Eva Isanta: “Sigo pensando que lo mejor aún está por llegar”

Eva Isanta: “Sigo pensando que lo mejor aún está por llegar”

 

Como en todas las profesiones, en el mundo de la interpretación no todo es de color de rosa. Por muchos avatares en los que ahora no voy a entrar, porque darían para un libro, podría decirse que es un oficio que te obliga a caminar siempre con pies de plomo. Pero también sucede que aquí todo se magnifica, y lo bueno, por lo general, suele ser doblemente bueno. Cuando tropiezas con compañeros como Eva Isanta, lo malo se olvida, te reconcilias con la profesión y vas a donde ella te pida. En este caso, fuimos a pasear por el Teatro Infanta Isabel, donde nuestra protagonista de esta semana representa estos días La novia de papá.

 

Ángel Caballero: En ocasiones, cuando hablamos de actores conocidos u otros personajes públicos, pensamos que sabemos mucho de ellos y pasamos por alto algunos detalles curiosos sobre su trayectoria profesional, como en tu caso puede ser que fuiste ayudante de dirección de funciones de teatro como Misery o Familia.

Eva Isanta: Bueno, ya sabes cómo es este trabajo… Por aquel entonces, no tenía tantas ofertas como actriz, y cuando me ofrecieron esta oportunidad, la cogí. Fue una experiencia muy interesante y muy bonita, porque estando al otro lado se aprenden muchas cosas que no conocemos cuando sólo nos dedicamos al campo de la interpretación. En el caso de Familia, por ejemplo, que era una adaptación teatral de Carles Sans de la película, yo hice una prueba para uno de los personajes, pero no me escogieron. Como ya había hecho antes Misery, con Ricard Reguant, me ofrecieron el puesto de ayudante de dirección y, como no era mi primera experiencia, me atreví a decir que sí. Yo creo que está muy bien para los actores que nos metamos en la producción, en la dirección… y veamos cómo son las cosas desde otro punto de vista, con las dificultades que puede haber en estos campos, como puede ser encontrar un reparto apropiado. Se entienden muchas cosas de por qué uno trabaja o no trabaja. O, en función de lo que se está buscando, qué cosas se priorizan en dirección y producción. Y también te da un poquito de cura de humildad, al ver que los que ponen la pasta no son siempre “los malos”, que es un concepto que muchas veces se tiene. Parece que la gente que tiene el poder sobre el cásting o sobre la dirección, cuando no nos cogen, o no somos los elegidos, pasan a ser los enemigos… y nada más lejos de la realidad.

 

(Eva lleva: Vestido EVASSÉ BY COSTURA EUROPEA. Ángel lleva: Total look SPRINGFIELD)

 

A.C: A raíz de estas experiencias, ¿Por qué no te lanzaste después a dirigir una función?

E.I: Bueno, es algo que no descarto… pero también es cierto que es algo a lo que no me atrevo, al menos de momento. Me parece muy complicado dirigir. Creo que hay que tener una visión muy extensa de toda la situación, que yo no sé si tengo. El director tiene que ser muchas cosas a la vez y ha de conseguir un ambiente de empatía para contar una historia, que a veces puede ser tuya y otras no. Entonces, dependiendo de cómo fuera el proyecto… Si, por ejemplo, se tratara un texto mío en el que realmente quisiera contar algo, eso me parece que te da una ventaja, porque, al fin y al cabo, es tu historia y tú decides cómo la quieres contar. A menos que sea algo así, no me considero en absoluto preparada. Me merece muchísimo respeto.

A.C: En este reportaje, hemos jugado un poco con esos roles del director y la actriz. ¿Cómo han sido la mayoría de las experiencias que has tenido con los directores que te has encontrado?

E.I: Es complicado resumirlo así, porque si me paro a pensarlo la verdad es que he trabajado con muchísima gente. He tenido experiencias maravillosas y otras que no lo han sido tanto. Ha habido casos en los que me han dirigido con el método “WestingHouse”, que es ese de “tú te pones por allí, hazlo deprisita, dale ritmo, sé graciosa y no tropieces con los muebles”, y eso está en mi haber profesional; y varias veces, además. (Risas) No sé si por mi manera de enfocar el trabajo o por qué, pero en esos casos tampoco lo he sufrido demasiado, porque me lo he planteado como algo puramente alimenticio. Lo que es cierto es que siempre necesitas más. Cuando te encuentras con gente que ve las cosas de otra manera, que no está pensando en el resultado sino en el proceso, y te dirige con mucho amor y teniendo muy claro lo que quiere, se crea una sinergia diferente… y, afortunadamente, eso también lo he vivido. Aunque sigo pensando que lo mejor aún está por llegar.

