Jesús Olmedo: “Prefiero disfrutar del camino”

Jesús Olmedo: “Prefiero disfrutar del camino”

Pedro Mateo, un amigo común, fue el anfitrión aquella tarde. Aquella tarde calurosa de verano en la que Madrid parecía un asador. Al igual que los dulces y las napolitanas de chocolate, nos refugiamos en la pastelería Uvepan, y allí, entre risas, cafés y batidos, comenzamos charlar. Viviendo el momento, como a Jesús Olmedo le gusta, las horas pasaron volando… y, cuando quisimos darnos cuenta, teníamos una entrevista y estas fotos que la acompañan. Aquella tarde mereció la pena mandar a paseo a la operación bikini y saltarse la dieta…

 

Ángel Caballero: Eres de Sevilla, ¿No?

Jesús Olmedo: Sí.

A.C: Yo de Málaga… ¿Qué te llevó a ti a coger una maleta y venirte a Madrid para ser actor?

J.O: Es curioso, porque no tuve ningún referente familiar, pero recuerdo que lo tenía clarísimo desde el primer minuto. A medida que he ido creciendo me he vuelto más tímido, pero cuando era un enano me encantaba disfrazarme y hacer parodias e imitaciones en los cumpleaños. Con los años me acabé pagando el viaje de fin de estudios de EGB montando una obra de teatro con mis compañeros… Se me fue metiendo el gusanillo y hasta hoy.

A.C: Pero “hasta hoy” ha llovido mucho… Desde la experiencia que dan los años, ¿Animarías a la gente joven que, al igual que hiciste tú, quieren convertirse en actores?

J.O: Creo que cada uno tiene que vivir su vida como quiera. No seré yo el que coarte los sueños de nadie… Por puesto, podría hablar de que es una profesión muy dura y mil cosas más, pero es que hoy en día, por desgracia, cualquier carrera que elijas es muy complicada. Así que, al menos, sé feliz con lo que escojas. Para el chico de barrio de Sevilla que yo fui, era imposible imaginar siquiera que se pudiera vivir de esto. Pienso que en esta vida hay que intentar vivir tus sueños. Es cierto que hay muchos factores que no dependen de ti, pero eso no te debe coaccionar o hacerte sufrir. Nosotros sabemos que se pasa mal esperando que suene ese famoso teléfono, pero hay que intentarlo.

A.C: Uno de tus primeros trabajos fue en Plaza Alta, una serie mítica en Andalucía.

J.O: Sí, aquella fue la primera serie de producción propia de Canal Sur y luego se convirtió en Arrayán. Tenía un papel fijo, pero no estuve mucho tiempo, porque me llamó Lina Morgan para hacer Hostal Royal Manzanares.

A.C: Espera. ¿Hiciste el casting con la propia Lina Morgan?

J.O: El director, Sebastián Guillén, me hizo la prueba parando el rodaje de la serie con todo el equipo delante. Él era un tipo muy cercano y había un actor dentro de la serie, José Manuel Mudarra, un íntimo amigo mío de Sevilla, que ya le había hablado de mí. Subí a Madrid para hacer la prueba y me habían citado en los estudios. Cuando llegué, Sebastián dijo: “Vamos a parar un momento, que ha venido Jesús para hacer una prueba”. Me pidió que cantara y coincidió que a mi, en aquel momento, me gustaba mucho Luis Miguel y a él también. Lolita, que había versionado canciones de Luis Miguel, también andaba por allí… Acabamos todos cantando un poco y se ve que le caí en gracia. En ese tipo de situaciones, tan al límite, o te creces y lo disfrutas o te achantas y te vuelves pequeño. Por suerte, a mi me ocurrió lo primero y me sentí muy cómodo. Hice una secuencia, todos los compañeros me trataron como a uno más y me apoyaron mucho, y Sebastián no me dejó ni que me volviera a Sevilla. Y, con Lina, también fue un flechazo. Siempre he dicho que ella es mi madre televisiva y, de hecho, cuando acabó la serie me llamó para entrar en Academia de baile Gloria, que preparó después.

