Nacho Guerreros: “Las funciones, como la tortilla de patatas, nuca te salen igual aunque pongas los mismos ingredientes”

Nacho Guerreros: “Las funciones, como la tortilla de patatas, nuca te salen igual aunque pongas los mismos ingredientes”

A pocos días del estreno en Microteatro de la función No te arrepentirás, hacemos un pequeño descanso, entre ensayo y ensayo, para visitar La Brocanterie (C/Rodrigo de Guevara 2), una de las tiendas de muebles más carismáticas del barrio de La Latina. Él dice que no está nervioso y la verdad es que yo tampoco, porque trabajar con Nacho Guerreros está siendo muy fácil. Es un todoterreno en escena, un maestro y gran compañero. Poco a poco, le voy conociendo un poco más y me entero de cosas curiosas sobre él, como que…

Ángel Caballero: ¿Tú tuviste una tienda de decoración?

Nacho Guerreros: Sí, pero la cerré hace, casi, diez años. La monté con unos amigos, por ese famoso “plan b” que tenemos todos los actores, y me fui , más o menos, cuando empecé a trabajar en Aquí no hay quien viva. Habían bajado las ventas y decidí centrarme en la tele y en el teatro. Al final, acabaron cerrándola al año de irme yo. Fue una época muy bonita…

 

A.C: Me has traído a esta tienda, que es uno de tus rincones favoritos. Parece que disfrutas con la decoración…

N.G: Bueno, yo creo que ha sido algo fruto de la casualidad, porque no me gustaba especialmente… Es algo que he descubierto con el tiempo. Cuando trabajaba en la tienda, teníamos muebles de todo tipo, ropa de diseñadores que, con el tiempo, se han convertido en gente importante, hacíamos exposiciones… Precisamente, fue ahí donde yo conocí a Antonia San Juan o a la Niña Pastori. Era un espacio muy grande y pasaba por allí mucha gente. Ése era un sitio muy bonito y se creó esa cosa de estar en el momento justo y el lugar adecuado. Ya te digo que es una etapa que recuerdo con mucho cariño.

A.C: Curiosamente, años después acabaste trabajando con Antonia en La que se avecina.

N.G: Sí, en aquel momento, ella y Luis Miguel Seguí me compraron un sofá muy chulo que imitaba el estilo de años 70 y, hace poco, me dijeron: “¿Sabes que todavía tenemos ese sofá en la oficina?” Y me hizo mucha ilusión.

A.C: Antes de La que se avecina ya habías intervenido en Aquí no hay quien viva y… ¿Podríamos decir que te quedaste, un poco, por “casualidad”?

N.G: Sí, bueno… Yo estaba haciendo una función de teatro, Bent,  cuando me llamó Elena Arnau para hacer un episódico en Aquí ni hay quien viva. Estuvimos año y medio con aquella obra y vino mucha gente a verla, pero, sobre todo, gente del oficio. Yo llevaba la cabeza rapada y Elena me vio ahí y me dijo: “Oye, vamos a empezar a grabar la nueva temporada de Aquí no hay quien viva. Hay un persona de un yonki, que consistiría en una sesión con Malena Alterio y Fernando Tejero… ¿Te apetecería hacerlo?” Yo dije que sí, porque me gustaba mucho la serie… Lo hice, a Laura y a Alberto Caballero parece que les gustó y me fueron escribiendo un poquito más y un poquito más, y así me acabé haciendo toda la última temporada de Aquí no hay quien viva. Luego comenzó La que se avecina y hasta ahora, que han pasado ocho años.

 

A.C: Si echas la vista atrás, tiene que ser emocionante estar viendo en casa una serie que te gusta, ir un día a hacer una colaboración ahí y que esa pequeña sesión acabe marcando tu vida y tu carrera durante ocho años.

N.G: Bueno, casi nueve, si contamos con el año de Aquí no hay quien viva. Además, me acuerdo perfectamente de la fecha en la que empecé, el 29 de marzo del 2006, porque coincidía con el cumpleaños de mi madre. Así que ya falta poco para hacer los nueve años… Pero sí, es muy bonito.

A.C: Después de tanto tiempo interpretando al mismo personaje, ¿No te asusta el encasillamiento?

