Nacho Fresneda: «Es bonito que escriban cosas pensando en uno… No se puede pedir más como actor».

Nacho Fresneda: «Es bonito que escriban cosas pensando en uno… No se puede pedir más como actor».

Y volver, volver, volver… decía la canción. Volver a Matute 12, uno de mis restaurantes favoritos de Madrid, de la mano de uno de sus socios, Nacho Fresneda. El actor, que saborea las buenas críticas de su personaje en El ministerio del tiempo, nos habla de su trayectoria, de su negocio, de alguna que otra curiosidad y, por supuesto, del fenómeno que está siendo El ministerio del tiempo, que acaba de renovar por una segunda temporada.

 

 

 

Ángel Caballero: Nacho, antes de empezar me gustaría felicitarte por tu trabajo en El ministerio del tiempo. Es asombrosa la precisión con la que afrontas tu personaje en la serie, lleno de pequeños matices, que parece escrito para ti. ¿Llegaste a hacer prueba para este proyecto?

Nacho Fresneda: Muchas gracias. No, no hice pruebas. Me llamó Javier Olivares cuando le dieron el ok definitivo a la serie en TVE, y puedo decir muy orgulloso que este personaje lo escribieron los hermanos Olivares pensando en mí. Incluso, había una broma en la acotación del guión que decía: “Es un personaje de treinta y pico años, pero está tan castigado por la vida que parece que tenga cuarenta y tantos”. (Risas) Es una de esas bromas, entre colegas, de tocar un poco las narices en el buen sentido.

A.C: Además, ya habías trabajado previamente con ellos, por lo que supongo que ibas con una relajación añadida, al saber cómo iba a funcionar todo.

N.F: Sí, yo ya había coincidido con ellos en Infidels, que fue una serie muy chula que hicimos en Cataluña hace años. Ahí pude trabajar codo a codo con Javier. Él es una persona que confía mucho en los directores, pero, a la vez, está muy presente. Escribe de una determinada manera, en las acotaciones, que está claro qué tono y cómo lo tienes que hacer. Yo, de alguna forma, entré rápidamente en sintonía con ese lenguaje de ellos… Después, en Victor Ros, en las novelas de Jerónimo Tristante, en las que está basada la serie, no existía mi personaje. Los hermanos inventaron un Fernando de la Escosura pensando en mí. Por eso pude hacer ese papel, que era como la tercera parte del triángulo amoroso entre Carles Francino y Esmeralda Moya. Además, no era el típico gordo que le ponen para que se case la chica, sino que es un tío con unos valores y una prestancia que hace que, al menos, ella se lo pueda pensar o darle una segunda oportunidad, para poder darle un poquito de oposición al gran Carles Francino. Aun así, era perfectamente lógico que la rubia se fuera con Carles… Pero bueno, había que ponérselo un poquito más difícil. (Risas) Es bonito que escriban cosas así pensando en uno… No se puede pedir más como actor.

 

 

A.C:  El ministerio del tiempo tiene un tono muy personal, ya que mantiene una línea seria pero con ciertos toques de comedia, que recogéis muy bien todos los actores.

N.F: Sí, eso fue algo que estuvo muy meditado y muy hablado con todos desde el principio. Las bromas no están “apretadas”… Cuando se encontraba un buen chiste, no hacíamos eso de querer explotarlo, sino soltarlo en el momento justo. Todo esto sin caer en la broma fácil y procurando que la situación provocase eso en el espectador. Todos los personajes de comedia suelen vivir dramas muy intensos y ellos lo sienten así. Tiene que ser al espectador al que le provoca un poquito de risa, aunque tú lo vivas con toda la seriedad. En guión estaba todo muy bien escrito y muy bien traído.

A.C: Hace muy poco hicimos un reportaje con Aitor Luna, que ha interpretado a Alatriste. En vuestra serie también hacéis referencia al personaje de Pérez-Reverte en las escenas en las que la gente te encuentra un parecido con el capitán.

