Begoña Maestre: “Quiero formar parte de la industria siendo fiel a la persona que soy”

Begoña Maestre: “Quiero formar parte de la industria siendo fiel a la persona que soy”

Había escuchado mucho (y todo muy, muy bueno) sobre ella, pero nunca habíamos tenido la oportunidad de conocernos y charlar tranquilamente. La bodega de los secretos fue el lugar elegido para ese primer encuentro, acompañado buena de música (era sonido ambiente, no la tocaba yo), exquisita comida y elegantes trajes. Con todos estos accesorios, nada podía salir mal, y así fue. Aunque lo mejor fue la compañía y descubrir que aquellos que me hablaban de Begoña Maestre no exageraban cuando se referían a su encanto, cariño, generosidad y amor por su oficio…

 

Ángel Caballero: Los que nos hemos marchado de casa a los 18 años sabemos lo cuesta dar ese paso… y lo mal que lo pasan los padres.

Begoña Maestre: Sí, bueno, los míos ya lo veían venir. (Risas) Es algo que tengo que agradecerles muchísimo, porque siempre han confiado en mí. Hice las maletas y me vine a Madrid a estudiar Arte Dramático a la ESAD (Escuela de Arte Dramático de Torrelodones). Tuve la suerte de poder estrenarme en el teatro profesional, junto a compañeros como Marta Belaustegui o Tristán Ulloa, en mi primer año viviendo aquí, gracias a Jesús Salgado, mi profesor de la escuela.

A.C: Y, por lo que tengo entendido, desde ese momento ya fue un no parar…

B.M: Al año siguiente de hacer esta función, hice el Tartufo de Molière. Después,  cuando estaba en tercero de carrera, hice un casting y me cogieron para una serie que se llamaba Ciudad Sur. Ahí fue donde Luis San Narciso me echó el ojo y a los dos días de terminar cuarto empecé como Duna en Compañeros.

A.C: ¿Cómo recuerdas aquel primer papel protagonista en televisión?

B.M: En aquel momento lo pasé mal, porque tenía 20 años y no era para nada lo que yo me esperaba. Yo venía de la escuela, de hacer teatro, y tenía una idea muy romántica de esta profesión. Protagonizar, de la noche a la mañana, una serie como Compañeros, con tanta audiencia, con quinceañeros persiguiéndote por las calles, sin intimidad… Además, yo siempre he sido una persona muy tímida y todo esto me asustó un poco.  La industria tampoco era como yo la imaginaba. Recuerdo que en aquel momento llegué a pensar que esto no era lo mío y a plantearme muchas cosas. Pero tenía dos opciones: o iba a por todas o lo dejaba. Y decidí seguir.

A.C: ¿Te arrepientes de la decisión que tomaste?

B.M: No, porque soy muy feliz haciendo lo que hago.

A.C: De todos modos, tú entraste a sustituir a Eva Santolaria e imagino que ya habrías visto el acoso que tenían todos los actores de la serie.

B.M: Es que, en aquella época, yo no era muy de tele, ni de ver series. Así que, realmente, no sabía dónde me metía. Lo veía como una oportunidad, pero nunca me había planteado llegar a protagonizar una serie. Cuando me vine a Madrid, lo hice para ser feliz. Lo único que quería era contar historias que llegaran a la gente. Recuerdo que, en aquellos años, soñaba con comprarme una furgoneta rosa e ir por los teatros de pueblos con amigos y compañeros de profesión contando historias (Risas). Así es como me veía yo… y, de repente, todo cambió mucho. Y no te hablo tanto del fenómeno fan como de la forma de trabajar que había en televisión, en comparación con la que yo conocía, el teatro. Supongo que todo me vino demasiado grande y yo me sentía como muy pequeña.

 

A.C: Es curioso, porque cuando tú estás sentado en tu casa viendo la tele, nunca te imaginas que al actor que estás viendo, que aparentemente lo tiene todo, le puedan pasar estas cosas. Además, no sé por qué, pero antes de conocerte yo tenía una imagen de ti como de alguien muy fría y dura, nada que ver con el encanto de mujer que tengo delante.

