Hugo Silva: «Es complicado que no se distorsione la propia visión de uno mismo por culpa de la de los demás»

Hugo Silva: «Es complicado que no se distorsione la propia visión de uno mismo por culpa de la de los demás»

 

Hace unos años alguien me preguntó si me gustaría entrevistar a Hugo Silva. No lo conocía personalmente, así que me puse a documentarme sobre él para la entrevista. Cuando lo tuve delante, me di cuenta de que ese trabajo no había servido de mucho, ya que poco tenía que ver con la persona que llenaba todas esas revistas. En aquella primera ocasión, se mostró cercano desde el primer momento, aunque un poco tímido al principio, e improvisamos una entrevista. Ha pasado un tiempo de aquello. Tiempo que él ha aprovechado para ir alimentando a su actor con grandes dosis de trabajo, talento y esfuerzo. En esta ocasión ya conocía a mi partenaire, por lo que no me documenté; sólo me limité a preguntar y a escucharlo con esa misma cercanía, mientras paseábamos acompañados por el gélido aire de Madrid…

 

Ángel Caballero: ¿Cómo estás, Hugo? Bueno, ya me sale llamarte Rastacai (su perfil de Facebook) antes que Hugo… (Risas) Por cierto, ¿De dónde viene ese nombre?

Hugo Silva: No sé si te acordarás de que yo antes tenía otro perfil de Facebook con mi nombre, con mi foto… y había como tres o cuatro más en la red con el mismo nombre y con fotos mías. Entonces, hubo un tal Hugo Silva que me denunció en Facebook diciendo que yo no era yo. A mí todo eso me parecía muy surrealista… Así que me inventé otro perfil y de ahí salió ese nombre. Como me gusta el rap, el reggae, la música negra en general y me encanta Cádiz, junté Rasta y Cai y ahí se ha quedado. Sin darme cuenta, ahora es, casi, como  segundo nombre… (Risas)

A.C: Las playas de Cádiz pueden ser una buena bolsa de oxígeno para escapar del ritmo frenético de Madrid.

H.S: Cádiz es mi origen, en realidad. Yo nací en Madrid en un mes de mayo y en junio ya estaba en Cádiz. Es el sitio donde he estado toda la vida, porque mis padres tenían un pisito en Chipiona y mis tíos tenían un negocio también allí. Para mí, Cádiz es el verano, mi familia, mis amigos… Y luego, siempre me ha pasado que cuando bajaba a Andalucía, allí la gente hablaba como se hablaba en mi casa, porque mi familia es de Sevilla. Siento que son mis raíces, es mi vínculo, es donde estoy más relajado, me siento cómodo y ahí es donde estoy a gusto. Con el tiempo, en cuanto pude, me compré un terrenito y me hice una casa. También me encanta viajar y descubrir sitios nuevos, pero mi hogar es ése.

A.C: Viajas por placer y a veces por trabajo. Un trabajo te ha llevado a descubrir lugares asombrosos.

H.S: Sí; además, yo creo que es mucho más interesante conocer países trabajando, aunque no los ves de la misma manera. Por ejemplo, de Colombia puedo decir que es un país que conozco bien porque conozco bien a los colombianos. He trabajado con ellos en dos ocasiones (Karabudjan y El corazón del océano) y, si juntamos el tiempo que pasé en ambos casos, creo que sumamos un año de estancia allí, conociendo cómo es ese país en su día a día. Pienso que si hubiera ido de turista no habría sentido ni la mitad de lo que sentí. A Méjico hace ya mucho tiempo que fui, pero me ocurrió algo parecido durante los cuatro o cinco meses que estuve allí. Ésta es una de las mejores cosas que tiene esta profesión… Además, en Colombia es que he estado hasta en sitios en los que ni muchos colombianos han estado, como en la Guajira. Es una suerte poder trabajar en esos espacios, que son bastante curiosos, y poder acercarte a la humanidad de los sitios.

A.C: Imagino que también es más fácil trabajar en lugares donde nadie te conoce.

