Juan Carlos Vellido: “Vivimos en una época en la que es difícil ganarse la vida como actor”.

Juan Carlos Vellido: “Vivimos en una época en la que es difícil ganarse la vida como actor”.

Quisiera empezar este segundo año de AlgoPasaCom… con una confesión. Hay entrevistas que despiertan en mí un especial interés. A veces, ese interés viene generado por el tema que vamos a abordar, por trabajar en una localización que tenga alguna historia especial, por reencontrarme con viejos amigos o por el simple hecho de conocer a otros nuevos a los que admiro y de los que aprendo. Esto último es lo que me ha ocurrido con Juan Carlos Vellido, actor multidisciplinar que acaba de participar en la quinta entrega de Piratas del Caribe y al que estos días podemos ver sobre las tablas de los Teatros del Canal  con la tragicomedia Bajo Terapia.

 

Ángel Caballero: Se suele decir que nos dedicamos a una profesión de locos… ¿Tú estás de acuerdo con esto?

Juan Carlos Vellido: Yo creo que para actuar hay que estar un poco loco, pero, al mismo tiempo, también hay que estar muy cuerdo. Esto tiene que ver con algo que a mí me apasiona y me obsesiona, que es esta dualidad de la vida y del ser humano. Es verdad que dedicarse a nuestro oficio conlleva un cierto grado de locura que tiene que ver con muchas cosas, como la forma de vivir… La nuestra es una profesión que tiene muchas circunstancias especiales. Vivimos en una época en la que nos cuesta mucho y es muy difícil ganarse la vida como actor. Este hecho ya te empuja a una serie de vaivenes mentales, y de autoestima, que te puede acercar a algo parecido a la locura. Pero, como te decía, no cabe duda de que luego, para actuar, hay que estar también muy cuerdo, porque el interpretar un personaje siempre te exige un conocimiento del ser humano que se tiene que hacer a través de esa cordura.

 

 

A.C: Los actores acabamos siendo un poco los psicólogos de nuestros personajes…

J.C.V: Por supuesto. Ya que no podemos ser jueces, nos tenemos que convertir, más que en psicólogos, en amigos de esos personajes para comprenderlos. El interpretar te obliga a hacer un ejercicio de análisis para descubrir cuáles son los motores que llevan a cada uno de los personajes que interpretamos a hacer lo hacen en cada momento. Eso te exige a mirar la vida, y al ser humano, desde un lugar, digamos, especial. A mí esto es algo que me fascina… Descubrir al ser humano desde otro punto de vista, fuera de los juicios de valor que están establecidos. Como actor, seguramente te habrá ocurrido, comentando las noticias con otras personas, llegar a entender cómo alguien ha podido llegar a hacer algún hecho aborrecible. Y no es que uno lo exima, sobre todo hablando de algún personaje con connotaciones negativas, pero eres capaz de hacer ese ejercicio de analizarlo desde otro lugar, entendiendo que las personas tienen muchas caras y muchas capas.

A.C: Me gusta la pasión con la que hablas de nuestro oficio. ¿Te consideras un actor vocacional?

J.C.V: Sí, lo que ocurre es que me costó encontrar esa vocación. En cierto modo, me da envidia de esa gente que te cuenta que a los seis o siete años ya sabían que querían ser actores y estaban todo el rato actuando. Yo, sinceramente, hasta que no hice mi primera obra de teatro no me di cuenta de que era eso lo que quería hacer. Siempre he sido muy “culo inquieto”, me ha encantado estar metido en todos los “fregaos”… pero pasé muchos años sin saber qué quería hacer con mi vida. Quise ser piloto de aviones, trabajaba en un banco, estudiaba derecho, jugué a baloncesto… y, en cada una de las cosas que iba haciendo, soñaba que podía dedicarme a alguna de ellas, porque siempre encontraba algo que me gustaba. Casualmente, a los diecinueve o veinte años, por medio de unos amigos, empecé a hacer de ayudante en las pequeñas giras que tenían con su grupo de teatro amateur, hasta que un día me ofrecieron hacer un personaje en una obra. No me lo pensé dos veces y me subí al escenario. Fue ahí cuando me enamoré y dije: “Ganarse la vida haciendo esto tiene que ser apasionante”.

 

 

A.C: Es difícil querer hacer otra cosa una vez que has saboreado ese subidón de adrenalina que se siente sobre el escenario…

J.C.V: Sí, cuando tienes ese bicho dentro de ti y se despierta, no es fácil renunciar a él. Yo, después de aquella experiencia, me lo tomé en serio; entré en una escuela, aprendí y empecé a descubrir cosas en mí que desconocía… y eso es fascinante. Cuando, de repente, ves que tienes capacidades innatas para jugar y seguir haciéndolo durante la mayor parte de tu vida.

