Álex Gadea: «Si te acomodas en exceso, estás perdido»

Álex Gadea: «Si te acomodas en exceso, estás perdido»

La primera imagen que guardo de él es de hace años, de cuando estudiábamos en la Escuela de Cristina Rota, durante un ensayo del espectáculo La Katársis del tomatazo. Recuerdo que me llamó la atención la energía tan desbordante que tenía en escena aquel compañero que estaba unos cursos por encima del mío. Algún tiempo después, un amigo me habló maravillas de un actor que había descubierto en un corto que se titulaba Turno de noche. Mi sorpresa fue enorme al descubrir que el receptor de tanto elogio no era otro que aquel compañero de la escuela y que se llamaba Álex Gadea. Mi amigo no iba desencaminado, y buena prueba de ello fueron las oportunidades que le llegaron después en series como El secreto de Puente Viejo, Ciega a citas o Seis Hermanas, en la que actualmente podemos disfrutar de su trabajo cada tarde en TVE. Esta semana, nos trasladamos a YUSTY (c/ Serrano 54) , una de las boutiques de referencia de la moda masculina más acogedoras y punteras de la capital, para conocer un poco más a este actor. 

 

Ángel Caballero: ¿Sabes que la primera vez que te vi pensé: “Éste tiene que ser un sobrao de cuidado”? Luego, con el paso de los años, hemos vuelto a coincidir en algunos sitios y me he dado cuenta de lo equivocado que estaba con aquella primera impresión.

Álex Gadea: Esto no es algo que me hayan dicho mucho, pero es cierto que sí me lo han comentado alguna vez. Recuerdo otra compañera, con la que trabajé en una serie, que me confesó, después de algunos meses, que yo le imponía cierto respeto al principio, durante el proceso de ensayos, porque me veía muy serio. Esto es algo que a mí me resulta curioso y, cuanto menos, me sorprende, porque no es la imagen yo tengo de mí mismo. Yo me considero una persona cercana…

A.C: Y es que lo eres.

A.G: No sé… Puede ser que sí tenga un punto serio, que con los años uno se da cuenta de que puede ser algo un poco heredado (porque mi abuelo también tenía una primera impronta parecida y a los diez minutos te dabas cuenta de que no era así), pero yo soy de los que piensan que las primeras impresiones suelen ser erróneas, porque esto mismo es algo que a mí también me ha ocurrido con otra gente. Aunque también hay algo bonito en esas primeras impresiones cuando conoces a alguien. Algo que sucede, que se crea, que es muy virgen… Esa sensación está muy bien, pero no te puedes quedar en eso.

 

A.C: Otra de las cosas que me llamó la atención en aquel momento era cómo te involucrabas en las clases y en La Katársis.

A.G: Yo me suelo involucrar mucho en todo lo que hago. Hasta tal punto que, cuando estaba en segundo de la escuela, ya estaba presentando La Katársis, junto a mis compañeros Jose e Iñaki, y ya sabes que eso no era lo normal. El que tres chavales que habían entrado un año antes presentaran ese espectáculo, en el que hasta ese momento participaban hasta ex alumnos de la escuela, no era lo común. Por lo general, en todo lo que hago me comprometo hasta para lo bueno y para lo malo. Con los años y con el oficio, uno también va aprendiendo en qué cosas merece la pena involucrase y en qué cosas no.

A.C: Hablabas de los compañeros de la escuela… Tú sigues conservando la amistad y el día a día con algunos de ellos. Algo que, con la evolución de cada uno y el paso de los años, no siempre es fácil de mantener.

A.G: Sí, por supuesto. Antes te hablaba de Jose e Iñaki… Jose Burgos es, para mí, como un hermano y tenemos una de esas relaciones que son para toda la vida. Con Iñaki se perdió más la relación, pero seguimos siendo muy colegas y me alegro mucho cada vez que nos vemos. Además, te confieso que con ellos dos concretamente me gustaría volver a encontrarme trabajando en un futuro. Luego también están otros amigos comunes, como Igor Estévez y Javi Cánovas, que son mi grupo en Madrid. Han pasado doce años de aquello y seguimos siendo una cuadrilla de buenos colegas… Y no solo somos un grupo de amigos actores, porque yo con ellos tengo una relación como las que he tenido con mis amigos de toda la vida de Alzira, en las que, muchas veces, no se habla de la profesión. Charlamos de muchísimas cosas como si fueran mis colegas del barrio, y eso es muy bonito.

