Jordi Rebellón: “Estamos en un momento en el que es necesario poder evadirse”

Jordi Rebellón: “Estamos en un momento en el que es necesario poder evadirse”

Nos reunimos en la librería Desnivel (Plaza Matute, 6) lejos de los focos, los platós y los escenarios, porque, aunque él es actor, su afición por escribir le ha llevado a publicar su primera novela, titulada Yo también quise ser Superman. Jordi Rebellón nos habla de esta nueva aventura en la que está inmerso, de su pasado encarnado al doctor Vilches en la mítica Hospital Central y de su trabajo en Amar es para siempre o Cuéntame cómo pasó, donde le hemos visto recientemente.

 

Ángel Caballero: Antes de nada, tengo que confesarte que tenía muchas ganas de hacer esta entrevista, desde que hace poco más de un año te vi en la función Desclasificados. Mi más sincera enhorabuena, porque hacías un trabajo extraordinario.

Jordi Rebellón: Muchas gracias. La verdad es que era un gran texto. Yo ya lo había visto cuando lo hicieron en Cataluña y cuando me lo propusieron para hacerlo en Madrid no lo dudé ni un momento. Además, los tres personajes de esa función son fantásticos, pero el mío era el que más me apetecía hacer. Nos lo pasamos muy bien haciéndola. Alicia Borrachero y Joaquín Climent son unos actores excelentes. Y al público le encantó, así que no se puede pedir más. Es algo que ya forma parte de mi currículum y estoy muy orgulloso.

 

 

A.C: Aquella era una función arriesgada por su temática; ahora que veo que publicas un libro, en los tiempos que corren… me da la impresión de que eres una persona que no se “achanta” fácilmente y que salta a la piscina sin miedo.

J.R: Bueno, yo pienso que hay que reinventarse. Tal y como están las cosas y la crisis… La verdad es que hacía tiempo que tenía ganas de escribir. De hecho, esta novela la empecé hace siete años. Lo que ocurre es que es muy difícil enfrentarse a una página en blanco. Tenía muy claro de lo que quería hablar, lo que quería denunciar… y ese era el objetivo y la excusa para escribir la novela, pero tenía que mezclarlo con ficción y con sentido del humor, porque yo entiendo que para leer hay que divertirse. Ha sido un trabajo largo, porque te lleva a sitios que no sabes cómo continuar. Lugares en los que, de repente, te encuentras y que no quieres deshacer porque te gustan… También necesitas el apoyo de una editorial, que en este caso ha sido Penguin. Ha sido un proceso largo, pero estoy muy orgulloso.

A.C: Tengo entendido que ésta no es la primera vez que te enfrentas a esa famosa hoja en blanco, porque tú ya habías tenido coqueteos con el mundo del guión…

J.R: Yo he escrito durante casi toda mi vida. Lo que pasa es que las cosas que escribía las regalaba. No siempre he sido actor, antes trabajaba en un banco, y si a lo mejor venía un compañero que se marchaba de la empresa, pues yo le hacía un escrito, una poesía o un verso. También solía hacer esto para un cumpleaños, una despedida de soltero, o cogía canciones y les cambiaba la letra… Siempre me ha gustado hacer este tipo de cosas, pero nunca me quedaba nada, porque lo regalaba. Lo que pasa es que una cosa es escribir algo así y otra trescientas cincuenta páginas de una novela… (Risas)

 

 

A.C: Yo también quise ser Superman, es un título con el que muchos nos sentimos identificados.

J.R: Claro, tú imagínate qué harías si te pusieran la capa y te dieran los poderes de Superman. ¿Ayudarías a los demás, los utilizarías en tu propio beneficio, te cargarías a los políticos con los que no estás de acuerdo…? ¿quién, alguna vez en la vida, no se ha hecho estas preguntas? Yo creo que todos, en algún momento, hemos querido tener esos poderes para poder solucionar cosas y arreglarlas. Éste es el trasfondo y la filosofía de la novela.

A.C: Muchos de los sueños que anhelamos también se pueden llegar a conseguir sin necesidad de recurrir a los poderes de Superman. 

J.R: Los milagros no existen, pero sí que es verdad que los humanos tenemos mucho más poder del que creemos. Lo que pasa es que, últimamente, estamos en un plan muy individualista. Vamos cada uno a nuestro rollo, preocupados de que no nos pase nada a nosotros, y si le ocurre algo al vecino, pues mala suerte. Yo creo que vivimos un momento en el que hay una gran falta de solidaridad. Es algo que se puede comprobar, por ejemplo, en las últimas elecciones. Si hubiera solidaridad entre los partidos que quieren cargarse al PP, el PP no gobernaría en ningún ayuntamiento y en ninguna comunidad.