N.F: En este tema, lo único que te puedo decir es que Alonso, mi personaje, está concebido como un homenaje a las novelas de Pérez-Reverte y punto. Está hecho desde el cariño… Para mí, Alatriste ha trascendido como personaje, es algo que ya nos pertenece un poquito a todos, explica muy bien una época y eso tiene mucho mérito. Fíjate, de todo lo que le he leído a Pérez-Reverte, puede que sea lo que más me ha llegado. También creo que Aitor Luna ha hecho un trabajo grandísimo, y no es cuestión de apoyar al gremio… Pero, desgraciadamente, han tenido mala suerte. La putada es que hemos coincidido en el tiempo y parece que la comparación es inevitable, pero son cosas distintas, trabajos diferentes y ojalá que a todos nos vaya bien.

 

 

 

A.C: Sois dos grandes actores, así que no me cabe la menor duda de que así será. Por cierto, ¿Qué ocurre en las redes sociales cada vez que se emite un nuevo capítulo de El ministerio?

N.F: Un auténtico suceso, que decía el otro día Cayetana Guillén Cuervo. (Risas) Yo no participo en redes sociales, pero sí que lo vivo… y más cuando hablan bien de ti. (Risas) Si me pusieran verde, igual no haría ni caso, pero en esta situación claro que estoy al día y súper orgulloso. Soy consciente de lo que mueven las redes y lo importante que son para mucha gente. Y me hace feliz que en el panorama televisivo español se haya generado este fenómeno de pedir renovación al segundo capítulo, que Lope De Vega sea Trending Topic… Es muy bonito que te toque vivir algo así.

A.C: Imagino que tu trabajo como actor te habrá aportado muchos conocimientos en el campo de la medicina, porque has interpretado a dos médicos, en Hospital Central y en Amar es para siempre, además durante bastante tiempo.

N.F: Sí… (Risas) Hice seis años en Hospital y después estuve un año en Amar… Yo siempre decía que mi personaje en Amar era el abuelo del de Hospital. Bueno, coincidían en la profesión, pero no tenían nada que ver uno con otro. Lo vivo como una anécdota más, pero es verdad que el público igual lo recuerda un poco más. He tenido la suerte de poder vivir tantas cosas entre un personaje y otro, que no le doy esa importancia. Yo lo vivo, simplemente, como una suerte.

A.C: Hay mucha gente que no sabe que has sido doblador de películas tan conocidas como Resacón en las Vegas, Crash o Terminator Salvation.

N.F: Bueno, yo no me atrevo a llamarme doblador, aunque he doblado muchas películas. A mí me llamaron de los estudios de doblaje en Barcelona, porque hacía un personaje de árabe en la tele y me empezaron a llamar para poner ese acento en películas. Del acento árabe pasamos al africano y de ahí a otro y a otro. Enganché muchas películas, cogí mucha confianza con la gente del estudio y ya les pedí que me dieran la oportunidad de hacer un personaje en castellano. Entonces apareció César Martínez, que es uno de los mejores directores de doblaje de este país, y no sé por qué le dio la volada de darme el de Resacón en las Vegas, que es un personaje completamente alejado a mí y ni mis hijos se creen que la voz que escuchan es la mía. Además, he tenido la suerte de trabajar con directores de doblaje muy potentes, intentando dignificar lo que es la profesión de doblador y siempre siendo lo más fiel posible a que tú no estás creando, sino que estás “al servicio”. Como ejercicio de actor también es maravilloso. Yo que soy siempre tan implicado físicamente en todo, el tener que estar delante de un atril sin poder moverme y dándolo todo con la voz ha sido un trabajo de la hostia. Así que no es que sea doblador, pero, sin darme mucha cuenta, sí que he hecho muchas pelis.

A.C: De lo que sí imagino que eres consciente es de que, como actor, tienes una herramienta única en tu voz.

