Antonia San Juan: «En la vida hay que ser valiente y correr riesgos cuando hay que correrlos».

Antonia San Juan: «En la vida hay que ser valiente y correr riesgos cuando hay que correrlos».

Hace algunos años, minutos antes de estrenar una función de teatro, alguien se acercó a mí y me dijo: “Antonia San Juan ha venido a vernos y está sentada en primera fila”. Siempre me ha gustado mucho el trabajo de Antonia, por lo que intenté hacer como si no hubiera escuchado nada, ya que no quería que nada pudiera desconcentrarme en una noche tan importante. Al acabar la obra, miré al público y ahí estaba ella, aplaudiendo. En ese momento, los nervios, la emoción y el subidón de adrenalina, propios de una noche de esas características, pasaron a un segundo plano, porque algo dentro de mí no podía dejar de pensar: “Tienes delante de ti a una actriz a la que admiras enormemente… ¡y te está aplaudiendo!”. Esta noche, es ella la que estrena Mi Lucha, su último espectáculo teatral con el que llega al Teatro Nuevo Apolo de Madrid, pero antes voy a conversar con ella sobre esta función, su trayectoria, su forma de ver la vida y algunas curiosidades que, probablemente, más de uno desconozca. Por favor,  no se vaya, acomódese y acompáñenos…

 

Ángel Caballero: Me gustaría aprovechar el, digamos, provocador título de tu última función de teatro (nada menos que Mi Lucha) para proponerte que hagas un balance de lo que han sido estos años de trayectoria profesional que llevas a tus espaldas y que me respondas a la siguiente pregunta… ¿La lucha para llegar hasta aquí ha merecido la pena?

Antonia San Juan: Bueno, se han cumplido todas mis expectativas, incluso por encima de lo que yo creía. Quiero decir, me ha ido, y me está yendo, mejor de lo que yo jamás me pude imaginar. También te digo que mis expectativas han sido muy altas. Yo siempre quiero más de lo que tengo y de lo que he conseguido.

 

 

A.C: ¿Qué fue lo que te llevó a montar este espectáculo?

A.S.J: Originalmente, yo quería convencer a la gente de la importancia de la cultura. En él ofrezco cosas que en mi vida me han ido muy bien y que me han hecho medrar como actriz, como ha sido el psicoanálisis. Luego, me he dado cuenta de que muchas personas, cuando yo ofrecía esto, lo sentían como una agresión. Así que Mi Lucha ya se ha convertido en una lucha personal. Ya no pretendo ir a convencer a nadie de nada. Hago en el escenario lo que quiero hacer, ya que en nuestra realidad es más complicado hacerlo, porque dependemos de gustar a los directores, a los productores, a las televisiones… y, sobre todo, gustarle a los directores de cásting. Como actores, nosotros dependemos de que un director de casting nos vea en un determinado papel, pero también es cierto que muchos de ellos sólo buscan encontrar caras nuevas y apuntarse el tanto. Esto no es Francia, donde todavía puedes ver a actrices mayores de cincuenta, como Charlotte Rampling o Catherine Deneuve, actuando. En este país, pasada la veintena, para una actriz no es fácil estar trabajando… ¿Cuál es mi lucha? Subirme a un escenario para hacer lo que me gusta, sin pretender convencer a nadie de nada y tocar varios registros con textos míos y otros de amigos, como Félix Sabroso, Enrique Gallego, David Mendes y mucha otra gente con la que llevo mucho tiempo colaborando. Entre todos nosotros hay una relación, en la que ellos me dan los textos, yo escribo los míos, y tengo la posibilidad de poder reflexionar y trabajar sobre las cosas que cuentan.

A.C: Ya sabes que yo te admiro mucho, pero tengo que confesarte que también siento un cariño muy especial por tu hermana gemela, Patricia San Juan…

A.S.J: Sí… Es un personaje que cree y que también está en este show.

A.C: En una ocasión  la escuché decir algo así como “Cuando mi hermana Antonia empezó nadie daba un duro por ella y ahora mírala dónde está”… ¿Qué hay de cierto en esas palabras?

