ADRIANA ABENIA: “Si pones cariño en lo que haces, al final, todo sale bien”

ADRIANA ABENIA: “Si pones cariño en lo que haces, al final, todo sale bien”

    La primera vez que la vi fue en la sala Vip de Pasapalabra. Aquella habitación estaba habilitada con unos cómodos sillones y unas bandejitas llenas de distintos tipos de comida, que podrían ser la pesadilla de cualquier cliente de Natur House. Sin embargo, ella no tocaba nada de aquellos manjares. Estaba sentada en una esquina del sofá, mirando el móvil mientras se comía un bocata de salmón que se había traído de casa. Empezamos a hablar y, rápidamente, me di cuenta de que no se parecía mucho al personaje televisivo que creía conocer, excepto por una cosa: su optimismo y esa facilidad que tienen algunas personas para hacer que te sientas como en casa. Fue, precisamente, por esto por lo que, cuando surgió la posibilidad de hacer AlgoPasaCom…, la llamé. Para mí era fundamental que el invitado que me acompañara en la primera entrega de esta nueva aventura reuniera estos requisitos: que fuera interesante, que me permitiera ir más allá de la cara mediática que ya conocemos, que confiara en mi; una persona con la que fuera fácil trabajar y con la que pudiera sentirme, egoístamente, cómodo. Así fue… Adriana Abenia superó no sólo mis mejores previsiones, sino las de todo el equipo. Y, al igual que en nuestro primer encuentro, volvimos a jugar, esta vez a ser personajes de una película de los años 50, mientras hablábamos de muchos temas…

 

 

ÁNGEL CABALLERO: Estudiaste turismo…

ADRIANA ABENIA: Empecé a estudiar derecho, pero no me veía ejerciendo la abogacía. Además, siempre he pensado que me sería muy difícil defender a alguien si sé que es culpable. Así que, como me encantaba viajar y los idiomas, me metí en turismo. Luego, por casualidad, apareció en mi vida la televisión, me subí a ese tren y hasta hoy, que me he vuelto una yonki de la televisión.

A.C: También has sido modelo. Una profesión en la que, si te va bien, también puedes viajar mucho.

A.A: Sí, gracias a la moda, desde que era muy joven, he podido viajar mucho. Con quince años me fui a vivir a Milán y desde allí viajaba sola a Alemania, Nueva York, Japón… Ahora echo la vista atrás y pienso: “Qué loca estaba por aquel entonces y qué fe tan ciega tenían mis padres en mí para dejarme hacer eso…”. Yo con mi hija no lo haría ni harta de vino.

A.C: He leído que te nombraron la mujer más sexy del mundo.

A.A: Siempre es bonito que digan algo así de ti, pero… si me vieran por las mañanas, cambiarían de opinión.

A.C: No olvides que te he recogido yo, a primera hora de la mañana, y te he visto sin maquillar… Y creo que el titulo es muy merecido. Aún te faltan tablas como actriz para engañarme… (Risas) Por cierto, no sabía que habías estudiado arte dramático.

A.A: Me formé, en su día, porque trabajaba mucho en publicidad y pensé que podría venirme bien para tener más soltura delante de la cámara. Pero nunca he hecho un casting de ficción y lo tengo como asignatura pendiente. A ver si hacemos algo tú y yo en una obra de teatro.

A.C: Yo estaría encantado de trabajar contigo. ¿Crees que, ahora que estás trabajando como presentadora en televisión, lo tienes más fácil para abrirte camino en el mundo de la interpretación?

A.A: Antes pensaba que podría ser un camino más directo, pero ahora me doy cuenta de que cuando tienes un personaje creado, a la gente le resulta mucho más difícil verte en otra cosa. Soy una persona a la que le encantan los retos y me apasionaría poder hacer una película con algún director, como Amenábar, por ejemplo… (Risas).

A.C: Es una buena opción para empezar de un modo fácil y sin presión. (Risas) Presentadora, modelo, actriz, escritora… Desde luego, te gustan los retos. Eso o que estás empeñada en ser una mujer del Renacimiento.

A.A: Es que yo lo quiero todo. No quiero prescindir de nada en mi vida. Y nunca me dejo influenciar por lo que los demás puedan pensar de mí, porque creo que es como poner diques al mar. Si en la vida eres apasionada, y pones cariño en lo que haces, al final, todo sale bien.

 

A.C: El mundo de la literatura, al igual que el de la interpretación, puede llegar a ser bastante endogámico. ¿Has sentido cómo otros escritores te miraban por encima del hombro por venir del mundo de la televisión?

A.A: Aquí me ha ocurrido justo lo contrario que cuando antes me has preguntado si me sería más fácil hacer ficción por venir de la tele. Reconozco que si no hubiera sido porque salgo en ese medio, yo no habría escrito un libro. Los personajes televisivos tenemos la opción de tener la televisión como plataforma para promocionar otras cosas que estamos haciendo, y, por lo tanto, a las editoriales les interesa. Aunque la gente pueda tener prejuicios, y no hablo de los otros autores, lo cierto es que superada esta barrera, luego se dan cuenta de que puede que escribas bien. La verdad, estoy contenta, porque mi novela ha tenido muy buenas críticas.