N.F: Hay gente que tiene una elegancia en el movimiento, otros en su forma de mirar… Yo, desde siempre, he sido consciente de que he tenido suerte porque, por ejemplo, no me suelo quedar afónico. Para mí, empezar a proyectar en un teatro fue algo natural, aunque luego sí he dado clases con grandes de la voz, como Concha Doñaque… Tampoco es que me la cuide especialmente (Señala el cigarro que está fumando y el café que está bebiendo), pero tampoco me paso.

 

 

 

A.C: Eres socio de este lugar en que estamos realizando este reportaje, Matute 12. ¿Cómo surgió la idea de embarcarte en este proyecto?

N.F: Por amistad. Soy íntimo amigo de Marco Martínez, que es un actor que también tiene otras inquietudes, y montar locuras y negocios como éste es una de ellas. Para mí, la aventura que supone montar un negocio con Marco es lo que me motiva. También es cierto que, evidentemente, lo montas para ganar dinero, pero tienen que ser siempre locales en los que tú te encuentres cómodo, como el Carbones 13, que es el otro sitio que tenemos.

A.C: Tengo que confesarte que me vuelvo loco por vuestros tacos y por vuestros margaritas. ¿Qué me recomendarías para la próxima vez que vuelva a visitaros?

N.F: Es que los margaritas son espectaculares. (Risas) Tienes que probar la hamburguesa, porque si algo tenemos aquí es que somos de morro fino. Así que me la juego, porque estoy seguro de que te van a gustar. Las tiras de pollo también están buenísimas…

A.C: Pero es que a mí lo que más me gusta de la cena es el postre.

N.F: Pues tenemos una tarta de manzana, que es gloria bendita.

A.C: ¡Ahí me has ganado! (Risas) ¿En qué lugar de todo este espacio consideras que hay más de quien eres tú?

N.F: En una pared de la parte de abajo que piqué yo en el mes de Agosto.

 

 

A.C: Volviendo a tu trabajo como actor, me gustaría destacar el trabajo físico que haces entre un personaje y otro, porque cambias completamente y uno no se parece en nada al otro.

N.F: Es que es lo bonito de esto. Si he podido, siempre que he acabado con un personaje lo primero que he hecho ha sido quitarme el bigote si lo llevaba, si el pelo estaba corto me lo he rapado… Siempre he hecho eso, no por una cuestión psicológica ni mucho menos, sino por algo de “borramos y empezamos otra vez a escribir encima”. Me gusta cambiar… Yo tengo mucho pelo en la cara; pues lo utilizo y me dejo perilla, barba, bigote o me afeito según le vaya al personaje que voy a interpretar. También me gusta probar cosas distintas en las épocas en las que no he tenido trabajo, y me he alisado el pelo o me he teñido de rubio para ver cómo me quedaba eso. La verdad es que, como persona, no sé nunca cómo ir… Recuerdo que yo no sabía ir a una peluquería, porque siempre me habían cortado el pelo en el teatro o en la tele, y este invierno pasado, que trabajé en La casa de la portera, donde no hay equipo de peluquería, me tocó ir, después de más de quince años. Cuando estuve en Amar, que llevaba el pelo corto y el bigotito fino de época, después me iba por la noche a pinchar a fiestas de amigos y los chicos de veinte años me miraban como diciendo: “¿Y este señor qué hace aquí?”. (Risas) Son anécdotas que dan para algunas risas, porque hasta he llegado a ser testigo de dos señoras discutiendo sobre si era el médico aquel o el del club de putas de La reina del sur. Eso a mí me parece muy grande…

A.C: Los amigos suelen ser los mejores jueces cuando ven nuestros trabajos… ¿Qué te suelen decir los tuyos?