A.C: ¿Has notado prejuicios hacia tu novela por el hecho de ser actor?

J.R: Bueno, es que eres un actor conocido, pero no un autor conocido. La gente a la que le guste leer no tiene por qué comprarte el libro sólo porque les gustes como actor. Escribir es otra historia y no tiene nada que ver. Yo tampoco estoy muy obsesionado con vender muchos libros, porque entiendo que hay otros autores que tienen mucho más derecho que yo a vender, porque están afincados en el mundo de la literatura. Yo lo único que pretendo es que la gente que lo compre y lo lea se lo pase bien y se divierta. Ésa es mi única pretensión.

 

 

A.C: Al igual que en tu novela, los actores también necesitamos un ángel de la guarda. Esa figura que nos da la primera oportunidad, que cree en nosotros, que hace que suene el teléfono cuando nos desesperamos… Y que puede ser un director de cásting, un representante o, incluso, un compañero… En tu caso, ¿Quién dirías que ha sido?

J.R: Mi padre. Como te he dicho antes, yo trabajaba en un banco. Lo dejé para ser actor porque hacía teatro desde los quince años. Cuando murió mi padre, yo estaba luchando por trabajar como actor. No tenía trabajo y veía cómo mi padre sufría cuando sufría yo. Él murió, y al cabo de un año empezaron a salirme cosas. Desde entonces no he parado y me ha ido muy bien. Entonces, yo creo que mi ángel de la guarda es mi padre. Siento que de alguna manera me ha ayudado o me está protegiendo.

A.C: De hecho, tu padre también está muy presente en esta novela, ya que las ilustraciones de la portada son dibujos hechos por él.

J.R: Sí, él era un hombre que, aparte de trabajar en tres sitios diferentes para mantener a su familia, hacía teatro de aficionado, era payaso, tocaba el violín, dibujaba… Y (señalándome las ilustraciones del libro) mira cómo pintaba… Esto es de cuando él estudiaba dibujo en el año 38. Son ejercicios de clase. Aquí no se ve, pero en los originales hay anotaciones del profesor dándole algunas indicaciones. Esto ha sido un pequeño homenaje que le he hecho a él.

 

 

A.C: ¿Qué sentiste cuando cogiste el primer ejemplar y viste esos dibujos de tu padre en la portada?

J.R: Me emocioné mucho. Ya había visto las pruebas que te envían por e-mail, pero no tiene nada que ver a cuando “sale del horno”. Llegó una cajita a casa con diez libros y pensé: “Ostras, que esto lo he parido yo”.

A.C: Parece que las inquietudes artísticas te vienen de familia…

J.R: Bueno, yo he heredado la parte teatral, la parte del escenario. No he heredado para nada la del violín, porque rasco un poco la guitarra, pero nada más. (Risas) Pinto fatal y si un día juegas conmigo a Pictionary te vas a descojonar de la risa, porque cuando tengo que dibujar a una persona hago el palito, las manitas, la sonrisa y los pies. Así que solo he sacado lo del teatro, porque mi padre era de esa época en la que cada domingo hacían una obra de teatro diferente y eso lo he mamado.

 

 

A.C: ¿Hay alguna entrevista en la que no te pregunten por el doctor Vilches de Hospital Central?

J.R: Yo creo que es algo que no me voy a quitar de encima nunca. A no ser que algún día protagonice una serie durante doce años, como pasó con Hospital Central, y me cambien el nombre. También te digo que es una etapa que yo recuerdo con mucho cariño. A mi ese personaje me ha dado mucho. No todo, pero sí mucho. Igual que yo le he dado a él doce años de mi vida. Creo que ha sido una empatía común entre los dos y estoy feliz por ello. La gente me sigue llamando Vilches cuando me ve por la calle, pero yo, mientras sea con cariño y con educación, lo llevo muy bien.

A.C: Pero algo de este personaje se te quedó, porque yo recuerdo un partido de fútbol benéfico, organizado por Laura Piñana, donde un amigo común (Pedro Mateo) se lesionó justo al lado del mismísimo doctor Vilches, que también estaba jugando allí…

J.R: Se hizo un esguince de tobillo, pero yo no hice nada, ¿Eh? Lo enviamos a urgencias directamente, porque una cosa es la teoría y otra es la práctica. Yo he aprendido muchas cosas teóricas y sé hacer un masaje cardíaco o un boca a boca, pero que luego vengan los profesionales, que son los que saben. Con esa serie aprendí mucho más a respetar la profesión del médico, porque pienso que debería ser la mejor pagada. Un trabajo en el que tienes que tener la vida de alguien en tus manos exige mucha responsabilidad. Yo creo que no serviría para dedicarme a algo así. A mí se me muere un niño y no podría dejar de estar deprimido, me acabaría llevando el trabajo a casa. Por ejemplo, la sangre no me produce ningún impacto, pero tampoco puedo ver un hueso fuera de sitio, porque me impresiona. De hecho, en la serie, cuando había alguna secuencia en la que se reconstruía con maquillaje algo de este tipo y a mí me tocaba operar, yo no miraba.