A.C: Empezar de la mano de una actriz con una carrera tan dilatada como la suya es…

J.O: ¡Un regalo! Yo estaba, más o menos, bien posicionado en Canal Sur y también estaba haciendo otras cosas de teatro, pero cuando Lina llamó a la puerta dije: “esto no lo puedo perder”. Para mí, era estar con alguien que era parte de la historia del cine, el teatro y la televisión.

A.C: ¿Eras consciente en aquel momento de lo afortunado que eras?

J.O: Sí, siempre suelo ser muy consciente de lo que me pasa. Además, creo que todas las cosas ocurren por algo, y porque tú las provocas también. Si luchas, si te esfuerzas y si crees en ellas… pienso que todo te acaba llegando. No soy alguien que se marque metas, prefiero disfrutar del camino. Llegue a donde llegue habré triunfado, porque el camino lo he disfrutado. Por eso no suelo marcarme objetivos. Intento disfrutar de cada paso que doy, por eso era muy consciente de dónde estaba.

A.C: En esa misma época, participaste en películas como Nadie conoce a nadie.

J.O: No, fue un poco antes, cuando estaba en Canal Sur. Me llamaron porque Benito Zambrano estaba haciendo pruebas para Nadie conoce a nadie, que se rodaba en Sevilla. La hice, conocí a Mateo Gil y para adelante. Y es curioso, porque esa misma prueba cayó en manos de Miguel Hermoso, que estaba preparando Fugitivas. Y apostó por mí, un chico rubito de ojos claros, para un personaje que era un andaluz muy racial, porque él es andaluz y sabe que en Andalucía somos muchos los que tenemos estos rasgos. Ahí trabajé con Miguel Hermoso Arnao y con Laia Marull y, la verdad es que fue una experiencia maravillosa.

A.C: ¿Tú te has sentido profeta en tu tierra?

J.O: Sí, me he sentido muy cómodo siempre que he trabajado allí. Y, además, creo que estoy bien posicionado y reconocido. Fíjate, con tantos años que llevo viviendo en Madrid y cuando me llaman de programas como Las mil y una noches o Menuda noche, con Juan y medio, siempre me hace una ilusión especial. La verdad es que me siento querido.

A.C: He leído que llegaste a Hospital Central como episódico…

J.O: No, eso no es así. Es una errata que se publicó alguna vez en prensa y ahí sigue. Como lo de mi cumpleaños, que siempre me quitan un año. (Risas)

A.C: Eres uno de los pocos que reconocen su edad públicamente…

J.O: ¿Y por qué no? ¡estoy encantado con mi edad! Lo importante es seguir cumpliendo… Pero hay esa pequeña confusión, porque ya sabes que, muchas veces, unas noticias se retroalimentan de otras, como con lo de Hospital Central. Lo que ocurrió fue que mi personaje entró como paciente; se enamora del personaje que interpretaba Diana Palazón y, más adelante, sale una vacante en una plaza de psicología y se la ofrecen a él. Imagino que al poner que entré como paciente y luego fui el psicólogo del hospital, alguien debió de interpretar que yo ya había estado antes en algún capitulo, pero no fue así. Pero hay gente que repitió e, incluso, “tripitió”… Por allí llegaron a pasar creo que unos 7.500 actores, contando sólo los capitulares. La verdad es que fue una gran cantera de actores y una de las series más emblemáticas de la historia de nuestra televisión.

A.C: Muchas veces, la gente suele confundir la realidad con la ficción. ¿Qué es lo más raro que te ha ocurrido como actor?

J.O: Se me viene a la cabeza una vez que me mordió un perro enorme… Yo iba con la moto, supongo que se debió asustar con el ruido, y se soltó la cadena y me mordió en la pierna. Fui a la casa de socorro del pueblo en el que estaba, me pusieron un vendaje y de allí me fui al hospital. La sala de espera estaba hasta arriba y la gente comenzó a pedirme fotos… Al rato, cuando vino la enfermera, le enseñé la pierna y me dijo: “¿¡Pero como puedes estar haciéndote fotos con eso en la pierna!?”. Llamó al cirujano y me metieron en quirófano en el acto. En total creo que fueron unos 20 minutos haciéndome fotos. La gente es la primera vez que te ve en persona y no se da cuenta de que estás en urgencias por algún motivo.

A.C: Vestirse de romano en Hispania tuvo que ser como vestirse de Superman, ¿No?