N.F: Bueno, los buenos amigos son los que sí son así. Los que te alaban todo el rato, no, pero los que te dicen “aquí sí, aquí no o aquí tal”, esos sí. Por ejemplo, de El ministerio del tiempo, lo que me han dicho ha sido: “Olé”, pero con mayúsculas. (Risas) Y eso me hace sentir muy orgulloso, porque mi familia, en general, también está muy contenta.

 

 

A.C: Por fin uno de esos trabajos que podéis disfrutar viendo juntos toda la familia con tus hijos.

N.F: Bueno, yo hice una serie en Barcelona, que era comedia, y mis hijos la veían porque podían entender algunas cosas… pero ésta es la primera serie que yo hago y que mis hijos están disfrutando. Además, la serie acaba a las once y pico, pero, por una vez, un día a la semana, no me importa que ellos se vayan a la cama un poco más tarde. Lo siento si alguien me dice que soy mal padre por esto, pero no me importa. Creo que es una oportunidad y un acontecimiento entre padre e hijos de poder compartir esto. El otro día mi hijo me decía: “Es que eres muy pro, papá”… (Risas) Pues qué guay que me vean así. Además, ellos también aprenden mucho… La semana pasada estaban encantados con el capítulo de Torquemada, y seguro que cuando les venga en clase de historia dirán: “Ah, esto es lo que hacía mi padre”. Para mí, eso es muy bonito. Mis hijos viven con mucha naturalidad mi trabajo, porque han tenido un padre actor desde que nacieron y no lo viven con la emoción con la que lo puedan vivir un vecino o mis sobrinos, pero sí veo que están orgullosos y que les encanta la serie.

A.C: ¿Le damos un regalito a la gente, a los seguidores de la serie? ¿Qué me puedes adelantar de los próximos capítulos que quedan de esta primera temporada?

N.F: Te diré que nada parecido a lo que ya han visto, aunque en algunos aspectos también habrá más de lo mismo. Vamos a ir soltando algunas perlas, como si no hubiera un mañana, porque los capítulos van a saco. Cada capítulo implica un adelanto en la trama y una evolución en los personajes.

 

A.C: Imagino que tú ya habrás visto acabados los capítulos que aún faltan por emitir.

N.F: No, pero es que, además, está siendo tan bonito descubrirla semana a semana… A mí nunca me había gustado verme en pantalla, pero ahora me apetece mucho. Los tres primeros no los pude ver en directo porque me pillaron viajando y en un recital de poesía, pero los demás sí.

A.C: Para acabar y, de paso, hacer un poco de balance de todo lo que hemos hablado, yo quisiera saber qué es para ti el éxito.

N.F: Tener la sensación de que has hecho un buen trabajo. Además, yo después de tantos años en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, o en La casa de la portera, me doy cuenta de lo complicado que es que se reconozca… aunque no me gusta esta palabra, pero que te aplaudan un trabajo. Porque somos actores y, al fin y al cabo, nos gusta que nos aplaudan, para qué nos vamos a engañar… Y ese aplauso a un trabajo realizado es muy bonito. También pienso que el éxito no se puede medir en una sola cosa. Para mí, empieza con haber disfrutado con el trabajo, haber estado orgulloso de los compañeros que he tenido (tanto actores como técnicos, guionistas, directores, vestuario, jefe de prensa…) y, finalmente, el público lo ve y lo valora.

 

A.C: Gracias, Nacho, por este viaje por tu trayectoria y por la forma de ver nuestro oficio. Gracias por las recomendaciones, que pondré en práctica en mi próxima visita a Matute 12. Y te deseo mucha suerte con la segunda temporada de EL MINISTERIO DEL TIEMPO

 

TEXTO: ÁNGEL CABALLERO

FOTOGRAFÍA: MOISÉS FDEZ ACOSTA

PRODUCCIÓN: JAIME PALACIOS

AGRADECIMIENTOS: ANABEL MATEO, MATUTE 12

 

¡NO TE PIERDAS el próximo MIÉRCOLES 1 de ABRIL AlgoPasaCom… PETER VIVES!