H.S: Sí, es mucho más sencillo y más práctico. El simple hecho de montar un rodaje en plena calle crea muchísima expectación, pero si, además, en él hay gente conocida, a nivel práctico, es más incómodo para todo el equipo, porque obstaculiza mucho el trabajo de todos. Ya sabes que un rodaje es tiempo que cuesta dinero y éstas cosas ponen más difícil el cumplir a tiempo con la orden del rodaje.

A.C: Siempre se dice que están los actores que nacen y los que se hacen. ¿Tú a qué grupo perteneces?

H.S: Bueno, yo he querido ser actor desde que tengo uso de razón. Por mi forma de ser, si echo la vista atrás, desde niño siempre he jugado a ser actor. Siempre fue mi juego preferido, siempre he imitado a mis mayores o a todo aquel que tenía cerca. Recuerdo que cuando veía una película, después me pasaba dos días haciendo eso mismo, cuando el resto de los niños lo hacían durante unos minutos y luego pasaban a otra cosa. Pero yo, hasta que no veía otra película no cambiaba de personaje. Es algo que siempre ha estado en mí. Y la gente mayor que he tenido al lado, como mi madre, por ejemplo, siempre lo ha visto y lo ha dicho. De hecho, yo creo que soy actor, sobre todo, por mi madre. Ella fue la primera que se dio cuenta de que esto era lo que me gustaba y fue la que me animó a estudiar arte dramático y a meterme en este mundo.

A.C: Yo también conté con el apoyo de mis padres, pero no es lo más frecuente. En la mayoría de los casos, los padres suelen querer que sus hijos se encaminen hacia una profesión más estable.

H.S: Eso es cierto, pero yo siempre tuve un apoyo total por su parte.

A.C: ¿Alguna vez se te pasó por la cabeza todo lo que vino después? El éxito, la fama, el enorme volumen de trabajo, la gente que has conocido, los viajes de los que hablábamos…

H.S: No, nunca lo imaginé. Pero recuerdo que, cuando pasaron determinadas cosas, tuve una extraña sensación de normalidad. Me hacía muchísima ilusión cada vez que daba un nuevo paso o cuando hacía algún trabajo que me emocionaba por algo, pero, en el fondo, había algo dentro de mí que decía: “Bueno, es el paso natural si estás desde crío persiguiendo una cosa. Al final, de una manera o de otra, termina sucediendo”. Además, creo que ver las cosas de esta manera te mantiene la cabeza fría y hace que te centres en lo que te tienes que concentrar, que es en tu trabajo como actor.

A.C: Pero aunque te lo tomes con mucha filosofía, al final, siempre hay cosas para las no estás preparado. 

H.S: Hombre, claro. Yo he trabajado con directores de los que era muy fan. Y antes de empezar el rodaje, siempre pensaba: “Es que no voy a dar una, porque voy a estar completamente obnubilado”. Esto me sucedió con gente como Almodóvar o Álex De La Iglesia, pero luego es muy fácil trabajar con ellos. Aunque son dos genios, con una creatividad desbordante y salvaje que no para de producir ideas, luego abordan el trabajo desde una forma sencilla y coherente que hace todo fluya de una manera natural. Son personas que por encima de todo son grandes trabajadores y te lo ponen muy fácil. Para lo que sí creo que uno nunca está preparado es para la fama. Eso es algo muy surrealista. Se aprende a vivir con ella y a que no se te vaya la cabeza, pero es bastante complicado. Sobre todo, por el hecho de que todo el mundo vea en ti algo que realmente tú sabes que no eres, porque te conoces mejor que nadie. Pero luego está esa reflexión de que a través de los ojos de los demás vemos el reflejo de uno mismo… Entonces es complicado que no se distorsione la propia visión de uno mismo por culpa de la de los demás.

A.C: ¿Has llegado a cabrearte con ese Hugo Silva, producto de una imagen que otros se han hecho de ti?

H.S: No. Pero es cierto que, al principio, puede ser muy frustrante. Pero es lo que tiene la fama… El sujeto famoso es idealizado, para bien o para mal, y eso es imposible de controlar por tu parte. Lo único que puedes hacer es agarrarte con todas tus fuerzas a lo que tú eres de verdad, aceptar que las circunstancias son esas y que son una consecuencia de que estás haciendo algo que te gusta. También es importante saber rodearte de gente que te conoce bien y que te quiere como eres, como tus amigos de toda la vida o tu familia.

