO OLVIDES QUE SECUN DE LA ROSA TE ESPERA en el TEATRO LARA, desde el 12 de septiembre hasta el 1 de noviembre, todos los VIERNES (20:30 horas) y SÁBADOS (19:30 horas).

 

TEXTO: ÁNGEL CABALLERO

FOTOGRAFÍA: CARLOS DAFONTE

AGRADECIMIENTOS: LIBRERIA OCHO Y MEDIO, LAURA PIÑANA.

 

 

¡NO TE PIERDAS El próximo JUEVES 18 de SEPTIEMBRE, AlgoPasaCom… BEGOÑA MAESTRE!