04 Jul Macarena Gómez: “Me sigo emocionando cuando me llaman para ofrecerme un nuevo proyecto”.
Al igual que la icónica Audrey Hepburn, primero fue bailarina y después una actriz con sello propio, que poco a poco se granjeó el respeto de la industria y el cariño del público. Macarena Gómez protagoniza nuestro último reportaje emulando al clásico Funny Face (o “Una cara con ángel”, como se la tituló en España) y se monta en un DeLorean imaginario para viajar a su pasado, presente y futuro en forma de entrevista.
Ángel Caballero: No sé si te has dado cuenta, pero Audrey Hepburn ha estado muy presente en distintos momentos que hemos compartido. Me viene una cabeza una postal que te envié desde Alemania con un cartel muy raro de Desayuno con diamantes; o aquel viaje que hicimos a Roma, donde jugamos a meter la mano en la boca de la verdad, como hacían ella y Gregory Peck en Vacaciones en Roma.
Macarena Gómez: ¡Es verdad! ¡Qué bonito! Bueno, yo nunca he sido una gran seguidora de Audrey, ni de ningún actor en concreto, pero es cierto que me gustan muchas cosas de ella. Hay algo de su físico, de la delicadeza que transmite, puede que por el hecho de haber sido bailarina, que me encanta.
A.C: Preparando este reportaje, he leído algunas entrevistas de ella en las que precisamente hablaba de eso. De su relación con el mundo de la danza y de las cosas que le había aportado a su trabajo como actriz, como la disciplina. Tú al igual que ella, también fuiste bailarina.
M.G: Como actores, nosotros trabajamos con dos grandes instrumentos: la voz y el cuerpo. Imagino que ella, al haber sido bailarina, tenía una gran capacidad para conocer y poder trabajar con su cuerpo. En ese sentido me siento identificada con ella, porque a mí el ballet me ha servido muchísimo y siento una grandísima pena de no haber podido explotarlo más en mi carrera como actriz. Nunca me han dado papeles de bailarina. No sé por qué… Supongo que es porque no sabrán que he hecho danza, pero yo a todos los sitios donde voy me pongo a bailar, para que sepan que he bailado. (Risas)
A.C: Bueno, yo recuerdo algunos de tus personajes que, aunque no se dedicaban a la danza, sí te permitían trabajar más con tu cuerpo, como la stripper que interpretabas en Carne de neón.
M.G: Sí, es cierto. De todos modos, yo siempre intento utilizar mucho mi cuerpo a la hora de componer los personajes.
A.C: ¿En qué momento decidiste no continuar en el mundo de la danza para comenzar tu formación como actriz?
M.G: Estaba haciendo la carrera de ballet clásico y en lo que era tercero de BUP me marché a Estados Unidos a aprender inglés, y seguí bailando allí. Luego regresé a España para hacer COU y terminar la carrera de ballet. Entonces me marché a Londres a estudiar arte dramático, que era algo que yo ya tenía planeado cuando me marché a Estados Unidos.
A.C: ¿Qué fue lo que te animó a estudiar la carrera de arte dramático en Londres y no en España?
M.G: Pues fue por un chico mayor que yo al que conocí un verano. Él me contó que estaba estudiando interpretación en Inglaterra y que allí había muy buenas escuelas.
A.C: ¿En aquél momento eras consciente de que actuar en otra lengua que no es la tuya conlleva un esfuerzo mayor, ya que tienes que mostrar unas emociones en un idioma que no es el tuyo?