N.G: No, nunca me asustó. Yo lo que quiero es trabajar; sin ninguna pretensión, además. Sé que hay baches y que ésta es una profesión en la que hay veces en las que trabajas y otras en las que no. Eso es algo que yo asumí desde que quise dedicarme a esto. Pienso que lo que tenga que venir, vendrá.

A.C: Antes has mencionado Bent, un trabajo que te valió una nominación al Premio de la Unión de actores. El reconocimiento de los compañeros es uno de los más bonitos…

N.G: Sí. Y no sabes lo feliz que me hace también que, después de tantos años, todavía haya gente que me recuerde por esa función. Porque, entre otras cosas, en todo este tiempo no me he vuelto a subir a las tablas, salvo por una función que hice hace poco y ahora contigo en Microteatro. La verdad es que aquello dejó el listón tan alto que también te da un poco de miedo hacer otras cosas que no estén a la altura.

 

A.C: Además, tengo entendido que aquél fue un proyecto que surgió entre amigos…

N.G: Sí, fue justamente eso, y nosotros no esperábamos tanto. A casi toda la gente que trabajamos ahí nos cambió la vida, tanto personal como profesionalmente. Creo que, además, el teatro en un actor es importantísimo, porque sin esa escuela siempre te faltará algo. Hay mucha gente que no quiere hacer teatro y yo creo que se pierden algo muy grande.

A.C: También fue lo último que hiciste con la directora Gina Piccirilli, que había sido tu profesora de teatro.

N.G: Sí, fue mi maestra durante tres años. Yo había hecho varios montajes con ella en la escuela y formamos, junto a otra compañera, espectáculos de café teatro con los que nos recorrimos muchos sitios de Madrid, como la Sala Caracol u otros lugares así, pequeñitos. Ahora recuerdo todo aquello con cierta nostalgia, pero fueron tiempos difíciles, porque estaba empezando; además me dedicaba a otra cosa, porque había que comer… Pero también creo que todas estas cosas te hacen tener un recorrido muy amplio, sobre todo, de experiencias y currículum.

A.C: ¿Es mejor que la popularidad llegue algo tardía para evitar que el éxito se te pueda subir a la cabeza?

N.G: Es que yo creo que se sube a la cabeza, ya tengas 30, 40 o 15 años. Lo que hay que hacer es saber racionarlo a cualquier edad. Es verdad que es más complicado cuando eres joven. Digerir el éxito a los 20 años es muy difícil, porque a esa edad tienes todo el derecho a creerte el dueño del mundo. Yo creo que es más peligroso creértelo cuando tienes 40, porque la hostia puede ser tremenda. También pienso que los que nos dedicamos a esto no hemos descubierto nada del otro mundo. No es que sepamos cómo curar el cáncer, ni nada de eso… Nuestra profesión, al igual que la prostitución, es uno de los oficios más antiguos del mundo y no creo que por dedicarnos a ella seamos mejores que nadie. Como te he dicho antes, yo lo que quiero es trabajar. Si eso viene acompañado de fama y popularidad, que pueden ayudar a llenar teatros, eso es maravilloso, pero no hay que sacar los pies del tiesto.

A.C: Además de esta función que vamos a hacer, tenemos otra cosa en común: a los dos nos gusta mucho la música. Y creo que me darás la razón si te digo que hay temas que suenan mejor en vinilo.

N.G: Por supuesto. Yo tengo una colección de vinilos más bonita… Algunos son regalos y otros me los he comprado aquí al lado, en el rastro.

A.C: ¿Hay alguno que conserves con un cariño especial?

N.G: Sí, uno que me regaló un amigo, de Serge Gainsbourg, con Jane Birkin. Eso para mí es un tesoro… Es como si tuviera un millón de euros. Es un vinilo muy importante porque, además, me lo regaló en una época de mi vida también de muchos cambios. De vez en cuando lo pongo y suena con ese ruido que hace la aguja del vinilo, que es muy especial. Me gusta mucho poner los vinilos, en casita, en el sofá y tapadito con la manta. (Risas) Me gusta despertarme escuchando música. Cuando me toca madrugar no lo hago, pero los domingos, por ejemplo, sí. Es que la música es muy importante, porque te anima, te hace feliz, te trae recuerdos de muchas cosas… Yo no suelo ser muy nostálgico, pero, precisamente, ayer por la tarde me vinieron unos recuerdos del instituto por una antigua compañera que contactó conmigo por Facebook y me puse a escuchar música de los años 80. Recuerdo que, oyendo aquellas viejas canciones, pensé: “Joder, como pasa el tiempo…” Y es que un día te levantas, te das cuenta de que te has plantado en los 44, que te has comido la vida a bocaos y ves que te queda, como mucho, la mitad del recorrido. Y ya no vamos a ser más jóvenes… A partir de los 40 ya empieza otra etapa, que también puede ser muy bonita.

