Natalia Millán: “Este oficio, sin pasión, es durísimo”

Natalia Millán: “Este oficio, sin pasión, es durísimo”

Cuando empecé con este proyecto de AlgoPasaCom…, tenía muy claro lo que quería hacer, pero nunca imaginé la enorme cantidad de maravillosas experiencias, y satisfacciones personales, que me iba a aportar. Yo no conocía a Natalia Millán, pero siempre había admirado su manera de trabajar, su inagotable energía, su presencia en escena… Días antes de hacer esta entrevista, fui a verla al Teatro Fernando Fernán Gómez, donde representa, a las órdenes de Gabriel Olivares, Windermere Club. Al acabar la función, me quedé paralizado en la butaca y pensé: “Y ahora a ver qué hago para estar a la altura en este reportaje con ella”. Por suerte para mí, lo que encontré al llegar fue una compañera encantadora, profesional y muy generosa. Características, casi siempre, propias de otros grandes a los que he podido tratar…  y Natalia Millán, aunque ella no se lo crea, me demostró que es una de las más grandes.

 

Ángel Caballero: Estos días estás interpretando a Mrs Erlynne, uno de esos míticos personajes de Oscar Wilde, que pertenece a su función El abanico de Lady Windermere.

Natalia Millán: Sí, aunque en esta adaptación de Juan Carlos Rubio, titulada Windermere Club, es la señorita Nadir. Es un personaje fabuloso… Yo vi un montaje, hará como unos veintitantos años, de Juan Carlos Pérez de la Fuente que, precisamente, es ahora el director del Teatro Fernán Gómez, donde hacemos la función. En aquella ocasión, este personaje lo interpretaba la gran Amparo Rivelles, y la verdad es que siempre lo han hecho grandes damas del teatro, por lo que es una enorme responsabilidad.

 

 

 

A.C: ¿Eres consciente de que tú ya eres una de esas grandes damas de la escena?

N.M: ¡No…! (Risas). Me encantaría, pero no soy nada consciente de eso. Ojalá algún día llegue a serlo, porque pienso que los años suman mucho para un actor. Hay grandes damas del teatro, con muchos años a sus espaldas, que admiro, y que he admirado, y me encantaría poder llegar a ser como ellas, porque yo creo que todavía tengo mucho que aprender.

A.C: La obra es una comedia, aunque tu personaje, por el secreto que guarda, está en un registro con pinceladas un poco más cercanas al drama.

N.M: Sí… El otro día uno de mis compañeros definió esto como: “El mayor secreto que puede tener una mujer”. Me pareció muy acertado, porque creo que es la descripción perfecta.

 

 

A.C: Natalia, ¿Cuándo vamos a verte en un papel completamente cómico? Algo me dice que eres una maravillosa actriz de comedia…

N.M: Muchas gracias. Pues no lo sé… La verdad es que casi siempre me suelen ofrecer personajes más duros. Aunque he hecho algunos, como en Cinco horas con Mario, que son dramas, pero que también tenían mucho de comedia y yo lo disfrutaba muchísimo. Parece que en el subconsciente colectivo está eso de que Cinco horas con Mario es un dramón con esa señora viuda, de negro, con el muerto allí… Pero también tiene muchísima ironía. Hay una anécdota de la que yo me enteré cuando estaba haciendo este montaje y es que cuando Delibes comenzó a escribir esta función, el personaje de Mario estaba vivo, y eran dos personas con dos formas de pensar distintas y, políticamente, representaban lo que eran las dos Españas. Entonces se dio cuenta de que no iba a poder defender a Mario de la censura… por lo que se le ocurrió un hallazgo maravilloso que era matar a Mario y contar cómo es él a través de la crítica constante de ella. Claro, los censores se quedaron encantados, porque todo lo que la señora decía les parecía muy bien y estaban totalmente de acuerdo con ella, pero lo que realmente sale por la boca de esa mujer es un disparate tras otro. Por eso te digo que también ahí había comedia y yo disfrutaba mucho cuando el público se reía.

A.C: Tú trabajaste muchos años con Lola Herrera en Un paso adelante… ¿Cómo fue tomar ese relevo de la actriz que originalmente lo estrenó?