M.G: Sí, y por eso me fui previamente un año a Estados Unidos, porque yo lo que sabía en ese momento de inglés era lo típico que te enseñan en el colegio. Quería tener un buen dominio del idioma, con la intención de irme luego a Inglaterra. Pero tienes razón, actuar en otro idioma es muy difícil y no se trata solo de aprenderte el texto y decirlo. Yo siempre digo que el cuerpo tiene memoria y desde pequeños estamos acostumbrados a nuestros fonemas. Mi cuerpo, por ejemplo, al decir “te quiero” reacciona de una determinada manera porque es algo que tiene muy asimilado, pero si eso mismo lo dices en otro idioma que no es el tuyo, sientes una distancia muy grande. Por eso, al principio, es muy difícil actuar en otro idioma. No porque no sepas pronunciarlo bien o porque te cueste más memorizarlo, porque eso con práctica acabas haciéndolo, sino porque, al no tener conexión emocional con el fonema, te cuesta más decirlo.
A.C: Tú, además, no eres alguien que regale un “Te quiero” con facilidad. Cuando lo dices es porque de verdad lo sientes.
M.G: Sí, eso es cierto. Para decírselo a alguien, lo tengo que sentir de un modo muy visceral. Tengo que sentirlo mucho y suele ser con personas muy determinadas.
A.C: Volviendo a tu formación, el haber estudiado fuera de España te ha ayudado a poder trabajar puntualmente en otros idiomas.
M.G: Sí; además, la escuela donde yo estudiaba me parecía maravillosa. Yo iba allí y era muy feliz estudiando. Recuerdo que al principio no entendía nada de las técnicas que me explicaban, pero poco a poco fui aprendiendo, absorbiendo como una esponja, viendo a mis compañeros… Creo que el aprendizaje del arte dramático tiene que ser algo sano, sin necesidad de sufrir.
A.C: ¿Tampoco has sufrido nunca preparando algún personaje?
M.G: Sí, pero no es lo mismo. En mi caso, cuando estaba en la escuela, los profesores no te estaban comparando continuamente con tus compañeros y no fomentaban una competencia insana, como pasa en muchas escuelas de interpretación. Pero luego claro que he sufrido con algún personaje. No tanto cuando lo estoy preparando en casa, como luego en el set. Si es un papel muy dramático, suelo hacer una serie de ejercicios para llegar al estado emocional y poder meterme en situación. Escucho “acción” y entro en ese estado de catarsis y sufro con el personaje lo que tenga que sufrir, pero luego dicen “corten” y rápidamente vuelvo a ser la Macarena de siempre.
A.C: En estos años has estado compaginando tu trabajo en cine y teatro con La que se avecina. ¿Te molesta cuando la gente se te acerca y te reconocen por interpretar a Lola en la serie, obviando muchos otros trabajos que has hecho?
M.G: No es molestar… Pero hay una diferencia entre la persona que te grita “Lola” cuando vas por la calle a cuando alguien se te acerca y te dice “Hola, Macarena”. Cuando me llaman por mi nombre, yo siento que me están valorando como actriz y me gusta más, pero también entiendo que la gente te vea más en televisión y se queden con el nombre de tu personaje, antes que ir a verte al cine o al teatro, porque es el medio al que tienen más fácil acceso y contra eso no se puede luchar.
A.C: Como actriz, te gusta mucho observar. Algunos de los personajes que has interpretado los has creado utilizando referentes de personas reales. Recuerdo la yonqui que hacías en Padre Coraje, para la que te preparaste yendo a la casa de campo a ver a yonquis reales…
M.G: Cierto…
A.C: O la Canija que interpretabas en Carne de neón, para la que nos fuimos a la calle Montera a ver a muchas mujeres, hasta que dijiste: “¡Esa es la mía… Esa es la Canija!”.
M.G: ¡Es verdad! Pues hace poco tuve que volver a hacer de yonqui y no me acordaba de cómo lo había hecho, que eso a mí también me pasa mucho, y me volví a ver Padre Coraje, pero no me ví a mi, sino a Isabelita “la monja”, que me fascinaba porque era una yonqui muy pasada. Me hace mucha gracia, porque decía “Ay, ¿Cómo hice yo esto?”… Y me fui a comprarme varias películas, como Trainspotting, que es algo que también me gusta mucho hacer para tener algunos referentes.