J.O: Es el tipo de cosas que sueñas de pequeño. Son cosas que yo no me imaginaba que iba a hacer, ni cuando estaba en la escuela de arte dramático, porque, hasta entonces, en España no se solían hacer producciones de este tipo. Y, de pronto, aparece el personaje de mi vida…

A.C: ¿Dirías que es el personaje que más te ha marcado?

J.O: Hay papeles que han significado mucho. El antes y el después lo marcó, sin duda, Carlos, de Hospital Central. Porque duró mucho tiempo y, todavía hoy, la gente me sigue asociando a él. Pero esto es como preguntarle a un padre que a qué hijo quiere más. Todos me han traído algo positivo y me aportaron mucho en el momento en el que llegaron. Pero te confieso que el sueño como actor fue interpretar a Marco en Hispania. Poder montar a caballo, luchar con espadas, tener la suerte de compartir el noventa y cinco por ciento de tus secuencias con el maestro Lluís Homar, llevar una armadura que utilizaron en Gladiator, rodar en los estudios Cinecitta de Roma… Fue el gran regalo para mi carrera. Estoy muy agradecido a la productora Bambú, que creo que está haciendo tanto bien por esta profesión.

A.C: ¿Cómo te preparaste ese cásting? Porque no es muy frecuente que te pidan una propuesta en la que tengas que hacer de romano.

J.O: Creo que se les debió iluminar algo, porque fui con el pelo largo, un vaquero y una camiseta blanca. Luego, cuando vi lo que querían de mí, pensé: ¡Pero si no tiene nada que ver! No sé dónde verían a Marco… (Risas) Sé que habían hecho pruebas a mucha gente para ese personaje y que no terminaban de encontrarlo. Me sentí muy cómodo en el casting, lo hice muy tranquilo, pensando en disfrutarlo mucho… y salió. Nunca sabes. De pronto, la profesión tiene estos regalos. Guardo muy buen recuerdo de aquella experiencia. Lo único que pedí, porque a mí siempre me habían gustado mucho las espadas y me muevo bastante bien con ellas, fue que no quería ningún doble en las escenas de acción. Y me dijeron: “adelante”.

 

A.C: En Imperium interpretaste a un gladiador, por lo que también tuviste que hacer una preparación física del personaje.

J.O: Y de qué manera… ¡Creo que en mi vida había tomado tantas claras de huevo! (Risas) Yo, como actor, no podía defender un personaje de estas características y que cuando le quitaras la armadura se quedara en nada. Tenía que ser un tío poderoso, potente, que impone respeto… Había peleas de gladiadores en las que me enfrentaban a otros cuatro y les ganaba, por lo que tenía que resultar creíble. El inconveniente fue que, justo al acabar Hispania, me detectaron una triple lesión en el codo, lo que se conoce como “codo de tenista”. Lo que parecía una intervención mínima con láser, se complicó y tuve que pasar por quirófano. Esto fue en diciembre y en marzo comenzábamos a rodar Imperium, así que me senté delante de Fernando Díaz, mi preparador, y le dije: “Tenemos dos meses para sacar de aquí un gladiador”. Al final, llegamos a tiempo y pude hacer todas las secuencias de lucha de gladiadores sin necesidad de un doble.

A.C: Imagino que Pharmaton vino muy bien para esto… (risas)

J.O: A mi me hace gracia cuando me preguntan: ¿De verdad lo tomas?, porque pienso: “Si tú supieras de dónde vengo y el nivel físico que he tenido que mantener, entenderías que sí”. Pero lo tomaba, incluso, desde mucho antes, porque es un producto que siempre ha estado en casa. Recuerdo que cuando era un mico, más o menos, entrenaba con mis amigos en Sevilla y luego iba a casa y lo cogía de la típica estantería que tienen todas las madres en la cocina. Cuando luego empecé a grabar Hispania me recomendaron que empezara a tomar un complejo vitamínico y cuando les dije que yo ya estaba tomando Pharmanton, me respondieron: “perfecto. No hay ninguno mejor en el mercado”. Y cuando me llamó mi representante, Paloma Juanes, para decirme que habían llamado de Pharmaton, le pregunté: ¿Es que van a enviarme cajas de regalo por ser un cliente asiduo? (Risas). “No, quieren que seas imagen de la firma”, me dijo ella. No me lo pensé dos veces y acepté, porque es lo que me ha dado la vida para aguantar esas duras jornadas de grabación de las que te hablaba antes

 

A.C: ¿Cómo se lleva eso de ir a la farmacia y ver tu cara en todas partes?