A.C: Y, además, yo, que también los conozco desde entonces, debo añadir que son grandes actores y grandes personas.

A.G: Por supuesto que sí. Para mí son una pieza fundamental.

 

(Álex lleva: Camiseta PLAY y Pantalón VALENTINO)

 

A.C: Oye, cuéntame… ¿El querer ser actor fue por tu admiración hacia Paul Newman o algo que se te pasó por la cabeza después ver Bailando con lobos?

A.G: ¡Qué cabrón eres! (Risas)

A.C: Tengo buenos espías…

A.G: La verdad es que son dos buenas referencias que tienen mucho que ver conmigo, pero el querer ser actor va mucho más allá de eso. Una vez ya supe que quería ser actor es cuando empecé a encontrar este tipo de referentes. El querer dedicarme a esto llegó cuando tendría unos dieciséis años y estaba haciendo por segunda vez tercero de la E.S.O, porque repetí dos veces el curso. A mí me costó aplicarme… Antes te decía que me suelo involucrar mucho, pero en aquella etapa de la adolescencia era muy fantasioso, me costaba mucho concentrarme y tenía otras prioridades. Hubo un punto de madurez, justo en esa etapa, y coincidió que tuve la suerte de dar con unos profesores maravillosos. No sé si alguna vez has oído hablar de los cursos de diversificación, que son aquellos en los que meten a los alumnos de un mismo curso que han repetido varias veces. A mí me metieron ahí, con la fortuna de que como asignaturas optativas pusieron interpretación y cocina. Fue entonces cuando descubrí este mundo y me encantó.

A.C: Hasta el punto de querer dedicar tu vida a esto, dejar Valencia para trasladarte a vivir a Madrid y pagarte los estudios de interpretación haciendo otros trabajos.

A.G: Sí… Empecé en el instituto. Me lo pasaba bien, disfrutaba mucho y los profesores, al ser un grupo más reducido de alumnos, cuando veían que uno de nosotros tenía una habilidad especial para algo, trataban de potenciarlo y ayudarle. Cuando planteé a mis profesores, y en casa, la idea de que quería ser actor, todos me dijeron: “hazlo”. Así que estuve un año en la Escuela del actor de Valencia y, al poco tiempo, surgió la posibilidad de venirme a Madrid y matricularme en la escuela de Cristina. Mis padres me ayudaron económicamente en lo que pudieron, pero, aun así, tuve que trabajar para pagarme los estudios.

 

(Ángel lleva: Polo VALENTINO y Jeans MAISON MARGIELA; Álex lleva: Camiseta PLAY y Pantalón VALENTINO)

 

A.C: Recuerdo que trabajabas en el bar de la escuela…

A.G: Sí, entre otros trabajos. También he sido funerario.

A.C: ¿Funerario?

A.G: Sí, ese ha sido el oficio que más tiempo he desarrollado después del de la interpretación. Empecé a trabajar en una funeraria, en Alzira, a los diecisiete años y cuando me vine a Madrid conservé ese trabajo hasta el final de la carrera.

A.C: ¿Y cómo podías trabajar allí y estudiar aquí?

A.G: Porque trabajaba en la funeraria durante el invierno, un fin de semana sí y uno no. Hacía las funciones de Katarsis un fin de semana, al siguiente sólo la representación de los viernes y el sábado por la mañana cogía el primer AVE y me iba para Alzira. Allí trabajaba veinticuatro horas de guardia, así los demás compañeros de la funeraria podían librar, y el lunes me volvía en el primer tren para llegar a las clases. La verdad es que tuve la suerte de tener un trabajo que me permitiera tener tanto tiempo para poder dedicar a mis clases. Además, ayudó mucho a que, durante aquellos años, estuviera centrado en lo que tenía que estar centrado.

A.C: ¿En qué consistía tu trabajo en la funeraria?

A.G: Allí era un poco el niño de los recados, estaba donde me necesitaban: desde hacer guardias en el tanatorio, vestir y acondicionar, ir a entierros, hacer de conserje, ir a comprar flores… Lo que hiciera falta.

A.C: Imagino que, después de tantos años en ese negocio, uno acaba por tenerle menos miedo a la muerte.

