Eduardo Noriega: «El reto y la dificultad son el primer paso para hacer las cosas bien».

Eduardo Noriega: «El reto y la dificultad son el primer paso para hacer las cosas bien».

Ayer por la tarde, como quien dice, un adolescente de unos quince años alquiló, como era habitual en él, una serie de películas en las que sumergirse durante el fin de semana. Una de esas cintas se titulaba Abre los ojos y fue una de las culpables de que aquella rata de videoclub se reafirmara en su decisión de querer ser actor (por cierto, aquél era yo). Con los años, la película llegó a ser una de mis favoritas y su protagonista, Eduardo Noriega, ya es, innegablemente, uno de los grandes nombres del cine español. Pero también es alguien con quien es un gustazo sentarse a charlar sobre cine, sobre sus experiencias como actor dentro y fuera de España y sobre Los miércoles no existen, su última película.

 

Ángel Caballero: Me gustaría empezar esta entrevista con una pregunta que me ha dejado para ti un amigo tuyo con el que has trabajado, has compartido éxitos y que te conoce bastante bien. Él es Alejandro Amenábar y la pregunta sería la siguiente: ¿Cuándo vais a volver a trabajar juntos?

Eduardo Noriega: Ya me gustaría poder poner una fecha y que dependiera de mí. Yo creo que Alejandro está ahora en otra liga, en la que tiene sus financiadores extranjeros, aunque la producción suele ser española, que le exigen unos nombres de estrellas internacionales. Pero si se diera el caso de que además de esos grandes nombres hubiera un pequeño papel que pudiera hacer, yo por supuesto que lo haría encantado. Además, no vamos a esperar a que pasen seis años, vamos a darle tiempo para que escriba un buen guión y a ver si podemos rodar algo antes del 2017.

 

 

A.C: ¿En algún momento imaginaste todo lo que supondría para tu carrera aquella primera colaboración que hicisteis juntos en Tesis?

E.N: No, nunca. Y fíjate que, cuando estábamos rodando, recuerdo que vinieron de Televisión española y de Canal Plus al set para hacer unas entrevistas y que nosotros decíamos que la película iba a ser un bombazo. Yo ya había trabajado con Alejandro en cortometrajes, pero verlo en un rodaje profesional con gente tan experimentada como Hans Burmann, Ricardo Steinberg, Julio Madurga, Emiliano Otegui o José Luis Cuerda, y ver a ese chaval de veintipocos años tomando las riendas con toda la tranquilidad del mundo era alucinante. Tenía clarísima toda la planificación, cómo había que rodar esa película en cinco semanas y media que tuvimos, cómo le transmitía al equipo cómo quería cada plano y cómo el equipo se ponía enseguida a rodar con un entusiasmo enorme… Decíamos: “Esto es algo extraordinario”. Viendo todas estas cosas, ya éramos conscientes de que estábamos ante alguien con un talento especial, pero nunca imaginamos que aquella película llegaría a tener esa repercusión, y no solo a nivel nacional sino internacional. A mí me siguen preguntando por Tesis por todo el mundo. Yo creo que eso no ha sucedido con otras películas, como con las pelis de Amenábar.

A.C: Una de las cosas que me contó, en su paso por AlgoPasaCom…, es que el único guión que ha escrito teniendo a un actor en mente fue contigo en Abre los ojos. Imagino que debe de ser una gozada que profesionales de la talla de Alejandro Amenábar y Mateo Gil te escriban un personaje protagonista en una película de este calibre.

E.N: Sí… Bueno, y con Tesis yo recuerdo perfectamente una conversación que tuvimos en la que él me dijo: “Mira, tengo este guión, quiero hacerlo contigo, pero no tengo ni productora… y si la consigo, igual me dicen que quieren a un actor conocido”. Luego entró José Luis Cuerda en la producción, enseguida propusieron el nombre de Ana Torrent y, por suerte para mí, parece que no hubo ninguna duda de que yo iba a hacer ese papel. Después también hicieron un casting en la escuela, donde conoció a Fele Martínez y lo cogió. En Abre los ojos es verdad que, como ya nos conocíamos y habíamos trabajado juntos, la hizo pensando en mí… Así que yo sabía que al año siguiente iba a hacer otra peli, que eso es una sensación maravillosa. Trabajar con un director y escritor tan talentoso y que haga una nueva historia pensando en ti… es para creerte el rey de la pista.