 

 

A.C: Los actores siempre tenemos esa necesidad de meternos en la piel de nuevos personajes. Imagino que, después de nueve años interpretando el mismo papel en televisión, el teatro se convierte en esa balsa del oxígeno para el actor.

E.I: Sí, es cierto que está esa necesidad que tenemos de construir personajes diferentes, por mucho que te guste el que interpretas. Siempre buscamos cambios: de personajes, de géneros, de energía y de muchas otras cosas que componen el deseo del actor. Además, pienso que los que somos vocacionales disfrutamos mucho con este proceso del trabajo, ya que también es un método de conocimiento de uno mismo. Yo creo que si no hubiese sido actriz, me habría dedicado por algo relacionado con el conocimiento sobre alma humana. No sé si habría sido psicóloga, porque estoy elucubrando… Lo que sí es verdad es que a mí el ser humano me interesa mucho. Y, gracias a  la posibilidad de interpretar distintos personajes, acabas conociendo mucho de ti y de los demás.

A.C: Para el actor es fundamental hacer un buen análisis previo de tu personaje, para saber cómo lo vas abordar.

E.I: En efecto. Y defenderlo siempre, aunque no nos guste o aunque esté muy alejado de nosotros. Eso también me parece muy bonito: cuanto más lejos esté de ti… mucho mejor. Lo que ocurre, cuando estás trabajando un personaje de largo recorrido en televisión, es que es complicado que puedas hacer otros en medios audiovisuales, porque las cadenas, y todo lo que rodea a la industria, eligen un poco lo que nosotros hacemos. Si el personaje que estás haciendo funciona, sólo quieren que hagas eso mientas vaya bien. Entonces, es complicado que te den una oportunidad de hacer algo distinto, porque la gente podría decir: “Mira, la Cuqui haciendo de…”. Quiero pensar que esto es el miedo que algunos productores pueden tener en estos casos. Así que en audiovisual es difícil compaginar. En cambio, el teatro sí te da la posibilidad de hacer otras cosas. Aparte, a mí el medio teatral me vuelve loca y siempre necesito volver a él. Ese contacto directo, cada día, con el público…

 

 

A.C: Tu primera experiencia en teatro profesional fue interpretando a Doña Inés, junto a Luis Merlo. Cosas de la vida, y de esta profesión, muchos años después acabaste embaraza de él en Aquí no hay quien viva.

E.I: Sí, conocí a Luis con diecinueve años, en el Don Juan Tenorio que hicimos en Alcalá y que, efectivamente, era mi primer trabajo profesional. Empatizamos muy bien y después me ofrecieron otra función, Trescientos veintiuno, Trescientos veintidós,  que era una obra de Ana Diosdado, en una producción de Pedro Larrañaga, con Manolo Tejada, María Luisa Merlo y yo. Después nos perdimos la pista un tiempo y nos volvimos a encontrar en Aquí no hay quien viva, donde tuvimos un hijo, como tú dices… (Risas)

A.C: Por lo que veo, es una familia a la que has estado muy vinculada, porque en Farmacia de guardia hacías, precisamente, de hija de Carlos Larrañaga.

E.I: Sí, ahí trabajé con él… La verdad es que es una familia que siempre me ha traído muy buena suerte y me ha ayudado mucho.

 

 

A.C: ¿Cómo viviste, en aquel momento, formar parte de una de las series de mayor éxito de nuestro país? Cuando se hacían aquellas audiencias históricas y la veía toda España, porque no había tantos canales como tenemos ahora.

E.I: Sí, es que fue un fenómeno comparable a algunas de las series más punteras de este momento…

A.C: Bueno, al igual que La que se avecina, en la que estás ahora.

E.I: Sí, por ejemplo. Pero es que, como apuntabas antes, entonces no había muchas más cadenas y era la serie que veía toda España. Yo no estuve desde el principio. Entré como a la mitad, interpretando a la hija de Carlos y Concha Cuetos, que llegaba de fuera. Aquello fue toda una experiencia para mí, porque tú imagínate… Yo, que venía de un grupo de teatro de Getafe, que acababa de empezar a hacer teatro y, de repente, me cogen para esta serie y nos hicimos todos súper famosos. Bueno, algunos, como Carlos y Concha, ya lo eran… pero a los demás nos dio mucha popularidad. Aprendí mucho de aquella experiencia, porque recuerdo que pensé que ya estaba todo hecho. Yo soy una persona que no vengo de familia de actores y, en aquel momento, tampoco conocía a mucha gente. Con toda la ingenuidad de la edad y sobre el medio, pensé que, como salía por televisión, la gente me reconocía por la calle y eran muy amables conmigo, ganaba una pasta para una chica tan joven… pues ya estaba todo el camino hecho. Pero descubrí que todo lo que sube puede bajar muy rápidamente. Aquello me dio una cura de humildad que no olvidaré nunca. Después de Farmacia de guardia, estuve un tiempecito parada. Tuve que ponerme a trabajar de camarera y la gente me preguntaba “¿Tú eres la de Farmacia de guardia?” Y yo miraba para otro lado y lo negaba. (Risas) Así es como descubrí que esto es una carrera de fondo, que el trabajo y la fama son cíclicos y que todo tiene la importancia justa en el momento justo.