A.C: Pero, al ser un personaje conocido, es más difícil saber quién se acerca por ti o por quien eres.

H.S: Bueno, con el tiempo también acabas desarrollando una especie de olfato o sexto sentido, que hace que llegues a tener algo así como una psicología inmediata que te permite mirar un poco más allá de lo que tienes enfrente. Y, aun así, todavía hay veces que te equivocas. Yo me he llevado muchos cortes por prejuzgar a gente que eran personas muy interesantes y que después me han aportado muchísimo. Eso también me ha pasado muchas veces. Hay que estar abiertos y es difícil encontrar ese equilibrio. Como te decía antes, yo creo que lo mejor es acercarte siempre a tu origen. Hay una frase que mi madre me dijo cuando entré en Al salir de clase y que se me quedó grabada: “Nunca olvides que, por encima de todo, siempre serás Hugo, mi hijo”. Siempre me he agarrado a estas palabras para que no se me fuera la olla. También tengo que reconocer que, en mi caso, gracias a mis amigos y a mi núcleo familiar, todo esto ha sido bastante fácil de llevar.

A.C: Eres una persona que nunca se ha pronunciado ante ningún tipo de rumor o publicación incierta sobre tu vida.

H.S: Pero porque yo lo que no voy a hacer es entrar a desmentir o a aclarar cada cosa que publiquen. Hay temas que directamente no abordo, pero no solo por una cuestión de principios, sino de pudor. Respeto totalmente al que lo haga, pero yo no puedo hacerlo, porque me siento muy ridículo hablado de mi vida privada. Me sentiría mal viéndome a mí mismo hablando de con quién salgo, con quién entro o de cómo es la vida que llevo, pero por puro pudor. No me siento cómodo con eso, así que directamente no lo hago.

A.C: Y, al fin y al cabo, el día a día de un actor, por muy mediático que sea, tampoco da muchos titulares.

H.S: La mayoría de las veces que he leído cosas sobre mi vida privada, casi siempre, han sido falsas o han estado engordadas. Pero también puedo llegar a entenderlo, porque los que trabajan en esas revistas lo que al final quieren es vender, hacer números y ganar pasta. Y es mucho más fácil vender esas publicaciones si el protagonista de lo que estás contando tiene una historia mucho más sensacionalista. En estos casos, siempre hay una parte de ti que tiene que ceder. Y si la gente cree que has hecho esto o lo otro… pues que lo crean. Al final, lo más importante es cuidar a la gente que te quiere y a la que tú quieres. Si estás en esto y cargas con la fama, estás sujeto a que la gente opine de ti, pero con el tiempo aprendes a estar un poco por encima de todo esto.

A.C: Tus últimos trabajos denotan una mayor madurez, y me da la impresión de que también hay algo de afán de superación.

H.S: Muchas gracias. No lo sé… Yo intento ser coherente con el trabajo y disfrutarlo lo máximo posible. Supongo que con los años también uno va afinando más, va sintiéndose más cómodo. Y, cada vez que te enfrentas a un nuevo personaje, intentas no meter la pata donde crees lo hiciste en el trabajo anterior. Todo eso va sumando y, al final, sin dejar de arriesgar, porque a mí me gusta mucho arriesgarme, vas conectando más con el papel que te toque interpretar.

A.C: Faltan pocos días para la entrega de los Goya. Tú has estado nominado a otros premios importantes, como los Fotogramas, pero parece que esa madurez profesional de la que hablábamos después no se ve recompensada en este tipo de premios.

H.S: Es que con el tema de los premios nunca sabes… También están los productores y las distribuidoras, que saben que tienen un buen producto comercial, que les funciona bien en taquilla y prefieren no hacer campaña, ni mandar copias a los académicos, porque hay películas que tienen una vida más de festivales, y otras que también las cuidan mucho pero van más encaminadas al público en general.

A.C: De estos últimos trabajos de los que te hablaba, uno de mis favoritos es el que hiciste en El cuerpo.

H.S: El cuerpo fue una película que funcionó bien en taquilla y yo creo que eso era realmente lo que se buscaba. Era un producto muy digno, pero también muy comercial, en el mejor sentido de la palabra.