A.G: Bueno, de alguna manera siempre he tenido un vinculo con ese oficio. Mi padre llevaba la administración del cementerio de Alzira, y recuerdo jugar a la pelota de niño entre los cipreses… Al ser un funerario tan joven había mucha inconsciencia. Piensas en la muerte como algo muy lejano y no hacia dobles lecturas, era mi oficio. Ahora, con el paso de casi una década, tengo más conciencia sobre ella, y, quizá, mas miedo… Será porque me gusta mucho la vida y celebrarla.

A.C: Y qué mejor manera de celebrarla que reuniendo a tus amigos en casa para prepararles una buena paella, como buen valenciano que eres.

A.G: Sí, de vez en cuando lo hago… Menos veces de las que me gustaría. Qué lástima no tener una casa con un patio más grande para esas reuniones… Pero sí, he sido cheff para los colegas y es algo que disfruto mucho. Cuando cocinas para gente, desde el momento en el que estás en el supermercado comprando, ya hay un amor especial y siempre intentas dar lo mejor de ti. Recuerdo algo que me dijo mi chica mientras me veía cocinar: “No estás haciendo un cuadro…” (Risas) Y es que me encanta estar vigilando el fuego y la temperatura, controlando el tiempo, preparando el sofrito…

 

 

A.C: Curiosamente, después de estar en una escuela en la que se profundiza más en la improvisación que en la memorización del texto, pasas a empalmar una serie en Prime Time y otras diarias, con sus consabidas horas de memorización de escenas.

A.G: Como el trabajo en clase se reducía más a una búsqueda del actor, yo aprovechaba los sketches que hacíamos en Katársis como ejercicio de memorización. Terminé la escuela en el mes de junio y tuve la suerte de que en Septiembre me cogieron para hacer un protagonista en una tv movie de Tv3. Recuerdo que, cuando vi el resultado de aquel trabajo, me di cuenta realmente de lo verde que estaba y de todo lo que me quedaba por trabajar todavía. Por mucho que uno en la escuela aprenda, suelte, trabaje, busque… luego el trabajo es otra cosa. En aquel momento, yo estaba muy verde en el plano laboral. Por eso, cuando empezaron a llegar estas series, para mí fue otra parte de la formación. Estás trabajando, intentas ser lo más profesional posible, te están pagando por ello, pero también se aprende muchísimo. Puente Viejo fue como hacer la mili, porque me hice 640 episodios. Así que imagínate… Aprendí la vida.

A.C: ¿Qué tal llevaste la relación con la fama y con la legión de fans que arrastra la serie?

A.G: Bueno, antes de Puente Viejo, ya había saboreado un poco el que la gente te reconociera, porque L´Alquería Blanca, en Valencia, fue un exitazo. Aquella fue la primera serie de ficción que se generó allí y que creó un fenómeno en la calle en el que la gente te paraba, te abrazaban, te besaban y te transmitían cómo lo vivían ellos. En Madrid, yo creo que la gente está más acostumbrada a ver por la calle a las personas que se dedican al medio. Puente Viejo fue un éxito de audiencia y de público que, aún hoy día, la gente me para y me lo recuerda, pero siempre lo he vivido con naturalidad.

 

A.C: A estas alturas, como actor, después de resolver no sé cuántas secuencias diarias, ya estás más que curtido…

A.G: Hombre, tengo el callo que te da el oficio, pero también te digo que, si te relajas, pierdes un poco esos nervios que sentimos en la tripa antes de rodar una secuencia nueva y te acomodas en exceso, estás perdido. Precisamente, el ritmo hace que seas una persona que tenga técnica, pero también que seas alguien que tenga ganas y que no se conforme. Si haces eso, yo estoy convencido de que después se nota en el resultado final. Por eso, también, yo estoy en los sitios hasta que veo que estoy muy agotado, que me vengo abajo y que dejo de disfrutar.

A.C: ¿Eso fue lo que provocó tu marcha de Puente Viejo?

A.G: Sentía que se había acabado un ciclo y que si me quedaba más tiempo era sólo por un tema de comodidad, de falta de inquietud, miedo de asimilar otros retos… y, precisamente, lo que quería era buscar nuevas cosas y seguir creciendo con otros personajes y otras historias.