 

 

A.C: ¿En algún momento llegaste a pensar que tu tren había pasado y que esa oportunidad no se volvería a repetir?

E.I: La sensación más interna era de que yo siempre estaré aquí. Y todavía la tengo, aunque ya sabes que en esto siempre tenemos esa sensación de que el paro nos amenaza. Creo que, con el tiempo, he llegado a encontrar mi camino y siento que voy por el sendero correcto en mi vida. Siento que nunca podré desvincularme de esta profesión, porque es lo que me hace seguir y es uno de mis objetivos vitales. No me malinterpretes, no es una presunción de que yo crea que soy buenísima, es sólo el sentimiento de que éste es mi camino. Evidentemente, cuando pasamos malas temporadas, se te pasa por la cabeza el fantasma de la duda y crees que, a lo mejor, no eres tan bueno, que tú o tu trabajo no interesa… Y ahí tienes que tener mucho cuidado contigo mismo. Hay que mirar dentro, no juzgarte demasiado, que las oportunidades vuelven, que hay que estar preparado, seguir formándose y aprendiendo de la vida, porque, más tarde o más temprano, todo se coloca y ahí estás.

A.C: Y aprender a querernos un poco más… porque nuestro ego es frágil y nos puede jugar malas pasadas.

E.I: Claro, pero es muy complicado, porque los actores estamos siempre expuestos a la opinión de los demás. Y no sólo a la opinión, también a si generamos o no generamos una economía. Si somos productivos o no. Si somos lo suficientemente importantes en los medios de comunicación… Si tenemos equis seguidores en Twitter, a lo mejor eso pesa más en un trabajo, porque pensamos que buscan a alguien que sea muy seguido… Tenemos muchísima fragilidad en ese sentido, porque son cosas que no dependen de nosotros e inmediatamente relacionamos la falta de trabajo con la falta de talento. Y yo creo no es así… Lógicamente, tienes que tener algo de talento, pero el trabajo y el aprendizaje también te hacen ser mejor en todos los campos. Hay que seguir invirtiendo en eso, aceptar que en un momento dado puede que no estés en el mercado, pero que puedes volver a estarlo si estás preparado.

 

 

A.C: ¿Está bien haber llegado a Aquí no hay quien viva y, posteriormente, a La que se avecina ahora y no con diecinueve años?

E.I: La verdad es que sí. Es una cosa que yo agradezco que me pasara en su momento. También creo que hay que aprender a disculparse a uno mismo y a entenderse en los diferentes momentos de la vida. Yo ahora echo la vista atrás y me siento disculpadísima, porque entiendo que mis circunstancias no me permitían tener otra noción de la realidad que estaba viviendo. Pero en la vida vamos aprendiendo cada día con todo lo que nos pasa, con lo bueno y con lo malo. Aquello me marcó mucho y me enseñó gran parte de la esencia, y del éxito, de esta profesión. Ahora, cuando la gente me reconoce por La que se avecina, yo tengo muy claro cuál es mi sitio, quién soy y dónde estoy.

A.C: A lo largo de estos años, además, puntualmente has dado clases de interpretación a niños.

E.I: Sí, pero eso lo digo con la boca pequeña, porque yo no tengo una formación como para ser profesora. Lo que ocurre es que, por circunstancias, y porque me gusta mucho el tema de la enseñanza, sí que he estado muy vinculada a algunos proyectos de este tipo, como uno en el que colaboré con La casa del actor, que estuvimos compaginando con nuestros trabajos algunas actrices, y en el que la danza, la música, el teatro y otras artes se impartían como asignaturas en algunos colegios más desfavorecidos de Madrid, para integrar a los niños y que vieran que el arte y la educación nos iguala. Fue un recurso muy bonito, porque eran experiencias maravillosas. Eran centros con familias muy desestructuradas en situaciones muy dramáticas y veías que el teatro, y las artes en general, conseguían sacar de esos niños unas cosas maravillosas y servirles de mucho para abrirles un mundo de posibilidades. Fue una etapa muy, muy bonita.