A.C: Pues fíjate, hace un par de años yo tuve que hacer de yonqui y también tiré de referentes, entre muchas otras cosas, para componer el personaje. Entre los trabajos que volví a ver estaba el tuyo y el de Vicente Romero en Padre Coraje, que me ayudaron mucho.
M.G: Y supongo que verías uno u otro dependiendo del grado del mono que tuviera el yonqui que querías hacer. Y ese proceso en el que nos documentamos para hacer un personaje a mí me parece precioso. No hay que hacerlo siempre, porque puede que ya conozcas el tipo de papel que te toca interpretar. Nosotros somos lo que hemos vivido y luego está lo que nos queda por vivir, y para esa segunda parte es para la que tenemos que buscar y prepararnos como actores.
A.C: Siempre te ha gustado mucho el cine español y has sido una gran defensora de él. Recuerdo la ilusión que te hizo ir a la primera gala de los Goya a la que te invitaron…
M.G: Sí…
A.C: ¿Qué sentiste cuando te nominaron a uno?
M.G: Pues me hizo mucha ilusión, pero si te soy sincera no lo recuerdo como uno de los momentos más especiales de mi vida. Creo que me hizo más ilusión que me dieran el personaje de Montse en Musarañas, y saber que iba a poder interpretar ese papel, que luego estar ahí en la gala. También cuando vas allí estando nominada, yo estaba tan nerviosa… pasaban tantas cosas a mi alrededor que no podía asimilar por culpa de los nervios… que no recuerdas ni cómo ibas vestida.
A.C: Dime la verdad, ¿Pensabas que ibas a volver a casa con la estatuilla?
M.G: Para nada. Lo tenía clarísimo… (Risas)
A.C: Imagínate que te lo dan y de la emoción te pones allí de parto.
M.G: ¡Qué va! Además, tampoco estaba tan embarazada.
A.C: ¿Hubo papeles que no pudiste hacer al quedarte embarazada?
M.G: Sí, unas pelis que no pude hacer, pero es que estaba tan preñada en ese momento que ahí sí que me podía haber puesto de parto. Y yo entiendo que un productor no se puede arriesgar a que pase eso… También te digo que después, a la semana de parir, ya me puse a trabajar.
A.C: ¿Has visto alguna de esas películas que no pudiste hacer?
M.G: Claro que sí, y me lo he pasado muy bien viéndolas. No tengo ningún conflicto con eso. Eso es como cuando haces un casting y no te cogen… Yo luego voy a ver la película y si me gusta como lo ha hecho la actriz que han cogido voy y le digo: “Oye, qué bien lo haces.”
A.C: ¿Te sigues emocionando cuando te llaman para ofrecerte nuevos papeles?
M.G: Siempre. La única diferencia es que, aunque yo le sigo poniendo la misma ilusión y energía, independientemente de quien sea el director, el reparto, el presupuesto…, antes gritaba, lloraba, saltaba de alegría, llamaba a mi padre, a mi madre, a mi hermana… se lo contaba a todo el mundo. Ahora ya no lo cuento tanto, pero me sigo emocionando, y el esfuerzo y la ilusión que pongo en el proyecto sigue siendo el mismo. Ayer, por ejemplo, me desperté a las siete de la mañana para ir a grabar La que se avecina y cuando terminé me fui a ensayar una película hasta las once de la noche. Pero yo es que soy muy feliz trabajando…
A.C: ¿Nunca piensas que te pierdes otras cosas importantes al dedicarle tanto tiempo al trabajo?
M.G: No, pero por una razón muy sencilla: porque me hace muy feliz. El día que no me haga feliz, ya me plantearé eso y seguramente no me merecerá la pena, pero ahora mismo no es así.
A.C: Al margen del trabajo, hay algo que siempre que te lo regalan te hace muy feliz.