A.S.J: Todo. (Risas) Ese monólogo está escrito por mí… Tú piensa que sales de Canarias con diecinueve años, en el año ochenta, y mil pesetas en el bolsillo… Y le dices a tu padre que quieres ser actriz y, claro, se parte de risa… Todo esto ha sido muy costoso y muy laborioso. Yo llegué a Madrid con esas mil pesetas. He pasado hambre, he tenido que robar en el supermercado para poder comer y, menos prostituirme, he hecho de todo. Al no comer, tenía muy bajas las defensas y me dieron dos pulmonías… La verdad es que lo pasé fatal, porque fueron años muy complicados en los que no suelo pensar mucho, pero que cuando me paro a recordarlos me doy cuenta de lo duro que era y lo difícil que fue posicionarme donde estoy. Lo que pasa es que también siempre he sido muy testaruda y muy empeñada en mi deseo y en conseguir lo que quería. Me casé con ese sueño y le soy totalmente fiel, y aún con la edad que tengo, sigo siendo leal a ese deseo y lo mantengo como el primer día.

 

A.C: Hablando de personajes importantes en tu vida y en tu carrera, en esta función también te reencuentras con aquél que te dio la popularidad en la película Todo sobre mi madre, La Agrado.

A.S.J: Sí, quería hacer un homenaje a un personaje que, como bien dices, me lo dio todo. Me dio una proyección, dentro y fuera de España, y capitalizó de un plumazo mi carrera, después de muchos años actuando en bares y en salas pequeñas. De buenas a primeras, un día apareció Pedro Almodóvar en mi vida y me colocó en un lugar privilegiado que dio pie a que, por ejemplo, yo pueda ir ahora con mis espectáculos por toda América Latina y por muchos otros lugares.

A.C: “Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma”, decía la Agrado. ¿Se puede ser autentico en este negocio?

A.S.J: No, ni en este negocio, ni en nada. A mí me hace mucha gracia cuando se me acerca alguien y me dice: “¡Qué autentica eres…!”, y yo pienso: “¿Qué es eso de ir de auténticos?” ¿Vamos a ir de eso, a estas alturas? Todos tenemos dobleces y todos somos buenos y somos malos. Todos podemos ser víctimas o verdugos en un momento u otro.

 

 

A.C: ¿Qué es lo más raro que te ha sucedido en un escenario?

A.S.J: Pues la verdad es que me han pasado montones de cosas… (Risas) Mira, en Costa Rica actué en una estación de tren, donde el día anterior habían actuado Ana Belén y Víctor Manuel, y, desde las barras de los focos que hay encima, cagaban las palomas a chorros. Era de noche y aquello no paraba… Unas plastas que me caían, que tuve que decir al público: “Sois muy amables, se nota que me queréis mucho… pero el año que viene, por favor, traerme al Teatro Teresa Carreño, que así no hay manera”. En otra ocasión, se cayó un foco a un palmo de distancia de donde estaba yo y no me mató de milagro.

A.C: Y todo esto, contigo sola en escena.

A.S.J: Sí, claro…

A.C: Yo siempre he pensado que hay que tener mucho valor para salir solo al escenario, sin la compañía de otros actores en los que poder apoyarte en un momento dado. ¿Qué haces cuando, por ejemplo, se te va el texto y no tienes un compañero que te dé el pie para retomar?

A.S.J: Tirar para adelante como las locas. (Risas) Ya sabes que para nosotros ese segundo es eterno y es como si durara dos años. Por un momento, sientes que no vas a salir de ahí en tu puñetera vida… ¡Qué mal se pasa!

A.C: Pero luego viene el público y te dice eso de “Qué bonita ha quedado esa pausa dramática que has hecho”.

A.S.J: ¡Exacto! Ese silencio… (Risas)

 

 

A.C: Dentro de poco volveremos a verte en la gran pantalla en El tiempo de los monstruos, de Félix Sabroso. ¿Qué me puedes adelantar de la película?

A.S.J: Bueno, yo hago una colaboración pequeña, pero he visto la película y te puedo decir que, para mí, es de las mejores que he visto en los últimos años. Es una película muy especial, muy de actores, muy de la palabra y donde se ahonda mucho en lo humano.