A.C: Vamos, que menuda tarde más alegre te pegaste…

N.G: No, hombre… (Risas) En realidad, es una reflexión que yo pienso desde chiquillo. Recuerdo que la crisis de los 40 la pasé con 37… Hay que asumir para lo que has venido, que es para morir. Entonces, si consigues ser feliz sabiendo que te vas a morir, es fantástico, porque la vida es la muerte y la muerte es la vida.

A.C: Pasemos a un tema más positivo, que no quiero empezar a sentir la crisis de los 40 a mis 28 años…

N.G: Pero si eso es súper positivo, porque te motiva mucho más a hacer las cosas. Sólo vamos a estar una vez en la vida, así que hay que aprovechar el momento y ser feliz.

A.C: Hablando de ser feliz… ¿Y si te pregunto por Francia y por la posibilidad de trabajar allí?

N.G: Me encantaría. Bueno, a mí me gustaría trabajar en cualquier sitio con un buen trabajo, pero es verdad que me gusta mucho Francia y París, en concreto. Creo que, en la mayoría de los casos, los parisinos son bastante antipáticos, pero eso es algo que se corrige con cuatro salidas muy bien puestas porque, además, les suele pasar que cuando esto ocurre se descolocan un poco.

A.C: No sé yo si tu carácter casa mucho con el de los parisinos…

N.G: Qué va. Sinceramente, no casa nada. Lo que ocurre es que es un lugar donde me lo paso muy bien, tengo amigos que viven allí, me lo paso siempre pipa, pero también es cierto que tienes que saber torearles.

A.C: Como decían en la película Sabrina: “París es siempre una buena idea…”

N.G: Por supuesto. Yo también disfruto mucho con el cine en blanco y negro, con las historias del Hollywood de los años 40 y 50, con esas grandes producciones y esas grandes estrellas. Esa iluminación, esa fotografía que tenían aquellas películas… Eso es irrepetible. Habrá otras estrellas fantásticas en Hollywood, pero eso no creo que se vuelva a repetir, al igual que los grandes actores secundarios del cine español en los 60 y 70. Marcaron una época y, además, es que hacían de todo. Ahora parece que nos miramos más el culo, porque tenemos el ego más grande y decimos eso de “No, esto yo no lo hago”. Yo recuerdo algo que decía Fernán Gómez sobre que la carrera del actor: que, por lo general, es una mierda y que sólo conseguirás hacer cuatro o cinco buenos trabajos en toda tu trayectoria, y es cierto… Es muy difícil que todo lo que hagas sea bueno.

A.C: ¿El cine es una asignatura pendiente en tu carrera?

N.G: Totalmente, pero no me llama nadie. Me encantaría trabajar en un largo. Sé que es difícil y que está la cosa muy mal, pero… si otros lo consiguen, ¿por qué no lo voy a hacer yo?

A.C: Sin embargo, vivimos un momento en el, por fin, parece que esa barrera entre el cine y la televisión ha desaparecido. E, incluso, los actores que están en una serie son un buen reclamo para llevar a gente a las salas.

N.G: Sí, es algo que afortunadamente ya ha desaparecido, pero, si te digo la verdad, yo no estoy lleno de proyectos de este tipo. No me invento cosas, ni hablo de los mil proyectos que tengo sobre la mesa… tengo la serie y mis cositas de teatro. Ya saldrá… Tampoco me muero por estar siempre en primera línea de playa, ni por el éxito eterno. No vendería mi alma al diablo, como hacen los personajes de nuestra función, por estar siempre en la palestra, porque eso es muy aburrido. Yo lo que quiero es trabajar en las cosas que creo y que me gustan.

 

A.C: Pero imagino que eres consciente de la suerte que supone tener en este oficio un trabajo fijo durante tanto tiempo.