A.C: ¿Cómo se te plantea esta oportunidad?

A.A: A mí siempre, desde que era niña, me había apasionado escribir, pero como medio para desconectar. La editorial Espasa se puso en contacto con el programa en el que en ese momento estaba trabajando y me sugirieron escribir una novela. Yo tenía una buena idea, que se me había ocurrido en una noche de insomnio, y me dije: “¿por qué no?”. Acepté y me marcaron una fecha de entrega. Eso me puso mucho las pilas, porque ¿Cuántas veces hemos empezado algo que, poco a poco, hemos acabado dejando? Y así fue… La verdad es que ha sido una experiencia gloriosa y ya estoy preparando la segunda.

A.C: Cecilia, la protagonista de tu novela, es una escritora, al igual que lo eres tú ahora. ¿Qué hay de ti en este personaje?

A.A: Siempre hay algo del autor en cada una de sus novelas, pero es cierto que puede que un poco más en la primera. A mi me sirvió para desnudarme de alguna manera. Cecilia tiene muchas cosas de mí. La infancia, por ejemplo… Es igual de entusiasta con la vida, como lo puedo ser yo. Lo cierto es que mezclo un poco ficción y realidad.

A.C: También mezclas varios géneros, como el thriller, con pinceladas de romanticismo y poesía.

A.A: Sí, y no suele dejar indiferente a la gente lo lee. Hay personas que me han reconocido que iniciaron la lectura para hacer una crítica feroz, y, al final, han venido y me han dado la enhorabuena porque les ha parecido un buen trabajo.

A.C: Yo también te voy a reconocer algo: Me encanta hablar contigo, porque eres una persona muy fácil de tratar. Siempre con una sonrisa, facilitando el trabajo a los demás…

A.A: Pero porque disfruto con lo que hago y yo creo que ahí radica el éxito de muchas personas en diferentes ámbitos de la vida. Si tú te vuelcas en algo, porque realmente quieres sacarlo adelante, y lo haces con pasión… al final, los demás lo notan.

 

A.C: ¿De quién te fías en el terreno personal?

A.A: De los que realmente me quieren, y suelen ser las personas más próximas. Vivimos en un mundo muy competitivo, en el que hay que tener las ideas muy claras para llegar donde quieres, pero dejándote asesorar por la gente que de verdad sabes que quieren lo mejor para ti. En mi caso, son mi pareja, mis padres, mi representante… También suelo guiarme, muchas veces, por mi instinto.

A.C: En ocasiones, por dedicarnos a un medio público, nuestra vida personal se puede ver salpicada por la profesional. ¿Cómo vives estas situaciones, tanto tú como los que te rodean?

A.A: Mi chico, por ejemplo, ya está un poco curado de espanto. Es cierto que, al principio, cuando empecé a salir en televisión, lo pasó un poco mal, al igual que yo. No estábamos acostumbrados a que nos siguieran por la calle y él siempre ha preferido mantenerse un poco al margen. Pero ahora entiende que el hecho de que te persigan en tus vacaciones es intrínseco a tu trabajo. Y el día que no lo hagan será porque no interesas. Pero siempre intento ser amable cuando se te acerca un fotógrafo, porque yo también he estado en la calle y sé lo que es eso.

A.C: Hoy, durante esta sesión de fotos, hemos viajado a los años 50… Si pudieras viajar a otra época del tiempo, ¿A cual sería?

A.A: Al París de los años 20. Aunque también te digo que creo que estoy en la época que me gustaría vivir. Disfruto asumiendo cosas, como la vestimenta de otra época y ese rollo retro me fascina, pero, en general, me gusta el momento en el que vivimos. Tú imagínate siendo yo celíaca en los años 20… ya estaría enterrada. (Risas) La verdad es que es un lujo poder vivir un momento en el que la medicina, por ejemplo, está tan avanzada.

A.C: Sin embargo, yo creo que estamos en una época basada en rescatar elementos de otras, pero que carece de personalidad propia.

A.A: Sí, eso también es cierto. Al final, vivimos repitiéndolo todo… Y estamos un poco faltos de creatividad, cuando en tiempo de crisis debería ser el momento, como ya se ha hecho en muchos ámbitos, de darle un poco al coco. Tú y yo somos personas muy creativas, ¿Cuándo nos juntamos para hacer algo?

 

 

 

A.C: No me lo digas dos veces… A ver si así consigo impregnarme un poco de tu alegría, vitalidad… aunque esas virtudes pueden ser un arma de doble filo, ya que otros las pueden confundir con frivolidad.