 

(Eva lleva: Vestido LA POUPEE D´CHLOE y Pulsera HOBE. Ángel lleva: Camisa CORTEFIEL, Jeans SPRINGFIELD y Zapatillas NIKE JORDAN)

 

A.C: Tú trabajaste en Colegio Mayor, que es como la antesala de series como Al salir de clase, Compañeros o Física o Química. ¿Crees que los actores que se encuentran ahora en este tipo de series son muy distintos a como erais vosotros?

E.I: Veo cosas muy diferentes… Por un lado, me encuentro con gente más frívola, personas que piensan que esta profesión es convertirte en famoso. Los que somos actores sabemos que ésta no es la trayectoria de un actor y que estos casos son flores de un día. Pero, por otro lado, también veo a gente muy preparada. Hay generaciones que vienen con una grandísima formación, que hablan varios idiomas, tienen muy claro lo que quieren… Muchos, incluso, tienen una carrera universitaria y, aun así, deciden apostar por ser actores. Estas personas que te encuentras son muy honestas y valoran mucho este trabajo, aunque lo tienen difícil, porque acceder de la nada a esta profesión es complicado. Pero hay gente ahora, abriéndose camino, que lo está haciendo muy bien. En La novia de papá, la función que estoy haciendo, trabajo con chicas muy jóvenes, como Lucía de la Fuente o Nadia De Santiago, y te digo que ya hubiera querido tener yo a su edad la formación, la disciplina y la profesionalidad que tienen ellas. Así que ojo, porque las nuevas generaciones vienen pisando muy fuerte.

 

A.C: Además, me ha soplado un pajarito que todas las actrices de esta función compartís el mismo camerino en el Teatro Infanta Isabel.

E.I: Sí, lo comparto con ellas y con María Castro, que es otra compañera maravillosa y una actriz estupenda. Claro, al ser yo la más mayor, soy un poco la madre, porque además en la obra yo hago de la madre y María de la madrastra, pero tenemos muy buen rollo. Compartimos muchas cosas y está siendo una experiencia de camerino y de vivencia muy linda. Hay mucho cariño y ya te digo que a mí me tienen alucinada con su profesionalidad.

A.C: Cuando empezamos un nuevo trabajo, siempre hay algo que nos tira y nos ilusiona un poco más a la hora de afrontar este nuevo reto… En este caso, ¿Qué elemento dirías que ha sido?

E.I: Yo estaba haciendo Acorralados, una función en el Teatro Alfil, y mi personaje tenía como un desdoblamiento que me permitía hacer otras dos personalidades. Joe O´Curneen, el director de La novia de papá, vino a ver la función y, según salimos, me dijo: “Tengo una obra en la que hay un personaje para ti y, además, te ofrece la posibilidad de desdoblarte mucho más, porque puedes hacer como siete personajes pequeños al mismo tiempo”. Claro, ante esta oferta, dije: “Ésta es la mía”. (Risas) Y yo, en lugar de morirme de miedo (que luego ya sí), acepté. Además, me brindaba la posibilidad de cambiar un poco del registro de la Cuqui, pero no con un personaje, sino ¡con siete! Y nada, aquí estoy, haciendo todos esos personajes pequeños, pero con mucha entidad, y que ayudan un poco a contar la historia de la protagonista. La verdad es que soy muy feliz, porque tener la posibilidad de desdoblarme durante hora y media tantas veces es muy divertido para una actriz. Es, casi, un regalo.

 

 

A.C: Estaréis hasta el mes de abril en el Teatro Infanta Isabel…

E.I: Bueno, en principio, es así… pero la obra está funcionando muy bien, estamos llenando y no te puedo decir exactamente las fechas hasta las que estaremos, pero yo tengo la sensación de que esta función tiene bastante recorrido, por lo bien que la está recibiendo el público y por cómo nosotros la sentimos de viva.

A.C: Eva, deseo que así sea… Iré a verte. Pero no quiero despedirte sin antes darte las gracias por una tarde tan divertida y por enseñarme los entresijos de este teatro tan maravilloso donde representáis LA NOVIA DE PAPÁ.

 

 

TEXTO: ÁNGEL CABALLERO

FOTOGRAFÍA: MOISÉS FDEZ ACOSTA

MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: SILVIA GIL

ESTILISMO: CARMEN BENA

AGRADECIMIENTOS: ÁNGEL GALÁN COMUNICACIÓN, AÍDA MARTÍ, TEATRO INFANTA ISABEL, JAIME PALACIOS

 

¡NO TE PIERDAS el próximo JUEVES 5 de MARZO AlgoPasaCom… JULIÁN LÓPEZ!