(Álex lleva: Traje AVELLANEDA, Camisa GLAM SHIRT y Zapatos CHOPO; Ángel lleva: Sobrecamisa KIRED, Camiseta ETRO, Pantalón PAUL SMITH y Zapatos CHOPO)

 

A.C: Bueno, pero también has podido compaginar tus trabajos en televisión con teatro…

A.G: Sí, cuando estaba en Puente Viejo, volví a la Sala Mirador con unos antiguos compañeros de la escuela e hicimos una especie de montaje muy gamberro, muy loco y muy informal. También estando en la serie me salió la función Los Justos, de Albert Camus, con Javier Hernández-Simón a la dirección y un reparto de compañeros maravillosos. Fue un proyecto que me ilusionó muchísimo y que disfruté una barbaridad.

A.C: ¿El cine sigue siendo una asignatura pendiente?

A.G: Parece ser que sí. Como ya sabes, esta entrevista se aplazó porque yo estaba en Roma a punto de empezar a rodar una película allí, que finalmente se ha retrasado por motivos de producción. Evidentemente, hasta la fecha, sigue siendo una asignatura pendiente, pero también te confieso que estoy tranquilo, porque creo que llegará. No sé cuándo, ni cómo, ni dónde… pero llegará y lo disfrutaré mucho.

 

A.C: Has hablado de Italia, donde Puente Viejo es un éxito y tú tienes seguidores que se comunican contigo a través de las redes sociales. ¿Qué se siente sabiendo que tu trabajo se está viendo a miles de kilómetros?

A.G: Fíjate, antes te decía que suelo llevar estas cosas con bastante normalidad, pero, quizás, lo más bestia lo he vivido en Italia. El fenómeno Puente Viejo entre la gente es mucho más fuerte que aquí. Allí he llegado a entender situaciones que aquí viven algunos compañeros nuestros de profesión, que les cuesta mucho pasar desapercibidos. Ahí sí que, de repente, tu vida cambia un poco y tu trabajo está siempre presente y te acompaña. Yo la verdad es que todo esto lo vivo con mucho asombro y con agradecimiento. Es un suceso muy bonito y una experiencia más para la mochila. Gracias a cosas como ésta, la función de Los Justos se representó allí, en Sarzana, con nosotros hablando en castellano y con unos paneles con subtítulos.

 

(Álex y Ángel llevan: Americanas SARTORIO, Camisas WOOSTER + LARDINI, Pantalones INCOTEX, Sombreros BARBISIO y Zapatos SERGIO SERRANO)

 

A.C: ¿Cómo te defiendes con el tema entrevistas, showrooms, eventos…?

A.G: Creo que a este tipo de cosas le doy la justa importancia que tiene que tener. Las hago, pero intentando elegir bien.

A.C: Eso me halaga…

A.G: Por supuesto. A mí la página me gusta mucho, lo he pasado muy bien durante las fotos que hemos hecho y ahora estoy disfrutando mucho de esta charla. Ya sabes que yo no soy una persona que trate de saber qué eventos o qué actos hay para ir… Creo que tengo buen criterio para saber elegir y, además, siento que estoy muy bien asesorado por mi representante. Cuando me dice que hay que ir a un sitio, pues yo voy e intento tomármelo con la filosofía de “ya que lo haces, disfrútalo”. Luego también, cuando vamos a algún evento, solemos coincidir con otros compañeros de profesión y, al final, nos los pasamos bien. Te tomas un vino, te ríes un rato con los amigos y para casa. También te digo que cuando uno trabaja en una serie diaria, que te quita tanto tiempo, el tiempo acaba convirtiéndose en una cosa muy valiosa para uno.

A.C: Pues yo no te voy a robar más tiempo, porque esta charla ha llegado a su final…

A.G: ¿Ya?

A.C: Tendremos que dejar algo para la próxima, ¿no?

A.G: Eso está hecho.

 

A.C: Gracias por todo, Álex. Ha sido un placer compartir contigo este reportaje y disfrutar de tu talento y tu buen hacer. Te deseo todo lo mejor en Seis hermanas y en todo lo que, seguro, está por llegar.

 

TEXTO: ÁNGEL CABALLERO

FOTOGRAFÍAS: ROMERO DE LUQUE

ESTILISMO: CARMEN BENA

MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: GEMA MARTÍNEZ

PRODUCCIÓN: JAIME PALACIOS

AGRADECIMIENTOS: Tienda YUSTY, RAÚL ROMERO, ISABEL RIAL, IGOR ESTÉVEZ y ÁLVARO DE JUAN.