A.A: Sé que, a priori, hay gente a la que le puedo parecer frívola, pero luego, cuando me conocen y descubren que tengo el mismo novio desde los quince años, que no he pisado una discoteca desde los dieciséis, que no me he emborrachado en la vida, que no fumo… Al final, es que, casi, parezco una monja… (Risas). Pero me gusta jugar y que la gente piense una cosa que no tiene nada de real. Creo que la mejor manera de tomarse este tipo de cosas es como si fuera un juego para que te resulte divertido. Hay que entender que la televisión es un show… Hace poco, en Pasapalabra, saqué el Shazam para adivinar una canción… Acabó saliendo hasta en el Daily Mail y la gente escribía unas cosas que yo pensé: “Madre mía, la que se ha liado”. Al final, esto es un espectáculo, que tiene que entretener a los espectadores, y hay que entenderlo como tal.

A.C: Además, no hay que olvidar que esa buena energía acaba generando un buen ambiente en el trabajo, que suele hacer que el resultado quede mejor.

A.A: Hay que procurar hacerlo todo más fácil… Me considero una persona optimista y me abruma que haya gente tan pesimista. No quiero gente negativa a mi lado que me baje la moral. Todos tenemos problemas… Yo también sufro, discuto, me cabreo… Pero tengo la suerte de que se me pasa rápido. Pienso que la vida son dos días y hay que intentar disfrutar de ella todo lo posible.

A.C: Hace unas semanas presentaste la gala de los Premios Iris, donde estuviste rodeada de grandes figuras de la historia de nuestra televisión.

A.A: Eso fue surrealista… Me encantó. Además, tuve la enorme suerte de que fuera junto a Jaime Cantizano, que me arropó muchísimo. Es muy gratificante ver reunida a tanta gente a la que admiras y tú estás ahí subida, haciendo de maestra de ceremonias. También fue muy bonito ver como, al final, todo trabajo tiene su recompensa. Fue toda una experiencia.

A.C: De todas esas personas, ¿Cuál es la que más te impresionó?

A.A: Mayra Gómez Kemp, que, además, recibía el premio Iris a toda una vida y creo que nos llegó mucho a todos. ¿Quién no ha visto ese Un, Dos, Tres…?  Recuerdo que era el único programa con el que mis padres me dejaban quedarme hasta las mil viendo la tele. Y, años después, tuve la suerte de trabajar con Mayra en la televisión autonómica de Aragón. La vi emocionarse muchísimo, y fue muy bonito poder estar tan cerca.

 

A.C: ¿Te habría gustado ser chica Un, Dos, Tres…?

A.A: Sí, ¿por qué no? No les ha ido nada mal a ninguna de ellas.

A.C: Tu debut en la televisión nacional fue en Fresa Ácida, un programa que no tuvo una buena acogida. ¿En algún momento sentiste que se te había escapado un tren o que no lo habías conseguido?

A.A: No, como buena maña, soy bastante obstinada. Aquello terminó y lo que sentí fue mucho agradecimiento a La fábrica de la tele por haber confiado en una persona que, en aquel momento, no sabía ni leer el cue. Recuerdo que la noticia de que iba a presentar este programa me la dieron en Barcelona y me puse a llorar como una niña. Porque, al final, conservo mucho de la niña que fui y soy bastante sensible, aunque creo que me afectan las cosas que me tienen que afectar, no nimiedades. Y cuando terminó el programa me dio otro soponcio, pero me duró poco porque a los tres días entré a trabajar en Sálvame. Luego he tenido la suerte de poder ir empalmando una cosa con otra… Diferentes experiencias y a cual mejor.

A.C: ¿Qué crees que pasaría si tu suerte cambiara y dejaran de contratarte en televisión?

A.A: La verdad es que, en mi caso, todo ha ido muy rápido. Jorge Gallardo se fijó en mí y me propuso para presentar una sección de moda en la televisión autonómica, donde me pagaban dos duros pero fue como un master para aprender a desenvolverme delante de una cámara. A los dos meses me ofrecieron presentar la gala de Nochevieja, junto a David Civera, y a la semana estaba trabajando en Fresa Ácida. Me encanta este mundo, pero sé que soy una mujer que se reinventa rápidamente. Si llega un día en el que tengo que desprenderme de la televisión, pues vendrían otras cosas… seguiría escribiendo, montaría mi propio negocio… Tengo muchas inquietudes y miles de ideas. Y, a día de hoy, lo laboral me importa mucho, pero hay otras cosas que me importan más. No sé qué estaré haciendo el día de mañana, pero intentaré que siga siendo algo divertido con lo que disfrute.

A.C: Gracias, Adriana, por acompañarme en este pistoletazo de salida. Espero que nos reencontremos pronto, ya sea en los 50 o en los 2000.

Carlosdafonte-algopasacom-adriana-abenia-7

 

 

No te pierdas EL PRÓXIMO JUEVES 7 DE AGOSTO: AlgoPasaCom… RUBÉN SANZ.

 

 

ANGEL-RUBEN-copy

Agradecimientos: Restaurante Peggy Sue´s
Texto: Ángel Caballero
Fotografía: Carlos Dafonte
Maquillaje: Kristina Sánchez
Estilismo: Cordelia
Ayudante de Fotografía: Pilar de Miguel