 

 

A.C: En estos años que han pasado desde Abre los ojos, te has vuelto a reencontrar en otros proyectos con Amenábar (como productor de El mal ajeno), con Mateo Gil (en Nadie conoce a nadie o Blackthron), y, recientemente, con Fele Martínez en la película Nuestros amantes, que se estrenará próximamente.

E.N: Sí, y en El Método, que escribió Mateo con Marcelo Piñeiro. Luego Amenábar también hizo la música en Nadie conoce a nadie

A.C: Trabajar entre amigos puede ser muy gratificante en algunos aspectos, y en otros, como podría ser el exceso de confianza, no tanto.

E.N: Completamente de acuerdo. Yo creo que no hay que dejarse llevar solamente por la amistad. La amistad es algo muy bueno si viene a favor, pero, de repente, puede que, como bien dices, el exceso de confianza te haga confundirte. El trabajo es el trabajo y el director es el director, por muy amigos que seáis. Puede que tengas más oportunidades de proponerle cosas y de negociar, pero no hay que olvidar que al final el que manda es él. En nuestro caso, creo que esa amistad es algo que nos ha favorecido. A mí me encantaría seguir colaborando con ellos, porque nos conocemos desde jovencitos y creo que eso nos da una complicidad especial. El habernos conocido y trabajado juntos antes de ser profesionales, cuando hacíamos cortometrajes, es algo que nos ha unido mucho.

 

 

A.C: Cada actor tenemos nuestro propio sello, ese algo que nos define y que nos hace únicos frente a muchos otros aspirantes a un papel. En tu caso, podríamos decir que uno de esos rasgos más llamativos es lo que en las escuelas de interpretación se podría estudiar como “La mirada Noriega”. Esa mirada, apoyada en el talento y en una buena dirección, que lo mismo provoca miedo que atracción, como le ocurría al personaje de Ana Torrent en Tesis. Por favor, Eduardo, ¡Enséñame como se pone “Mirada Noriega”! (Risas)

E.N: Te juro que no lo sé. (Risas) Lo que sí recuerdo es que, por ejemplo, en aquella época de Tesis, Amenábar nos daba unas instrucciones muy curiosas a los actores. De repente te podía dar una motivación interior, un sentimiento o una intención, pero también te podía decir: “¿Podrías poner aquí un poco la mirada Jeff Goldbum?”. Y, claro, tú ahí pensabas… “¿Jeff Goldlum…? ¿Pero en La Mosca o en Parque Jurásico”? Y enseguida me venían a la cabeza los ojos saltones de Goldbum y pensaba: “No, esto no puede significar que quiere que abra mucho los ojos…” (Risas). Otro día, en el rodaje de Abre los ojos, me dijo: “Quiero que hagas unos movimientos tipo Orson Welles” y, automáticamente, venía a mi cabeza Campanadas a medianoche y la imagen de aquel gordo inmenso, que físicamente no tenía mucho que ver conmigo. Pero, siendo cosas incomprensibles y que no se pueden llevar a la práctica, era un código en el que los dos nos entendíamos muy bien. La verdad es que nunca he vuelto a rodar con un director como él… En Tesis, el tiempo que había era muy poco y había que ser muy concreto con lo que se rodaba y hacer en cada tipo de plano lo que iba a montaje, porque no se podía permitir el lujo de rodar todas las tomas enteras desde todos los ángulos. Para que te hagas una idea de lo que te estoy contando, te puedo decir que yo recuerdo perfectamente cuando rodamos ese momento en el que  Xabier Elorriaga pregunta “¿Qué es el cine?”… Alejandro cortó y le dijo: “No, Xavier, di esta frase con más rotundidad y empaque, porque esta frase va al tráiler”. Y así fue… Si tú ves el tráiler de Tesis, ésa es la frase con la que arranca. Fíjate como llevaba de preparada la película aquel chaval que estaba rodando, montando y, al mismo tiempo, pensando ya en la frase que iba a ir al tráiler.

A.C: Se cumplen veinte años del rodaje de aquella magnífica película y tú cumples veinte años en este oficio. Aprovecho para felicitarte…

E.N: Muchas gracias. Bueno, ya, casi, voy a hacer veintiuno…

A.C: ¿Y parece que fue ayer, Eduardo?