B.M: Esto me lo han dicho alguna vez. Imagino que es algo que me ocurre porque soy tímida. Además, tengo las facciones duras, así que si me ves en algún momento estando seria, ya… (Risas).

A.C: Según me han contado, había muy buen ambiente dentro y fuera de Compañeros. Creo que salíais todos juntos, os quedabais a dormir los unos en casa de los otros…

B.M: Sí, pero yo, por ejemplo, casi nunca estaba en ese tipo de cosas, porque soy una tía muy rara en algunos sentidos, y uno de ellos es que jamás me ha gustado salir. Recuerdo que cuando tenía 16 años y mis amigos quedaban, no sabía cómo explicarles que no me gusta salir de fiesta o a emborracharme. Además, es que cuando llega una hora determinada, yo me duermo. Tengo la energía justa para vivir el día y tengo que comer y dormir, porque, si no, me caigo. Son cosas que la sociedad no acepta mucho, pero soy así (Risas).

A.C: ¿Qué sentiste cuando, en la segunda temporada de emisión de esta nueva etapa de Compañeros, cancelaron la serie?

B.M: No lo viví como un fracaso, ni nada por el estilo. Recuerdo que me sentía con fuerza, porque tanto los directores como los productores de la serie estaban contentos conmigo. Además, en la primera temporada estuvieron tanteando un poco por dónde íbamos cada uno de los actores y en la segunda me dieron mucha más cancha. En todos estos años, yo no recuerdo haber trabajado tanto, y tantas horas, como en Compañeros. En ningún momento me vine abajo porque se había acabado, porque, de hecho, necesitaba descansar. Para lo que no estaba preparada era para pasarme un año sentada en el sofá de mi casa, esperando. Ha sido el parón más largo de mi carrera.

A.C: ¿Por qué crees que ocurren estas cosas? Vienes de una serie de éxito, se te valora en tu trabajo, se te empieza a conocer…

B.M: No lo sé. Supongo que, muchas veces, es estar en el sitio adecuado, en el momento adecuado. Y, en aquel tiempo, imagino que mi carrera tendría que parar un poco y asentarse. La verdad es que no lo sé. Pero toco madera, porque en cuanto volví a trabajar, no he parado hasta hoy. Ha sido un camino lento, pero seguro. Y me siento orgullosa si miro para atrás.

A.C: No sé si estarás de acuerdo conmigo, pero a través de tu trayectoria televisiva yo veo como cuatro etapas muy distintas entre sí: la adolescente de compañeros, la chica de Motivos Personales, la doctora de Hospital Central y ahora, gracias a El chiringuito de Pepe, siento como que estamos ante una nueva Begoña.

B.M: Sí, puede ser… Es verdad que me siento una nueva Begoña. De repente estoy asumiendo otras cosas que forman parte de nuestra profesión y que nunca había valorado, como pueden ser hacer prensa, hacer un photocall, ir a un evento o como ahora, que estoy descubriendo las redes sociales. Digamos que estoy metiéndome un poco más en la industria que rodea a este oficio. Yo siempre decía que soy actriz, que cuento historias y ya está. Pero ahora me doy cuenta de que hay una crisis muy grande y de que quiero seguir pudiendo contar esas historias como sea. Entonces, no me queda más remedio que sacar a esa nueva Begoña que quiere luchar y que no se quiere quedar en el sofá de casa como mera espectadora de lo que ocurre en nuestra profesión, porque quiero seguir formando parte de ella. Pero, por supuesto, siendo fiel a la persona que soy e intentando hacer las cosas con cabeza. Estoy feliz, porque he dado un cambio muy importante y creo que los cambios siempre son buenos. Además, estoy muy bien arropada por mi representante, Juantxu Álvarez, que sé que confía plenamente en mí, y por Laura Piñana, mi jefa de prensa. Estoy haciendo cosas que nunca antes me había atrevido a hacer y me siento renovada.

A.C: Amigos comunes me han comentado que estabas extraordinaria en Mujeres frente al espejo, una función que sólo se representó una única vez. ¿Es duro cuando, por causas de producción ajenas a tu trabajo, haces todo ese proceso de ensayos para que, finalmente, se quede en una sola representación?