 

 

A.C: Por suerte, después de Hospital Central han venido otros papeles, en series como Amar es para siempre, Sin Identidad o Cuéntame como pasó, que han ayudado al público a ver un poco más al actor en nuevos personajes y registros.

J.R: Bueno, pero también hay que decir que desde que acabó Hospital Central hasta que entré en Amar estuve dieciocho meses parado sin trabajo. Fue entonces cuando cogí la función de la que hablábamos antes, Desclasificados, y al mismo tiempo salió Amar. Es lo que nos pasa siempre a los actores: de no tener nada a que te venga todo de golpe. Y lo pasamos fatal, porque compaginar la televisión con el teatro es muy duro. Hice la prueba para Sin identidad, porque ahora todos los actores hacemos castings para todo y si no lo haces no trabajas, me cogieron y decidieron matarme en el sexto capítulo, pero justo entonces me llamaron para una colaboración en Cuéntame.

A.C: Y durante un tiempo te hemos podido ver en ambas series a la vez…

J.R: Sí, han sido unos tres meses que he estado en dos cadenas a la vez, y eso me ha venido muy bien para la novela, porque, de alguna manera, vuelves a estar en el mercado y la gente se entera de que estás escribiendo. Dentro de lo que cuesta vender un libro, todo esto hace que tengas un poquito de ayuda. Aunque yo creo que la mejor ayuda para esta novela va a ser que la gente la lea.

 

 

A.C: ¿Cómo se enfrenta uno a Imanol Arias, que interpreta a un personaje tan querido como es Antonio Alcántara?

J.R: Sí, tuvimos ahí un encuentro, pero fue muy gracioso, porque yo estoy liado con su hija, pero no los conozco a ellos. El día que nos vamos a conocer, en la presentación del libro de uno de sus hijos, tenemos un encontronazo con el coche sin conocernos y nos decimos un poquito de todo. Luego en la librería ya nos presentan y hacemos migas, evidentemente. La verdad es que fue muy divertido de grabar ese encontronazo.

A.C: Como actor, ¿Qué tipo de papeles te gustaría seguir interpretando?

J.R: Yo soy un gran defensor de un género que ha desaparecido, que es la capa y espada. Es verdad que, de vez en cuando, vuelve un Alatriste o un Águila Roja… A mí es un género que me encanta, al igual que las películas del oeste. Defiendo mucho algunos géneros que cada vez se hacen menos y me encantaría hacer una especie de Scaramouche o de El zorro. Creo que está muy bien pensar y analizar en el cine, pero también es necesario poder distraerse. Además, estamos en unos momentos en los que es necesario poder evadirse. Yo, cuando voy al cine o al teatro, desconecto de mi vida de actor y me convierto en un espectador más. Como espectador, a mí lo que me gusta es distraerme con el género que se sea y olvidarme durante dos horas de la que está cayendo.

 

 

A.C: Jordi, ha sido un placer. Ojalá algún día trabajemos juntos y espero que esta novela vaya tan bien que le des un “hermano” pronto…

J.R: Bueno, a mí me gustaría darle hermanos, primos, hijos, nietos… Lo que pasa es que yo también soy muy honesto conmigo mismo, porque pienso es la manera de ser honesto con los demás. En esta novela he contado lo que quería contar, no va a haber una segunda parte, pero me apetece contar otras historias. Así que cuando tenga otra historia y esté convencido de que es lo que quiero contar, lo haré. De momento no la tengo, y, mientras no la tenga, no lo voy a hacer. Yo quiero inventarme historias, con sentido del humor o no, pero con las que la gente disfrute leyendo…

 

TEXTO: ÁNGEL CABALLERO

FOTOGRAFÍAS: MOISÉS FDEZ ACOSTA

VESTUARIO ÁNGEL CABALLERO: Camisa CORTEFIEL, Botas PAREDES.

AGRADECIMIENTOS: LIBRERÍA DESNIVEL, LAURA PIÑANA, LPP COMUNICACIÓN