N.G: Por supuesto. Soy consciente y cada día me sigo pellizcando porque no me parece real el poder estar trabajando en una serie que, además, ha venido como de regalo para todos, porque cuando empezó La que se avecina tenía una audiencia mucho más discreta. Entonces, ha sido un esfuerzo descomunal por parte de todo el equipo y hemos trabajado mucho para que la serie siga funcionando tan bien y esté ahí. Es un trabajo que el público ha reconocido, no sólo en España, porque también se ve fuera, y nosotros estamos recogiendo eso muy agradecidos.

A.C: ¿Te has visto en algún capítulo, o en cualquier otro trabajo, y has pensado: “Qué mal estoy aquí”?

N.G: Sí, claro. Y en teatro he hecho funciones malísimas que luego a la gente le han gustado. Dentro de una buena función, tú puedes tener un mal día y estar fatal. Esto el público no lo sabe, pero tú lo notas. Es como la tortilla de patatas, que nunca te sale igual aunque pongas los mismos ingredientes. Las funciones nunca son iguales, porque, además, intervienen muchos factores del exterior, como que oigas el ruido de un móvil y que te pille más o menos concentrado.

A.C: Las noches de estreno suelen ser buenas, pero la famosa segunda función…

N.G: Las peores de la historia. (Risas) La segunda función siempre suele ser la peor. Esas son muy malas, te pasa de todo y también hay un poco de que puede que te confíes después de la primera noche de estreno. Pero es como un parto que hay que pasar… No nos queda otra.

A.C: A ver qué tal es nuestra segunda noche, que el 5 de Febrero estrenamos…

N.G: Yo creo que va a quedar muy bien e invito a todo el mundo a que venga a vernos todos los jueves y viernes, hasta el 5 de marzo, a partir de las 23.00h en Microteatro Por Dinero (C/ Loreto y Chicote 9)

A.C: ¿Qué es lo que más te atrajo de este proyecto cuando te lo ofrecieron?

N.G: Pues, sinceramente, lo primero que me llamó la atención fue el texto de Carlos Zamarriego, porque me encantó y, como sabes, dije que sí sin pensarlo dos veces. Es una función muy actual, en la contamos algo que pasa a diario. Mi personaje es como un diablo y el tuyo es un pobre hombre que quiere lo que todo el mundo, su futuro ideal. Hay mucha gente que vende su alma al diablo para conseguir ese futuro y hay otros que prefieren vivir la vida de un modo más feliz. Yo creo que todos, de algún modo, se van a sentir identificados con uno u otro personaje. ¿He quedado bien con esta respuesta? (Risas)

A.C: Sí, aunque has perdido una buena oportunidad de quedar muy bien con tu compañero diciendo algo así como que habías aceptado este proyecto por trabajar conmigo…(Risas)

N.G: Sí, eso también… (Risas) Y con nuestro director, Luis J. Barroso, que está haciendo un trabajo fantástico.

A.C: Tu personaje en esta función está en un registro completamente distinto al que el público está acostumbrado a verte. ¿Te has parado a pensar en cómo reaccionará la gente?

N.G: Hombre, yo lo que espero es que la gente no venga a ver a Coque y que vengan a ver a Nacho, el actor. Tengo muchas ganas de hacerlo por esto que dices de que me permite cambiar de personaje y por trabajar en este tipo de formato de Microteatro, que es algo que nunca había hecho.

A.C: En Microteatro los actores estamos a un palmo del espectador. ¿Te asusta esta cercanía con el público?

N.G: Para nada. Tengo la suerte de haber pertenecido a una escuela de teatro, donde cada fin de semana invitábamos a gente a que viniera a vernos y teníamos el público muy cerca. Así que no me asusta. Estoy preparado tanto para lo mejor como para lo peor, porque cada función es única y puede pasarnos de todo. Parece una forma de hablar, pero es que estoy muy contento de formar parte de este proyecto, porque me siento bien, me gusta la función, me encanta el personaje, estoy a gusto con el equipo, nos divertimos mucho en los ensayos…

A.C: Sabes que es algo mutuo. Vamos a disfrutarlo y a seguir ensayando, que ¡En una semana estrenamos!

 

TEXTO: ÁNGEL CABALLERO

FOTOGRAFÍA: MOISÉS FDEZ ACOSTA

AGRADECIMIENTOS: PETER PRIEDE, LA BROCANTERIE.

 

¡NO TE PIERDAS el próximo JUEVES 5 de FEBRERO AlgoPasaCom… HUGO SILVA!