A.C: Porque ser actor es lanzarse a la piscina y jugar con el otro, como, por ejemplo, hemos hecho nosotros en este reportaje.

J.C.V: Claro que sí, y es una de las cosas más fascinantes de nuestra profesión.

A.C: Aunque también se puede sufrir mucho dentro de ese disfrute…

J.C.V: Obviamente, y eso también es parte de esa locura y esa dualidad de la que hablábamos antes. Para entender una cosa tiene que existir el contrario a ella. Los seres humanos no entenderíamos la vida si no existiera la muerte, el sacrificio sin la recompensa o el juego sin el sufrimiento… Y, aunque diga esto, yo creo que, al final, siempre se impone la alegría sobre todo lo demás.

 

 

A.C: Y puestos a jugar, que mejor que hacerlo en el marco de una franquicia tan exitosa a nivel mundial como es la de Piratas del caribe, ¿No?

J.C.V: La verdad es que yo sólo puedo estar agradecido a la vida por haberme dado esa doble oportunidad, de haber estado en la cuarta entrega y, ahora, en la quinta. Estar en una película de Disney, con todo lo que significa también ese nombre, tocar ese tipo de película enorme y grandiosa que se ve en todo el mundo…

A.C: ¿Te has parado a pensar en esa repercusión, en que te puedan estar viendo al otro lado del mundo?

J.C.V: Sí… Lo que pasa es que, al final, tu trabajo es exactamente el mismo. Impone mucho más el pensarlo (porque son cosas a las que alguien que tiene una carrera aquí en España no está acostumbrado), que lo que luego es… Yo recuerdo mi primer día de rodaje en el set de Piratas y tenía también una sensación de tranquilidad, porque sabía lo que iba a hacer. Sabía que ya me habían probado anteriormente, ya les había gustado. Y, luego, los americanos son muy listos para este tipo de cosas: Te cuidan muchísimo, te respetan muchísimo… y eso te da un plus de confianza a la hora de ponerte a trabajar.

 

 

A.C: ¿Cuánto tiempo has pasado en Australia rodando esta quinta entrega?

J.C.V: Un poquito más de tres meses.

A.C: ¿Qué tal por allí? ¿Mucho canguro? (risas)

J.C.V: Sí, mucho canguro, mucho koala… (Risas) La verdad es que ha sido un regalo de la vida. También porque mi experiencia en Piratas 4 fue muy pequeña y, sin embargo, en esta quinta parte han siddo muchos días de trabajo, y eso hace que estés mucho más implicado en la película y que sientas que formas parte de todo eso. También te relacionas mucho más con el equipo, con los compañeros…

A.C: En esta película ya no están Oscar Jaenada ni Penélope Cruz, pero estás bien arropado por Johnny Deep y Javier Bardem.

J.C.V: Sí, Javier hace de mi capitán, que es el antagonista de Jack Sparrow, que, como todo el mundo sabe, es el personaje que interpreta Johnny Depp.

A.C: Imagino que vivir una experiencia de este tipo al lado de otro compañero español, como Bardem, que conoce perfectamente cómo funciona la industria americana, lo hace mucho más interesante.

J.C.V: Sí, claro… eso ha sido todavía más excitante. Saber que encima vas a trabajar durante todo ese tiempo codo con codo con una persona a la que admiras y quieres… Evidentemente, eso te hace también las cosas más fáciles.

 

 

A.C: Hablabas antes del primer día de rodaje. Qué mal lo pasamos los actores con nuestra primera secuencia… ¿Te ha ocurrido eso de estar viendo una película en la que has participado y, aunque nadie más se dé cuenta, verte un poco más flojo en el momento en el que aparece la primera secuencia que rodaste?

J.C.V: Sí, aunque creo que la autoexigencia tampoco tiene por qué ser algo malo, siempre y cuando no sea algo enfermizo y obsesivo. Yo, muchas veces, discutiendo con otros amigos actores, también he llegado a la conclusión de que al final nada es tan importante. Evidentemente, uno se pone a repasar trabajos pasados y siempre vas a encontrar cosas que harías de otro modo, pero también uno tiene que tener claro que trabajas en el aquí y el ahora, y esas circunstancias siempre van a cambiar a lo largo del tiempo.

A.C: Para aprender, la mayoría de las veces, es inevitable equivocarse…

J.C.V: Exactamente. Es inevitable dar pasos en falso. Las cosas que se hacen mal te pueden hacer aprender mucho y también lo puedes ver como que uno tiene la capacidad de crecer… O, simplemente, en el momento en el que las hiciste no estabas equivocado. Lo que tengo claro es que siempre que me he enfrentado a un trabajo, lo he hecho sabiendo lo que quiero y lo que puedo hacer; desde la humildad, con generosidad e intentando dar lo mejor de mí.