B.M: Te va a extrañar lo que te voy a decir, pero sentí alivio cuando acabó. Para mí, fue tan terrible esa experiencia, porque tuve que sustituir a otra actriz a quince días de estrenarla… Además, en una función tan complicada, empezando por el texto y siguiendo por la enorme dificultad del personaje, que era una chica que estaba loca y obsesionada. Y hacer eso en quince días, con todos los problemas de producción y dirección que había ahí dentro… Yo sentí mucha inseguridad. A lo largo de tu carrera, hay ocasiones en las que te sientes valorado, a gusto, y notas que estás haciendo un buen trabajo. Pero éste no fue el caso. Había mucho estrés, el director era portugués y, casi, ni nos entendíamos… Por suerte, estaba ahí Isabel Serrano, que me arropó muchísimo. Fue un placer hacer esta obra con ella. Yo me dedico a esta profesión porque me encanta este trabajo y, en el momento en el que me siento realmente  mal haciendo algo, sé que eso no va a ningún sitio y que hay algo que no está funcionando.

A.C: He visto que fuiste episódica en Hospital Central y luego te incorporaste con otro personaje que tenía una trama fija.

B.M: Pero eso le ha pasado a media profesión en una serie que ha durado tantos años (Risas). Es gracioso, luego todos lo comentábamos y nos reíamos. Además, eran dos personajes muy distintos. En uno era una niña que tocaba la viola, que tenía una madre muy insistente con que ensayara, interpretada por Laura Cepeda. Y por todo el estrés se arrancaba el pelo, se lo comía y le creaba una bola de pelo en el estómago. Y muchos años después, entro como médico del centro y termino siendo jefa de urgencias.

A.C: Esta profesión es como una montaña rusa, hoy estás arriba y mañana abajo. Tú has protagonizado series con un éxito apabullante y has hecho otros trabajos que han sido más discretos. ¿Se nota cuando estás en la cresta de la ola y cuando no?

B.M: Sí, se nota mucho. Recuerdo que nunca había recibido tantas felicitaciones de cumpleaños como el año en que entré en Compañeros. Me sorprendió muchísimo, porque era gente, incluso, del colegio o de la escuela a la que hacía tiempo que no veías o con la que nunca habías intimado. Y, cuando estás haciendo algo más pequeño, aunque estás en activo y no parado, el comentario general es como de: “ay, fíjate… Si parecía que todo te iba a ir bien”. Y tú no sabes ni qué decir, porque es como “¿Por qué dicen eso? Si estoy trabajando, si nunca he dejado de comer de esto”. Pero bueno, es parte de la profesión que hemos elegido y hay que asumirlo. También ayuda mucho para que cuando estés haciendo un personaje fijo y viene otro actor a hacer un episódico, te vuelques más con tu compañero. Porque yo, después de hacer un protagonista, de ir todos los días, conocer a todo el equipo, me he llegado a sentir muy sola y perdida cuando me ha tocado hacer un pequeño episódico en una serie de televisión y he pasado totalmente desapercibida, aunque sea mi medio y lo domine. En ese momento siempre piensas: “Cuando vuelva a estar bien situada, voy a intentar tender una mano a mis compañeros, porque se pasa mal”. Y duele, porque te empiezas a plantear cosas como ¿Y si es verdad que se ha acabado? ¿Y si no voy a volver a esperar ese guión que llega todos los días? Es duro…

A.C: Estas cosas también te enseñan a conocer un poco más a la gente que te rodea.

B.M: A mí me ha enseñado a conocerme más a mí y saber dónde me ubico. Preguntándome a mí misma, ya sé yo quién es mi amigo y quién está a mi lado. Cuando las cosas van mal dadas, sé quiénes son esas personas que me quieren, que me apoyan y que me animan. Y, sí, aún te sigues pegando batacazos, encuentras amigos nuevos, otros que se quedan por el camino… pero esa es la vida, en esta profesión y en cualquier otra. Tampoco tenemos que idealizarla, porque no somos tan distintos. Mañana te vas a una oficina y te das cuenta de que ocurre igual.

A.C: Ahora te vemos todos los lunes en El chiringuito de Pepe. Una serie que empezó a emitirse a principios de verano, una época difícil, y ha sido todo un  éxito. ¿Esperabas este “pelotazo”?