N.M: Pues lo primero que hice cuando me lo ofrecieron fue llamar a Lola inmediatamente, porque yo necesitaba su beneplácito. Ella fue, como siempre, encantadora y muy generosa. Me animó mucho a hacerlo, me dio muy buenos consejos y me dijo: “Confía en el texto, porque en ese texto está todo”. Y qué razón tenía cuando me dijo eso… Era totalmente cierto. Desde entonces, yo recomiendo a todos los compañeros que cojan esa función como ejercicio, porque es fantástica. Tener un texto así es un privilegio.

 

 

A.C: Es que si el texto es bueno, la mitad de nuestro trabajo ya está hecho…

N.M: Es cierto. Si el texto es bueno puedes sacar tanto de él… Bueno, y cada uno podemos encontrar cosas distintas en una misma función, que eso también es algo maravilloso. Es una gran responsabilidad cuando coges un gran texto que ya han hecho otros grandes actores, pero también es fantástico, porque tienen tantas lecturas diferentes al pasar por las emociones de cada uno…

A.C: Hablando de grandes textos y de grandes personajes, yo te vi en Un paso adelante hacer el mítico Mein Herr que interpretaba Liza Minnelli en Cabaret y, curiosamente, acabaste haciendo este papel en su versión teatral. ¿En aquel momento ya sabías que ibas a hacer Cabaret o fue algo premonitorio?

N.M: No, no lo sabía. Fue poco antes, así que, incluso, puede que lo viera la productora y tuviera que ver con que me llamaran. Todo aquello fue muy mágico. Y muy seguido… Curiosamente, en el montaje de Cabaret que yo hice en el teatro, el número de la silla en el Mein Herr no tenía nada que ver con la película. Aquel montaje, que a mí me parece buenísimo, yo creo que, de alguna forma, desmitificaba un poco la película y sus personajes de un modo muy inteligente por parte de Sam Mendes. Se alejaba bastante del personaje que hacía Liza Minnelli, que era tremendo… Y menos mal, porque soportar una comparación con la Minnelli es imposible (Risas).

 

 

A.C: Han pasado diez años de aquello, pero cuando aquí recordamos la versión teatral de Cabaret, la imagen que siempre nos viene a la cabeza es la tuya… Ahora se vuelve a estrenar este legendario musical, con otra versión distinta de aquella, y con Cristina Castaño como Sally Bowles. En esta ocasión, parece que es a ti a la que le toca pasar el testigo…

N.M: Y lo hago encantada, porque a mí me ha dado mucha alegría saber que lo va a hacer Cristina Castaño. Es una actriz a la  que yo admiro muchísimo. Me parece una grandísima actriz, es guapísima y, además, canta muy bien. También me gusta mucho que, de pronto, es otra imagen diferente, porque ella es pelirroja, con el pelo largo… Lo que nos lleva a lo que decíamos antes sobre que siempre una función admite nuevas e infinitas posibilidades.

 

 

A.C: Si yo te propusiera reencontrarte en la actualidad con alguno de todos los personajes que has interpretado para ir a tomarte una copa… ¿Con cuál sería?

N.M: Está difícil… Sería muy divertido traernos a la Carmen Sotillo de Cinco horas con Mario a la época actual a tomar algo y a ver qué le parecía. Fíjate, a mí siempre me ha dado la impresión de que esta señora, con esa moral tan rígida, fue una víctima de su educación, de su época… y yo creo que en estos días habría sido muy feliz porque, seguramente, lo que más necesitaba era vivir y pasarlo bien.

A.C: Perdóname, pero me quedo embobado escuchándote hablar con tanta pasión sobre los personajes, las obras… ¿Esta pasión por nuestro oficio es algo con lo que se nace o que se adquiere con los años?

N.M: Yo soy una persona bastante apasionada en general. Aunque me dicen mucho lo de que doy una imagen tranquila, la verdad es que en el fondo soy un volcán. Mi pasión por este oficio me atacó muy pronto. Yo empecé muy temprano a prepararme para ser actriz y lo he vivido muy apasionadamente muchos años, sobre todo durante el periodo de formación, que fue intensísimo. Me costó mucho tiempo llegar a tener papeles importantes en mis manos, y toda esa época de preparación era dura, porque era muy difícil abrirse camino. Pero a la vez tenía un objetivo muy claro y muchas ganas. Yo sabía que tenía que seguir y seguir con toda mi energía puesta ahí y renunciando a muchísimas cosas. Ahora, sin embargo, creo que lo vivo de una forma más serena. Hubo años en los que para mí lo primero era esta vocación, y hoy sigue siendo importantísimo, pero tengo otras prioridades en mi vida. Lo personal me importa más… De todos modos, esto me sigue apasionando, porque este oficio, sin pasión, es durísimo. O estás enamorado de esos momentos buenos que tiene la profesión, que los hay, o si no es imposible que se compense con todos los malos.