J.O: Hace poco, mi padre me confesó que le había pedido a la farmacéutica mi foto y ahora llego a su casa y me veo, en el salón, en grande también allí en un cartón. (Risas) Yo soy de digerir las cosas como vienen. Tampoco me imaginaba que iba a montar a caballo con armadura y casco de romano… Pero me siento realmente orgulloso de que haya ocurrido algo así, porque es un complejo vitamínico en el que confío y, aún a riesgo de que esto parezca una cuña publicitaria, te aseguro que me parece uno de los productos más interesantes que hay ahora mismo en el mercado. Como actores, nosotros tenemos que creer en ese personaje para poder defenderlo… Pues con esto ocurre lo mismo, si no creyera en Pharmaton no creo que pudiera llevar cuatro años, como ya llevo, siendo embajador de la firma.

A.C: Llegados a este punto de tu carrera, en el que has participado en varios proyectos importantes, eres imagen de una marca, tienes una representante, jefa de prensa… ¿Es más difícil aceptar un proyecto alternativo en el que puede que, incluso, no se cobre, pero que te apetece hacer por otras inquietudes que puedas tener como actor?

J.O: En ese sentido, yo creo que es cuestión de que respeten tus gustos. Por suerte, en la oficina en la que me llevan, lo hacen. Es verdad que conforme vas creciendo en tu profesión tienes que tener más en cuenta el paso siguiente que das. Pero si, como hoy, me apetece venir a tomar un café con unos amigos y hacer unas fotos, lo hago encantado. Y creo que si un día algún compañero me ofrece un texto del que me enamore, pues lo haré. Nada es incompatible. Yo pienso que en esta profesión puedes hacer lo que quieras, siempre y cuando lo hagas con pasión y profesionalidad.

A.C: Como actor, ¿Crees que has llegado donde querías llegar cuando estudiabas arte dramático?

J.O: Es que yo lo único que quería era poder vivir de esto. Para mí, era lo fundamental. Si quitamos toda la parte romántica que tiene, no podemos olvidar que esto es un oficio como cualquier otro. Lo adoro y me apasiona, pero no deja de ser mi trabajo, no mi vida. Me niego a vivir para trabajar… y no cambio un beso de mi sobrino por veinte giras de teatro y cien aplausos. Intento que no me afecte a nivel personal, porque, para mí, lo más importante es que mi chica me quiera, que mis padres estén sanos y estar rodeado de buenos amigos.

 

A.C: ¿Qué proyectos tienes ahora entre manos?

J.O: Si todo va bien, empezaré una película a finales de este verano, dirigida por Antonio del Real. Es un proyecto que me apasiona, porque vamos a rodar al sur, a Algeciras. Tiene un reparto internacional y voy a ser el malo de esta peli, que se titulará Otro día en el infierno. Interpreto a un policía corrupto, que se encarga de introducir una nueva droga de diseño a través del estrecho. Todo esto mezclado con el amor, la venganza, la intriga, el drama… es un proyecto precioso. Será la segunda vez que trabaje con Antonio del Real, después de El clavo de oro, una tv movie que se emitirá en septiembre en TVE, donde, por cierto, también he sido el malo… Se ve que a Antonio sólo me en papeles de malo (Risas).

A.C: Y eso que eras el novio de su hija (Blanca Jara) en Gran Reserva: El Origen.

J.O: Sí, además fue Blanca la que nos presentó y parece que fue amor a primera vista. Tengo muchas ganas de que arranque este rodaje para volver a coincidir con él.

A.C: Pues espero que todo vaya muy bien y puedas disfrutar de lo que queda de verano. Muchas gracias, Jesús.

Texto: Ángel Caballero

Fotografía: Carlos Dafonte

Agradecimientos: UVEPAN; Laura Piñana.

Estilismo Jesus Olmedo: By Nerea Garmendia

 

No te pierdas EL PRÓXIMO JUEVES 21 DE AGOSTO: AlgoPasaCom… CECILIA FREIRE.