A.C: A título personal, te confieso que no entiendo por qué ese trabajo, y algunos otros, no se vieron reconocidos con ningún galardón.

H.S: No me han dado muchos premios, pero, para mí, el mejor premio es cada vez que me llaman para un nuevo proyecto. También he hecho muchos castings hasta que me han empezado a llamar directamente para ofrecerme cosas muy interesantes y, sinceramente, eso también es un premio muy grande. Que un director o un productor me vea directamente a mí y confíe en mí para un personaje… eso es un regalo muy motivante. Por supuesto, claro que me gustaría que me dieran uno de esos premios y podérselo dedicar a mi madre, a mi abuela y a la gente que me ha apoyado toda la vida y que ha creído en mí, para que se sientan felices. Pero la verdad es que esta profesión me ha tratado muy bien y espero que lo siga haciendo. No me puedo quejar para nada.

A.C: Si hay algo de lo que tampoco te puedes quejar es de encasillamiento, porque últimamente has realizado personajes muy distintos tanto en drama, comedia, época, cine, teatro, televisión…

H.S: Ahora noto que hay bastante valentía por parte de los directores y productores conmigo. De repente, me ven en personajes que ni yo mismo me había planteado que pudiera abordar. Como decíamos antes, supongo que con el tiempo también vas engordando tu área de acción.

A.C: Haces unos meses debutaste en Microteatro, junto a Inma Cuesta, de la mano de Daniel Sánchez Arévalo. ¿Qué te animó a formar parte de este proyecto del llamado teatro off?

H.S: Bueno, cuando me presentaron el proyecto y vi que era una función que estaba escrita y que iba a ser dirigida por Daniel Sánchez Arévalo, con el que ya había trabajado en un piloto de un proyecto que parece que va para adelante y que se titula Lo Nuestro, me animó mucho, porque después de esa experiencia quedé encantado con él. Me llamó, me explicó un poco de qué iba la historia y me dijo que sería con Inma Cuesta… Y, claro, es que era imposible decir que no a eso. Después pasó una cosa muy bonita y es que las entradas se agotaron en nada, lo que me cargó de responsabilidad pero, por otro lado, también me agradó muchísimo. Y cada vez que salía a escena tenía la sensación de que estaba agradeciendo al público en primera persona el hecho de seguirme durante todo este tiempo. Esto, además, haciéndolo de la mejor manera posible, que es en una representación, procurando que se peguen un viaje, que se rían y que se emocionen.

A.C: Para los que no lo sepan, en el formato Microteatro el actor está a un palmo de distancia del público. ¿Cómo fue esa sensación de tener a la gente tan cerca?

H.S: Para mí, fue toda una experiencia, porque profesionalmente es algo que nunca había hecho. Nos pasó de todo… Recuerdo que el mismo día del estreno, con todos los compañeros delante, se me fue el texto y me quedé en blanco. Menos mal que Inma, que es una máquina, me sacó de ahí. (Risas) Luego, en otra ocasión, vinieron los padres de Inma y a su padre le sonó el móvil. Era un momento en el que ella estaba hablando y al ver esa situación se le fue el texto. E igual, ya entré yo y le pude, más o menos, echar un cable. Nos pasaron muchas cosas, pero era una sensación tan buena… Sobre todo, había un sentimiento de que el público estaba siempre a favor y dispuestos a ir a donde tú les propusieras, y eso era fantástico. Pese a todos los nervios que yo paso en teatro, la verdad es que fue una sensación muy grata.

A.C: No me digas que eres humano y que tú también pasas nervios en teatro.

H.S: Sí, muchísimos. (Risas) Mi relación con el teatro siempre es un poco amor/odio. Las sensaciones que tengo cuando estoy sobre el escenario no las tengo en ningún otro sitio… La tranquilidad y el apoyo que me da el público me hacen volar y llegar a sitios, a nivel interpretativo, a los que a lo mejor no podría llegar en otros medios, y creo que eso nos pasa un poco a todos. Pero durante todo el proceso de ensayos paso muchísimos nervios y me provoca mucha ansiedad. Eso se convierte en una lucha continua contra esa ansiedad, y estoy todo el rato poniendo en la balanza lo bueno y lo malo. Puede que sea por falta de costumbre, porque en un rodaje me ocurre justo lo contrario. ¿Sabes esos primeros días en los que todo el mundo está súper nervioso? Pues yo estoy siempre muy tranquilo. Pero en el teatro hay un componente de salto al vacío que al final acabo haciendo, pero una hora antes de salir a escena estoy fatal.