 

 

A.C: ¿Qué es lo más importante que has aprendido de esta profesión?

N.M: Cuando interpretamos un personaje hacemos un ejercicio de empatía con él. Puede que no te guste cómo es ese personaje o las cosas que hace, pero no puedes juzgarlo. Para interpretar tienes siempre que entender cuáles son las razones que le mueven para hacer lo que hace y defenderlo. Eso solo se puede hacer si vas a sus por qués y a sus motivaciones. Todo esto te obliga a hacer ese gran ejercicio de empatía y, de alguna manera, te enseña a ser un poco más tolerante con el ser humano. Sobre todo, cuando se trata de grandes obras, que ahondan en el alma humana, acabamos teniendo que ser un poco más tolerantes. No es casual eso que muchos actores hagan cosas solidarias, yo creo que es que tenemos el músculo de la empatía y de la solidaridad bastante entrenado.

A.C: ¿Cómo se capta la atención del público?

N.M: Con la verdad. Los que nos dedicamos a esto sabemos que, a veces, es muy difícil hacer un personaje con verdad, pero, cuando lo consigues, es algo maravilloso. Cuando existe esa verdad y no estás haciendo algo impostado es cuando llegas al público.

A.C: Otra manera de acercarse al público es a través de las redes sociales. ¿Qué tal te defiendes en estos medios?

N.M: Bien… No tengo Instagram, pero sí que tengo cuenta en Twitter y le doy un uso normal. Comparto cosas que veo que me gustan y promociono mis trabajos.

 

 

A.C: Creo que, a estas alturas, nadie se sorprenderá si digo que eres una de las actrices más elegantes de este negocio… ¿Siempre has sido así o es algo adquirido después de tantos años formándote en el mundo de la danza?

N.M: Yo creo que la danza tiene mucho que ver. No olvidemos que la danza es la búsqueda de la belleza en el movimiento, así que, desde luego, algo queda. Es algo que yo le agradezco mucho a la danza y siempre que me lo dicen me pongo feliz y orgullosa. Aunque también te confieso que hay algo que viene de mi padre. Yo tenía un papá muy mayor, cuando nací tenía sesenta años, pero murió cerca de los noventa y siempre fue un señor muy elegante; incluso en los últimos tiempos, en la cama, cuando ya no tenía muy buena salud, él seguía siendo un hombre muy distinguido. Era una persona muy normal, y daba igual cómo fuera vestido, que sentado en el autobús ya había algo en él que lo mirabas y te dabas cuenta de que era alguien muy elegante. Así que esta herencia se la debo a él y, además, la llevo con mucho cariño y orgullo.

 

 

A.C: No sé si te ocurrirá esto, pero, desde que era niño, siempre he tenido la sensación de que el año realmente empieza en este mes de septiembre… ¿Qué proyectos te depara este “nuevo” año?

N.M: Pues estaré hasta Octubre en Madrid con Windermere Club y luego tenemos una gira muy buena. En Diciembre tendré que hacer un pequeño paréntesis, porque estaré cinco semanas con La viuda alegre. Es una opereta maravillosa y una incursión osadísima por mi parte en ese mundo, pero que estoy segura que voy a disfrutar muchísimo. Comparto protagonismo con el barítono Antonio Torres, que también es un gran actor, y con un elenco fantástico dirigido por Emilio Sagi, que es uno de esos grandes magos del mundo de la lírica y del teatro.

 

 

A.C: Natalia, estaría hablando horas contigo, pero el teatro está lleno y el público espera, así que te dejo que te prepares para salir a escena. Gracias por las clases de baile, por la charla y por el cariño…

N.M: Gracias a ti… Ha sido un placer.

 

TEXTO: ÁNGEL CABALLERO

FOTOS: MOISÉS FDEZ ACOSTA

MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: SILVIA GIL

AGRADECIMIENTOS: LPP COMUNICACIÓN, LAURA PIÑANA, TEATRO FERNANDO FERNÁN GÓMEZ.