M.G: ¡Una Barbie!
A.C: Exacto. Además, tienes una gran colección de la que, por cierto, puedo presumir de haber participado. ¿Recuerdas cómo empezó todo?
M.G: Lo típico, que mi madre me regala con cuatro años para navidad una Barbie, luego otra por mi cumpleaños… y un año descubro que existen Barbies de coleccionismo. Empiezo a comprarme una, luego otra… y cuando empecé a ser actriz, vi que también las hacían de otras actrices y personajes que me gustaban. Cuando quise darme cuenta, ya tenía una pequeña colección que, con los años, fue creciendo. Además, ya sabes que yo, con las Barbies, soy como una niña pequeña. Me gusta ir a la tienda, mirar unas y otras, pensar si me compro ésta o la otra… Si de tal actriz ya la tengo la muñeca de una película, pues elijo de otra que a lo mejor no tengo ninguna. ¿Sabes ahora unas que me hacen mucha ilusión? Cuando me regalan Barbies tuneadas con mis personajes en las películas. Esto empezó con Montse, de Musarañas, y poco a poco han ido viniendo otras.
A.C: Se ha publicado en algunos medios que has comprado los derechos para llevar al cine la Trilogía del mal.
M.G: Bueno, he comprado la opción de compra de la novela, lo que quiere decir que tengo unos años para sacar adelante el proyecto.
A.C: ¿Cómo te ha dado por meterte en el loco mundo de la producción?
M.G.: Porque me di cuenta de que tengo muchos amigos que me enseñaban proyectos muy interesantes que me fascinaban, pero que no se han llegado a hacer porque no tenían medios o no conocían a nadie que les ayudara a levantarlos. Con el tiempo, me he dado cuenta de que he ido conociendo a mucha gente y he adquirido una serie de conocimientos que podría poner en práctica. También te digo que es un mundo que me gusta y he descubierto que soy muy eficiente, porque soy de las que se pone una meta y no paro hasta que lo consigo. De todos modos, también te digo que todo está en una fase muy inicial y que, aunque es un mundo en el que me gustaría meterme, por ahora estoy empezando poco a poco.
A.C: Acabas de terminar de grabar la nueva temporada de La que se avecina. ¿Cuál es el secreto para estar once años en un mismo proyecto y no cansarte?
M.G: Yo es que tengo la suerte de que me dejan compaginar la serie con otros trabajos. Siempre digo que tengo mucho que agradecer a los productores de la serie, porque no coartan tu libertad como artista. Nos dan muchísimas facilidades para poder compaginar con cine, con teatro o incluso con otras series de televisión. A lo mejor, si hubiera estado once años interpretando exclusivamente a Lola me habría cansado, pero como he podido compaginarlo con otros personajes no ha sido así.
A.C: Y este verano te espera el rodaje de dos nuevas películas.
M.G: Sí, son dos comedias. Una se titula Amor en polvo. Trata sobre las relaciones de pareja y la dirigen Juanjo Moscardó y Suso Imbernón. La otra es Los Rodriguez y el más allá. Está dirigida por Paco Arango y es una comedia familiar. También tengo pendiente el estreno de El fotógrafo de Mauthausen, que no te puedes perder porque es una historia muy interesante.
A.C: Y con todo este ajetreo… ¿Cuándo sacas tiempo para quedarte un rato limpiando tu casa? Con lo que a ti te gusta eso…
M.G: Es verdad. Me gusta mucho… Pues mira, te confieso que hoy que me tenía que ir muy temprano a ensayar me he levantado dos horas antes para limpiar (risas).
A.C: Te creo. Y te doy las gracias por esta entrevista. Siempre es bonito pararse un rato a hablar contigo.
M.G: Ha sido un placer. Ya lo sabes.
TEXTO: ÁNGEL CABALLERO
FOTOGRAFÍA: MOI FERNÁNDEZ
MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: CHELO ESCOBAR