B.M: Estaba convencida de iba a funcionar muy bien, pero no imaginaba que tanto. Yo no entré desde el principio en la serie, soy la tercera actriz que hace este personaje. Se hizo un piloto con una actriz, luego se cogió a otra que, finalmente, no pudo hacerlo… y entonces llegué yo. A mí me enseñaron el primer capítulo con la segunda actriz que hizo de Laura y, claro, al verlo desde fuera, fue fácil ser objetiva y pensé: “Esta serie tiene que funcionar, porque es fresca, divertida y tiene una factura divina”. Además, los directores y el reparto son maravillosos.

A.C: Además, es una de las pocas oportunidades que te han dado en audiovisual de hacer comedia.

B.M: Sí, en audiovisual he hecho menos. Pero hice un Alesio, un Estudio Uno muy cómico y muy divertido. Le tengo un cariño enorme a ese trabajo porque me lo pasé fenomenal y estuve con compañeros como Secun de la Rosa y Roberto Enríquez, que son dos grandes. A mí lo que más me gusta es disfrazarme y procurar que de un personaje a otro cambie mucho.

A.C: En la serie elaboras dulces y en la vida creas personajes. ¿Cómo preparas tus personajes?

B.M: Leyendo, informándome mucho, escuchándome y, sobre todo, siendo creativa. Soy muy intuitiva. A mi, la primera lectura de guión ya me da muchos datos sobre mi personaje. Conforme voy leyendo, me vienen muchas imágenes a la cabeza y empiezo a ver cómo va a ser. También me inspiro mucho en trabajos de otras actrices. Por ejemplo, para crear a Laura vi Chocolat y me fijé en su protagonista, tan suave y sensual a la vez. Y, cuando llegas a rodar, verte con el vestuario, el maquillaje y la peluquería te da muchísimo. Bueno, y el decorado… ¡Tú no sabes qué pastelería tengo! (Risas) Te pones la ropa, te metes en esa pastelería y te transformas. ¡Es magia!

A.C: Bueno, un poco como hemos hecho nosotros hoy, en la Bodega de los secretos, para preparar este reportaje.

B.M: Sí, y ha sido muy divertido. Es que los actores no podemos estar solos. Siempre tenemos el vestuario, las luces, el atrezzo… es un barco muy grande el que se necesita para que las cosas salgan bien, y eso siempre tenemos que tenerlo en cuenta.

A.C: Entonces, le das importancia a la composición física del personaje…

B.M: Sí, mucha. Una cosa que me da bastante información de cómo es mi personaje es la forma que tiene de caminar. No todos los personajes caminan igual, ni usan el mismo tipo de calzado. La voz también es muy importante, aunque quizás le damos más importancia cuando estamos haciendo teatro. La cuidamos más. Pero, por ejemplo, Laura, que es una pastelera muy dulce, no habla igual que Tania, de Motivos Personales.

A.C: No eres una persona muy dada a hablar de tu vida privada. ¿Ahora que has empezado en las redes sociales, vamos a saber mucho más de ti en el terreno personal?

B.M: Hay gente que lo hace y le va muy bien, pero yo no soy así. Comparto mi vida con un hombre maravilloso que no se dedica a nada de esto, que tiene su vida aparte, y yo lo entiendo y lo respeto. No sé si mostrarse más o menos es malo o no, pero yo no lo hago, porque no me compensa y porque no soy sola yo, tengo otra mitad.

 

A.C: Muchas gracias, Begoña. Has sido un maravilloso descubrimiento.

 

 

Texto: Ángel Caballero

Fotografía: Carlos Dafonte

Vestuario Ángel Caballero: Garcia Madrid

Vestuario Begoña Maestre: El armario de Pepa, Miriam Ocariz, Hispanitas

Maquillaje: Almudena Pedreño

Agradecimientos: La bodega de los secretos, Laura Piñana.

 

¡NO TE PIERDAS, el próximo jueves 25 de septiembre, AlgoPasaCom… KITI MÁNVER!

 

 

carlosdafonte-algopasacom-kity-manver-entrevista-2