A.C: En la carrera de un actor hay personajes que calan tan hondo en la corazón de la gente que pueden llegar a superar la imagen del propio actor. ¿Qué sientes tú por Estela Reynolds, a la que interpretaste durante varias temporadas en la exitosa La que se avecina?

A.S.J: Mucho agradecimiento. Fue un personaje que tuvo mucho éxito y que reactivó mi carrera. Mucha gente pensó que aquello era lo primero que hacía, pero también había un público que había seguido mi trayectoria durante años. Estela Reynolds me trajo muchas cosas buenas, como que hoy haya mucha gente que me conoce por ese personaje, que vienen a verme al teatro y entonces yo aprovecho y les presento a Antonia San Juan.

A.C: También hay que tener mucho valor para abandonar una serie que te aporta la posibilidad de tener gran lucimiento actoral semanalmente, mucha popularidad, repercusión mediática, estabilidad económica…

A.S.J: Claro, lo más cómodo para mí era haberme quedado en la serie, pero también está ese dicho de “lo bueno, si es breve, dos veces bueno”. Yo creo que me fui en el momento justo, porque solo hice tres temporadas. Imagínate si hubiera estado en todas… En la vida hay que ser elegante. Elegante para irte, cuando toque marcharse de todo. Cuando toque irte de la amistad, del amor, del trabajo e, incluso, de la propia vida. Siempre hay que saber irse. Si tú no te marchas cuando te toca y apuras el máximo tiempo posible, a la gente le empiezas a caer mal. Si estás enfermo y no te vas, estás molestando a la familia… Si la amistad no da más de sí, es mejor decir: “Hasta aquí y tú por tú lado y yo por el mío”. Y en el amor igual… Si yo dejo de desearte y tú dejas de desearme a mí, hay que tener valor de admitir “pues nos fastidiará mucho, pero esto no funciona y no puede seguir”. Yo pienso que en la vida hay que ser valiente, arriesgado y correr riesgos cuando hay que correrlos.

 

 

A.C: ¿Hay mucha diferencia entre el público que iba a verte hace años al teatro con el que viene ahora a verte, movidos tu fama en La que se avecina?

A.S.J: Hay de todo. Están los seguidores de siempre, que siguen ahí, y viene también un público nuevo, que se suele sorprender para bien, y ahí se mezclan todos. La verdad es que es muy bonito.

A.C: Fíjate, para mí, Estela Reynolds es como nuestra versión cañí de ese gran personaje de Norma Desmond en Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses).

A.S.J: Pues te voy a contar algo que nunca he dicho. Cuando construí este personaje, mis referentes fueron todas las actrices de la época del destape, como Bárbara Rey. Eso fue lo que yo cogí como punto de partida. Siempre construyo los personajes de fuera hacia dentro, y esa pose tan digna que ellas tenían, fumando tabaco rubio (me hace una pequeña imitación) y con la boa, me ayudó muchísimo. Para empezar a construir un personaje, siempre pienso cómo es desde fuera, lo llevo muy arriba y, después, poco a poco, voy rebajando para darle verdad y que no sea una imitación. Como te decía, al principio lo llevé a un homenaje a estas mujeres, pero con el tiempo también fui cogiendo cosas de Helen Sinclair (vuelve a hacer otra divertidísima imitación), el personaje que hacía Dianne Wiest en Balas sobre Broadway, o de Glenn Close en 101 dálmatas.

A.C: Actúas, escribes, diriges, produces… Eres una persona que no pone límites a su creatividad.

A.S.J: Yo es que nunca me he puesto límites y, paradójicamente, soy una persona a la que no le gusta correr riesgos si no hay necesidad. Por ejemplo, yo no voy a ningún país donde sé que mi vida puede estar en peligro, ni me voy a la selva donde me pueda morder un león. Yo mis riesgos los corro encima del escenario… Creo que puedo decir que soy una persona que lo que tengo (lo bueno, lo malo y lo regular), lo he construido yo. No me vendo por según qué cosas, porque con quien estoy comprometida es conmigo. Me debo a mí, porque, como dice Machado: “A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago”.