E.N: Sí, han sido veinte años que han pasado volando, pero sigo manteniendo intacta la misma ilusión de aquellos días en los leía el guión de Tesis o las distintas versiones de Abre los ojos. Ese entusiasmo, ese sentimiento de estar disfrutando día a día haciendo algo tan complicado como meterte en el mundo de la interpretación, siendo tan jóvenes y con la suerte de tropezar con gente tan talentosa. Procuro valorar mucho eso y, aunque en estos veinte años he leído cientos de guiones, cada vez que abro un guión me veo a mi mismo con veinte años, con aquellas ganas y esa ilusión que espero no perder nunca. Sigo sintiendo ese entusiasmo de decir: “A ver qué me ofrecen, a ver cuál va a ser la siguiente aventura en la que me voy a meter…”.

 

 

A.C: ¿Qué tiene que contener esa nueva aventura para conquistarte y que decidas formar parte de ella?

E.N: Hombre, cuando el director tiene un nombre importante y es alguien a quien admiras, desde luego ya hay mucho ganado. Supongo que para que una historia me guste, me tiene que contar algo que realmente me toque y que yo sienta que voy a poder hacer mío. Obviamente, también tengo que ver que voy a ser capaz de defender ese personaje… Aunque también te digo que muchas otras veces eso mismo me ha parecido un reto y es justo por lo que me he metido en ese proyecto. El reto y la dificultad, para mí, tienen que estar. Si yo leyera un guión y pensara que es un personaje facilísimo, estoy convencido de que haría un mal trabajo. Sin embargo, cuando veo algo que me parece muy complicado, creo que es el primer paso para hacer las cosas bien.

A.C: Hay proyectos que sobre el papel parecen muy interesantes, pero luego al trasladarlos a la pantalla, por una u otra razón, no funcionan. Si te propongo que hagas un balance de lo que ha sido tu carrera hasta ahora, ¿Sientes que has tomado las decisiones más acertadas?

E.N: Yo, en general, estoy muy satisfecho. Evidentemente, no todas las películas son perfectas. Hay muy pocas películas en la historia del cine que sean redondas, pero yo siempre he buscado la diversidad, y en ese sentido estoy muy contento. Mi aspiración siempre ha sido hacer cosas distintas y crecer como actor, y sí que creo que ha habido una evolución en mi trabajo. Para mí es un lujo poder hacer en el mismo año una súper producción de Hollywood y  una película pequeña en Cataluña, como Petit Indi. En cuanto leí el guión de esta última, se lo llevé a varios productores por Madrid para ver si veían la posibilidad de meterse, porque me encantó.

 

 

 

A.C: Hablando de Hollywood, algunos de esos proyectos que has hecho al otro lado del charco, como El último desafío, te han llevado a trabajar, mano a mano, con el mismísimo Terminator.

E.N: Sí, con Schwarzenegger. Imagínate, es un referente del cine de acción de nuestras generaciones, admires más o menos a Terminator, y es una persona extraordinaria. Es alguien que se propone ser mister universo y lo logra, se propone ser estrella de cine y llega a ser uno de los nombres más importantes de la industria de Hollywood y se propone ser gobernador de California y lo consigue. Entonces, algo tiene que tener este hombre de extraordinario para conseguir todas estas cosas… Y, efectivamente, es un hombre con mucho carisma y una personalidad muy fuerte. En esta película, sobre todo, se notaba que estaba encantado de volver al cine. Siempre tenía muy buena onda con todo el equipo, muy generoso con los compañeros y a mí me sorprendió muy gratamente.

A.C: ¿Tuvisteis ocasión de hablar sobre temas políticos?

E.D: Curiosamente, él en el rodaje nunca hablaba de política. Lo más parecido a eso fue una vez que coincidí con él y con todo su séquito en el gimnasio y estaban muy pendientes de un discurso republicano que estaban emitiendo en ese momento por televisión. Ése fue el único momento que le vi dedicado a la política.

A.C: ¡Espera! ¿Me estás diciendo que coincidiste en el gimnasio con él? Explícame, ¿Cómo entrena uno al lado del mismísimo Schwarzenegger?