A.C: Donde no creo que tengas problemas de ansiedad es en tu próximo proyecto: Mi gran noche, la nueva película de Álex de la Iglesia que empiezas a rodar en breve.

H.S: No, ahí no hay ninguna ansiedad. (Risas) Lo que hay son muchísimas ganas. Es una comedia con un reparto muy coral en el que, prácticamente, está todo el elenco de Las brujas de Zugarramurdi, pero digamos que los roles están un poco cambiados. Esta vez, ni Mario (Casas), ni yo seremos los protagonistas, porque está todo mucho más repartido. Creo que va a ser un pelotazo, porque es pura comedia Álex de la Iglesia. Ya verás, va a ser muy divertida.

A.C: Vuelves a trabajar con Mario Casas después de Las brujas y de Los hombres de Paco, donde lo viste de cerca convertirse en este fenómeno mediático que es ahora, y que coincidía con uno de los momentos álgidos también de tu carrera.

H.S: Sí, pero durante esa época la verdad es que yo fui bastante inconsciente. Después ves otros momentos que han tenido compañeros, como Miguel Ángel Silvestre, y me da la impresión de que cada vez es como un poquito más de todo, en parte también gracias a las redes sociales y a las nuevas herramientas que hay ahora para la gente que quiera seguirte. Y con Mario ocurrió lo mismo, pero más todavía. Veo mucha inteligencia por parte de Miguel Ángel y por parte de Mario. Es bonito ver cómo ellos han sabido aprovechar su momento, hacerse un hueco en la industria y poder trabajar en lo que les gusta. Sobre todo, me gusta ver a Mario, porque cuando yo lo conocí era muy joven, y es bonito ver lo bien que ha madurado. Y es que, para mí, ahora mismo, es un pedazo de actor. También hay que tener en cuenta que hay ciertas personas que hacen que funcione nuestro star system y Mario, en ese sentido, es un valor muy importante en nuestra industria. Y, además, son actores que cada vez se superan a sí mismos y lo hacen mejor.

A.C: Estos días, Telecinco está emitiendo las primeras promos de Los Nuestros, que veremos próximamente. ¿Qué me puedes adelantar al respecto?

H.S: Es una mini serie de tres capítulos, que rodamos entre Fuerteventura y Madrid. Sobre todo, es una historia de aventuras. Pienso que han sido muy valientes con este proyecto, porque se han abordado temas que pueden ser bastante sensibles. Parece que no nos damos cuenta, pero es que España ahora mismo está realizando actividades bélicas en República Centroafricana, en Mali y en Afganistán y hay equipos especiales metidos en misiones bastante duras. Los Nuestros muestra cómo es el día a día de esas personas y, para mí, fue brutal, porque tuve contacto real con esta gente y con la atrocidad de la guerra. Es una experiencia que creo que me completó bastante, porque yo soy un tipo que siempre ha sido antibélico, no hice la mili y nunca me había llamado la atención todo este mundo, pero me ha gustado mucho conocerlo de primera mano y haber sido instruido por ellos, porque estuvimos unos dos meses de instrucción militar. Recuerdo que entré allí en plan: “Bueno, a ver qué me encuentro…” y salí de allí flipado.

 

A.C: Estoy impaciente por ver la serie, Hugo. Y te deseo mucha suerte en este reencuentro con Álex de la Iglesia. Ha sido un placer volver a charlar contigo.

 

TEXTO: ÁNGEL CABALLERO

FOTOGRAFÍA: MOISÉS FDEZ ACOSTA

AGRADECIMIENTOS: JAIME PALACIOS, JESÚS TORRES, EL AEDO TEATRO

 

¡NO TE PIERDAS el próximo JUEVES 12 de FEBRERO AlgoPasaCom… SARA SÁLAMO!