A.C: Qué hermoso es ese “retrato” de Machado. Desgraciadamente, hoy en día nos retratamos más en las redes sociales que en unos versos como estos. Tú, por ejemplo, utilizas bastante esta herramienta para denunciar, sin tapujos, aquello que no te gusta, muestras las cosas a las que eres más afín o, simplemente, compartes un momento de tu día.

A.S.J: Sí, yo ahí hablo absolutamente de todo, porque pienso que no está reñido el que me guste la moda con que defienda las causas de los animales, por ejemplo. Yo soy un conjunto de versiones que, a lo mejor, no tienen nada que ver con la imagen del conjunto que tú tendrás de mí. En las redes hay gente que te escribe como si fueras el personaje de la serie, otra que te dice que ama y otras que te dicen puta, borracha, asquerosa, ojalá te mueras… Quiero decir, todos somos un conjunto de versiones y de ahí, cada cual, toma la que quiere. Hay gente que puede decir: “Antonia San Juan es una frívola a la que le encantan los bolsos caros…”. Pues también esa parte es verdad. “Antonia San Juan es alguien a quien le interesan más los animales que los humanos”… Hay una parte que es cierta, pero yo nunca diría que no me interesan las personas. A mí me interesa muchísimo el ser humano, pero es cierto que hay algunas personas con las que yo no tendría ninguna relación porque, verdaderamente, no me interesan.

A.C: ¿Qué siente la Antonia San Juan de ahora, que se puede permitir un bolso caro, al pasar por alguno de esos bares donde hacía monólogos y recordar a aquella Antonia que padeció pulmonías por no tener para comer?

A.S.J: Es que el pasado no existe, mi amor. El pasado, pasó. Yo siempre tiro para adelante e intento que lo de atrás se quede allí. Atrás ya no hay nada, lo que queda es un recuerdo. Además, con todo lo que me queda por hacer… prefiero mirar hacia delante.

A.C: Pero somos el resultado de los momentos que hemos ido construyendo…

A.S.J: O de los que vamos a construir. Tanto en la vida, como en nuestra profesión, siempre tenemos que enfrentarnos a una nueva prueba, a un nuevo casting… Parece que no existe lo anterior, todo lo que ya hemos hecho…. Con lo cual, el pasado no existe.

A.C: ¿Crees que cualquiera puede ser actor?

A.S.J: No, aunque en este país y en algunos otros hay gente que tienen el cuajo de decir que sí. Para ser actor tienes que tener ciertas cosas y superar otras. Además, un buen actor, antes que nada, debe formarse, exigirse tener una cultura y preocuparse por ella. Hay gente muy guapa y muy graciosa, pero no por eso ya eres actor.

A.C: La formación, además de para uno mismo, es una manera de demostrar un respeto a tus compañeros, al director que te va a dirigir, al guionista que ha escrito el texto con el que vas a trabajar…

A.S.J: Así es, pero  no todo el mundo se da cuenta de esto. En este país se le ha hecho un gran canto a la estupidez. Cuanto más tonto eres, mejor caes. El que piensa y el que habla, pierde.

A.C: Antonia, me pasaría la tarde charlando contigo en este Teatro Nuevo Apolo, pero tienes que ir a prepararte, que el público llega y tienes que cautivarlos, una vez más, sobre las tablas con Mi Lucha.

A.S.J: Muchas gracias por la entrevista, mi cielo.

A.C: A ti. No todo los días se tiene la suerte de conversar y pasar un rato tan agradable. Ahora me voy al patio de butacas dispuesto a disfrutar de tu estreno y a aplaudirte, al igual que tú lo hiciste en el mío…

 

TEXTO: ÁNGEL CABALLERO

FOTOS: ROMERO DE LUQUE

PRODUCCIÓN: JAIME PALACIOS

VESTUARIO ÁNGEL CABALLERO: GUESS, GUESS BY MARCIANO.

AGRADECIMIENTOS: MANU RIPOLL, ÁNGEL GALÁN COMUNICACIÓN, ELENA HERNÁNDEZ COMUNICACIÓN, TEATRO NUEVO APOLO.