 

 

A.C: Antes has comentado que siempre has sido un poco culo inquieto y, en cierto modo, puede que sigas siéndolo, porque  escribes historias, canciones, haces fotos, has dirigido… ¿Piensas que no hay que poner barreras a la creatividad del artista?

J.C.V: Siempre se dice que a los actores nos pagan por esperar, pero no solo cuando tenemos trabajo, porque cuando no lo tenemos también estamos esperando al siguiente. Al final, acabamos teniendo una vida un poco etérea, y yo tengo necesidades creativas de llenar mi tiempo con cosas. Creo que todo forma parte del mismo motor, que es intentar entender el mundo y plasmarlo de alguna manera.

A.C: ¿No te asusta que esas otras facetas artísticas puedan acabar desviándote de tu camino como actor?

J.C.V: No. Yo creo que, de alguna manera, unas cosas realimentan a las otras. Pienso que son vasos comunicantes y que forman parte del mismo núcleo, que es el núcleo creativo que uno tiene dentro. Si pones la atención en él, te das cuenta de que la creatividad tiene muchos brazos. Uno de ellos puede ser la interpretación, que es con el que más me identifico, pero también me gusta expresarme a través de la escritura o de la dirección. Por ejemplo, yo nunca me había planteado dirigir, porque me daba cierto reparo o quizá no me veía con la capacidad de hacerlo; pero hace unos años empecé y he acabado dirigiendo, junto a mi pareja, dos cortos de ficción y uno documental. A raíz de esto también me he dado cuenta de que tengo cosas que contar desde ese lugar, y que puedo hacerlo. No es una cuestión de ser muy bueno en algo, es algo que nace de una necesidad de contar historias.

 

A.C: Necesidad que te ha llevado también a publicar varios libros…

J.C.V: Sí, escribí una novela y luego dos libros que son dos cuentos. El primero, Escorzos, habla de amor, y el segundo, Inercias, es como la otra cara, y habla del desamor. Muchos amigos me han preguntado: ¿Por qué escribes prosa poética y no teatro o un guión? Y, por ejemplo, eso es algo que… no me sale. Esto es lo que me nace. La forma que yo tengo de escribir tiene mucho que ver conmigo y, para mí, también acaba siendo algo terapéutico. He escrito sobre el amor, porque es un tema que me obsesiona y creo que es el gran motor del mundo.

A.C: ¿Te has enamorado alguna vez de, por ejemplo, un político?

J.C.V: Qué difícil me lo pones… (Risas) Pero sí que creo que ha habido gente que ha sido ejemplar en la política. Sin ir más lejos, el ex presidente de Uruguay, José Alberto Mujica, que me parece un personaje ejemplar, al menos en lo que yo le he escuchado y leído. Ciertamente, vivimos en un momento de desafección por la política, o por los políticos, y que tiene que ver con esta locura en la que estamos metidos.

A.C: Antes de verte en el cine con Piratas del caribe: Dead Men Tell No Tales, podemos verte estos días, a las órdenes de Daniel Veronese, en los Teatros del canal, con la función Bajo Terapia.

J.C.V: Sí, es otra oportunidad maravillosa el poder trabajar con Veronese, uno de los más reputados directores argentinos. Yo he visto todos sus montajes y siempre había tenido el deseo de trabajar con él. Incluso en algún montaje anterior ya intenté que me vieran, pero fue imposible. Sin embargo, ahora me ha llegado de una manera natural, sin haberlo pretendido, y he conseguido uno de los papeles. Somos seis actores en escena durante toda esta obra cómico-dramática, que está escrita por Matías Del Federico, que ha ganado un concurso de nuevos dramaturgos, cuyo premio es que un gran director de escena, en este caso Veronese, la ponga sobre las tablas. Este mismo año han estrenado la función en Argentina y ahora hacemos la versión española con compañeros como Manuela Velasco, Carmen Ruiz, Melanie Olivares, Gorka Otxoa y Fele Martínez.

 

 

A.C: Te veo muy bien acompañado, otra vez…

J.C.V: Mucho. Estoy muy contento, la verdad.

A.C: Me alegra mucho verte tan feliz, Juan Carlos. Sabes que hacía mucho que tenía ganas de que hiciéramos esta entrevista. Gracias por ponerlo todo tan fácil. Ha sido un placer dar contigo el pistoletazo de salida a esta segunda temporada de AlgoPasaCom…

J.C.V: El placer ha sido mío.

 

TEXTO: ÁNGEL CABALLERO

FOTOS: MOISÉS FDEZ ACOSTA

MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: SILVIA GIL

ZAPATILLAS ÁNGEL CABALLERO: PAREDES

AGRADECIMIENTOS: LA CCAVA (c/Segovia 8, Madrid)

 

¡No te pierdas, el próximo JUEVES 10 DE SEPTIEMBRE, AlgoPasaCom… DANI MURIEL!