E.N: Pues imagínate… (Risas) Él estaba allí, entrenando con todo su séquito (unos haciendo ejercicio y otros no) de guardaespaldas y jefes de prensa, y yo no podía dejar de mirarle. Desde el primer día, me prometí a mí mismo ser muy profesional y no pedirle una foto a Arnold Schwarzenegger. Él tiene que estar muy cansado de toda la gente que se acerca a hacerse fotos, yo soy compañero y no puedo caer en ese error, pero en el gimnasio es que no me podía aguantar, porque aquello, para mí, era un momentazo. Estaba corriendo en la cinta y soñando con hacerme una foto sujetándole las pesas, pero al final me contuve y no lo hice.

A.C: ¿Te arrepentiste de haberte contenido?

E.N: Bueno… (Risas)

A.C: Últimamente te estamos viendo muy cantarín. Hace unos meses, abriste la gala de los Goya cantando junto a Ana Belén, y ahora interpretas algunas canciones en la película Los miércoles no existen. ¿También cantas en la ducha?

E.N: Ahí no te creas que canto mucho, aunque es cierto que me gusta mucho cantar. Yo no soy cantante profesional, ni mucho menos, aunque tengo buen oído y estudié música. Tampoco creo que pudiera salir cada noche al escenario a hacer un musical en teatro, porque es algo que me da mucho respeto. Lo que ocurre es que yo soy un inconsciente y me proponen estos retos, como lo de los Goya, y digo que sí… Pero luego, la primera vez que fuimos a grabar, vi a Ana Belén de cerca y se puso a tararear a dos pasos de mí… Ahí yo empalidecí, me puse malísimo y quise salir corriendo de allí. No paraba de pensar: “¿Pero dónde te has metido, Eduardo? Te pones a cantar y nada menos que con Ana Belén, que tiene una de las voces más bonitas del mundo y es una de las cantantes más reconocibles y admiradas”. Por suerte, conseguí relajarme, ella fue muy generosa conmigo en todo momento y yo me dije: “Mira, yo soy un actor que está haciendo una colaboración y nadie me va a exigir que cante tan maravillosamente bien como lo hace esta señora”.

 

 

A.C: En Los miércoles no existen también compartes canciones y secuencias con otra todoterrerno, como es Alexandra Jiménez.

E.N: Alexandra es maravillosa. Al principio, ella estaba muy temerosa con esto de cantar, pero yo hubo un momento en el que llegué a la conclusión de que seguro que lo decía como una táctica. Ella no paraba de repetirnos que no cantaba bien, pero, cuando después la escuchamos, nos sorprendió a todos. Trabajar con Alexandra es una suerte, porque es muy buena. Es un animal predominantemente cómico, pero capaz de hacer a la perfección cualquier género. Trabaja siempre desde la verdad y te da mucho como compañera cuando estás actuando con ella, por lo que lo hace todo muy fácil. Bueno, tú has visto la película… está maravillosa.

A.C: Doy buena fe de ello. Parece que ha habido buena química con Peris Romano, director de Los miércoles no existen, ya que te vas a reencontrar con él en La sonata del silencio, la mini serie que estás grabando actualmente para TVE.

E.N: Sí, repito con Peris y con Frade, el productor. Eso es buena señal… (Risas) Vamos a coincidir otra vez en tres o cuatro capítulos y la verdad es que con muchas ganas. También dirige Iñaki Peñafiel y con guiones de Javier Olivares y su equipo. Acabamos de empezar ahora esta mini serie ambientada en la España de los años cuarenta. La verdad es que tiene muy buena pinta y estoy muy contento de estar ahí.

 

 

A.C: Y yo estoy muy contento de haber compartido este rato contigo para AlgoPasaCom…, Eduardo. Tengo muchas ganas de verte en Nuestros Amantes y en La sonata del silencio, pero, mientras, me quedo con tu trabajo en Los miércoles no existen, al que animo a todo el mundo que vaya a verlo a los cines.

 

TEXTO: ÁNGEL CABALLERO

FOTOS: MOISÉS FDEZ ACOSTA

PRODUCCIÓN: JAIME PALACIOS

AGRADECIMIENTOS: JOSE RAMÓN CARDIÑANOS, ELIO SEGUÍ.

 

¡NO TE PIERDAS, el próximo JUEVES 29 DE OCTUBRE, nuestro ESPECIAL HALLOWEEN con DAFNE FERNÁNDEZ!